Verano de 2012
El eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena es ahora el Tesoro P¨²blico: no hay dinero
Cuando el vigilante de la caja del Estado, Crist¨®bal Montoro, dice en el Parlamento que no va a haber dinero para pagar a los funcionarios, recuerda id¨¦nticas declaraciones de sus colegas griego o portugu¨¦s en los momentos previos a la intervenci¨®n de sus econom¨ªas (¡°tenemos fondos para dos meses¡¡±). Hay poco novedoso en el sufrimiento espa?ol: si uno repasa las hemerotecas de hace dos a?os encuentra la misma tozuda resistencia de los Gobiernos de los pa¨ªses intervenidos para evitar el rescate forzado de sus finanzas y parecida presi¨®n de los especuladores en contra de los intereses de esos pa¨ªses. La cuesti¨®n es qu¨¦ ha aprendido Europa en este tiempo de agon¨ªa.
Superado el rescate de la banca mediante una p¨®liza de cr¨¦dito de hasta 100.000 millones, ahora el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la econom¨ªa espa?ola es la liquidez de su Tesoro (manifestada en la subasta de la semana pasada). La solvencia exterior es insostenible al precio de la prima de riesgo, lo que se concreta en la cifra que aparecer¨¢ en los pr¨®ximos Presupuestos en concepto de pagos de la deuda p¨²blica: 38.000 millones (cerca del 4% del PIB), la mayor partida de gasto corriente.
En aquellos escenarios griego o portugu¨¦s (el irland¨¦s es un poco distinto) la alternativa era cu¨¢druple: la suspensi¨®n de pagos del pa¨ªs en cuesti¨®n (el default); la intervenci¨®n plena de la econom¨ªa por ¡°los hombres de negro¡± (de nuevo Montoro); la extensi¨®n del contagio a otras econom¨ªas de tama?o superior; y, en el peor de los casos, la ruptura desordenada de la zona euro tal como la hemos conocido, lo que da idea del volumen del problema: el euro, la segunda moneda mundial, al borde del precipicio.
Se repite, paso a paso, la misma hoja de ruta que con Grecia o Portugal
No tiene por qu¨¦ ser as¨ª, pero podr¨ªa ser as¨ª.
Las responsabilidades espa?olas en el asunto son compartidas: una terrible herencia econ¨®mica recibida por el Gobierno del PP y la acentuaci¨®n de los problemas durante sus primeros siete de gesti¨®n. Uno pod¨ªa intuir lo que pensaba hacer Rajoy en cuanto llegase a La Moncloa, tan distinto de lo que prometi¨®, pero la sorpresa ha sido observar lo malos gestores que son algunos de sus ministros. Los ciudadanos opinan en los sondeos que la derecha es m¨¢s eficaz que la izquierda en la administraci¨®n de la econom¨ªa, pero ello no est¨¢ avalado por la pr¨¢ctica: todos los indicadores, los reales y los de confianza, han empeorado con el PP. Esta doble responsabilidad de los principales partidos genera una tremenda desconfianza sobre la capacidad de los pol¨ªticos en la resoluci¨®n de los problemas comunes y p¨²blicos. M¨¢s en general, una desconfianza en sus ¨¦lites que, como sabemos, ampl¨ªa el papel del populismo. Algunos de los esl¨®ganes coreados en las multitudinarias manifestaciones de protesta del pasado jueves pertenecen a esa ¨ªndole de reacciones.
La ¨²ltima bala que queda para superar esta coyuntura es la actuaci¨®n del Banco Central Europeo (BCE), aunque no son muy estimulantes las declaraciones de su gobernador, Mario Draghi (¡°Nuestro mandato no es resolver los problemas financieros de los Estados, sino asegurar la estabilidad de precios y contribuir a la estabilidad del sistema financiero con independencia¡±), del mismo modo que en muchos momentos de las crisis griega, irlandesa o portuguesa fue tan decepcionante la actuaci¨®n de su predecesor Jean-Claude Trichet.
Recuperando el programa de hace un a?o de compra de deuda p¨²blica en el mercado secundario, asegurando la liquidez de los bancos y, en ¨²ltima instancia, respaldando a los pa¨ªses que aplican la pol¨ªtica econ¨®mica que les impone Bruselas, al menos mientras no exista en la arquitectura de la UE otra instancia que lo haga. Una pol¨ªtica econ¨®mica, por otra parte, de la que se sabe que no va a facilitar el crecimiento econ¨®mico y el empleo ¡ªproblema diferencial de Espa?a¡ª, pero que es obligatoria (por impuesta) si se quiere evitar la quiebra del pa¨ªs.
Si el BCE no act¨²a se multiplicar¨¢n las opiniones de quienes piensan que si de lo que se trata es de que nuestro pa¨ªs recupere competitividad mediante la austeridad, ser¨¢ mejor hacerlo fuera de la disciplina del euro que dentro de la misma, porque el camino, en este ¨²ltimo caso, ser¨¢ m¨¢s largo y dif¨ªcil.
No hay salida airosa.
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