La desesperanza
En crisis como esta se pone a prueba la eficacia de los Estados de bienestar, que se hab¨ªan considerado hasta ahora la mayor conquista de la humanidad en materia de ciudadan¨ªa social.
El presidente del Gobierno y el ministro de Econom¨ªa han reiterado que las medidas adoptadas en estos meses no tendr¨¢n apenas efecto inmediato, sino en el largo plazo. No piensan como Keynes (no es precisamente su economista favorito), que recomendaba subordinar lo lejano al periodo corto (a largo plazo, todos estaremos muertos, dec¨ªa), puesto que ¡°nuestro poder de predicci¨®n es tan peque?o que raramente es prudente sacrificar un mal actual a una ventaja dudosa en el futuro¡±.
Supongamos ¡ªsolo a nivel dial¨¦ctico¡ª que los dirigentes del PP tuviesen raz¨®n y que los sacrificios de hoy son la base del bienestar de ma?ana. Ello no arregla el problema de los muertos y heridos graves que deja en la sociedad, por millones de personas, la pol¨ªtica de brutales recortes. ?Qu¨¦ se hace con las v¨ªctimas de una austeridad indiscriminada, en forma de paro, empobrecimiento, exclusi¨®n...?
Si los recortes solo dan resultado a largo plazo, ?qui¨¦n recoge a los muertos y heridos de la austeridad lineal?
En crisis como esta se pone a prueba la eficacia de los Estados de bienestar, que se hab¨ªan considerado hasta ahora la mayor conquista de la humanidad en materia de ciudadan¨ªa social. En dificultades tan agudas es cuando los ciudadanos ¡ªpor el hecho de serlo¡ª precisan de una protecci¨®n m¨¢s aguda.
Sin embargo, nos hemos dado de bruces con algunas limitaciones sobre las que se hab¨ªa reflexionado poco en los tiempos del crecimiento. Primero, la crisis fiscal del Estado: la arquitectura de los welfare es la de sociedades j¨®venes demogr¨¢ficamente, muy distintas de las actuales, en las que el pacto intergeneracional funcionaba de otro modo m¨¢s solidario.
Segundo, est¨¢n construidos para dificultades econ¨®micas menos prolongadas que las de ahora; los sistemas de protecci¨®n eran efectivos en el corto plazo, pero conforme la crisis se agudiza, centenares de miles de personas se van quedando al margen de los mismos (por ejemplo, los parados de larga duraci¨®n que todos los meses han de abandonar el seguro de desempleo). De ese modo se va quebrando su universalidad, que era una de sus caracter¨ªsticas centrales. Los efectos de la reforma laboral del PP ¡ªsin duda, la medida m¨¢s nociva de todas las adoptadas¡ª contribuir¨¢n a acentuar esa marginalidad; al tener efectos proc¨ªclicos, en los pr¨®ximos meses se ver¨¢n sus efectos, de un modo a¨²n m¨¢s tangible que hasta ahora.
La tercera limitaci¨®n de los Estados de bienestar es su heterogeneidad. El soci¨®logo Gosta Esping-Andersen ha teorizado sobre los distintos modelos del mismo existentes en el mundo (corporativista, liberal, socialdem¨®crata) y su extensi¨®n. En el caso de Espa?a, a pesar de su avance en las etapas de Felipe Gonz¨¢lez y Zapatero, el porcentaje del gasto social en relaci¨®n con el gasto p¨²blico total ha sido menor que en los principales pa¨ªses de nuestro entorno. Con las actuales dificultades parece dif¨ªcil pronosticar una convergencia real, lo que genera todav¨ªa m¨¢s debilidad entre afectados por las dificultades econ¨®micas y explica, en parte, su indignaci¨®n.
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