Enga?ar a los delincuentes
Ahora resulta que el problema de la moralmente funesta y recaudatoriamente inane amnist¨ªa fiscal son ?los actores de cine! El ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, intent¨® el martes, en el Senado, colgarles a ellos el mochuelo de la elusi¨®n fiscal. La amnist¨ªa y su estrategia fiscal han ¡°valido la pena¡±, opin¨®.
El drama es que el siempre fino, elegante y delicado Montoro ha incurrido en contradicci¨®n perpetua sobre el asunto. El renuncio m¨¢s notorio es que, contra lo anunciado, la amnist¨ªa no es una amnist¨ªa: no es un borr¨®n y cuenta nueva, no es un olvido, no es una amnesia, no blinda a los delincuentes fiscales que se acogieron a ella: se les investigar¨¢.
Es estupendo que Hacienda enga?e a los delincuentes o estafe a los estafadores... dicho sea desde el sentimiento simpl¨®n del refranero, que otorga cien a?os de perd¨®n a quienes roben a un ladr¨®n. Pero desde la ¨®ptica m¨¢s seria del imperio de la ley y de la seguridad jur¨ªdica, la cosa no va as¨ª. No. Se trata de una quiebra de juridicidad muy preocupante: no ya para los delincuentes fiscales, sino para todos, actores incluidos, ya dijo Bertolt Brecht que se empieza secuestrando a jud¨ªos y comunistas y se acaba apaleando a impolutos burgueses.
Hacienda ha enga?ado. Anunci¨® que la amnist¨ªa fiscal blindar¨ªa a quien a ella se acogiese ¡ªsalvo que le tocase por azar una inspecci¨®n¡ª y lo hizo en molde legislativo, no solo declarativo. El real decreto-ley 12/2012 que la lanz¨® proclamaba en su art¨ªculo 7 el ¡°car¨¢cter reservado¡± de la declaraci¨®n tributaria especial. Y un informe de la Direcci¨®n General de Tributos (DGT) estableci¨® el 27 de junio que ¡°no resulta procedente la comprobaci¨®n aislada¡± de esa declaraci¨®n. Para mayor solaz de delincuentes arrepentidos, la Agencia Tributaria asegur¨® a los despachos de asesor¨ªa fiscal que esos clientes no entrar¨ªan, por causa de acogerse a la amnist¨ªa, en los planes inspectores.
Que Hacienda puso una alfombra roja tras otra a los 29.683 defraudadores y delincuentes fiscales no lo olvida ni un amn¨¦sico. Tanto af¨¢n puso en bajarse los pantaloncitos ante ellos que, siempre en su beneficio, modific¨® el decreto ley el 26 de mayo, public¨® dos informes de la DGT (a ¡°aplicar por todos los funcionarios¡±) el 27 de junio y el 11 de octubre, modific¨® el C¨®digo Penal y perpetr¨® una ¨²ltima reforma el 27 de diciembre, cuando el plazo de presentaci¨®n de la declaraci¨®n ya hab¨ªa terminado el 30 de noviembre.
Todo lo hizo para dar garant¨ªas a los evasores de que no ser¨ªan importunados por los inspectores ni perseguidos ante la Justicia. Y para abaratarles la factura de acogerse a la amnist¨ªa: del 10% inicial, hasta menos del 3% ¡ª comp¨¢rese con el tipo marginal del IRPF, superior al 50% para los cumplidores¡ª gracias a eximir del c¨®mputo muchos ejercicios.
Pero cuando los socialistas empezaron a calificar la operaci¨®n de ¡°amnist¨ªa B¨¢rcenas¡± y los inspectores de Hacienda se rebelaron por la nauseabunda discriminaci¨®n contra los contribuyentes cumplidores, Montoro empez¨® a virar. Ya el 23 de enero espet¨® que la regularizaci¨®n ¡°no es opaca¡±. ¡°El Gobierno tiene los nombres¡±, remat¨®, estiloso. Y la directora de la Agencia Tributaria, Beatriz Viana, declam¨® ante los periodistas, el 7 de febrero: ¡°Vamos a examinar todas las declaraciones y veremos qu¨¦ nos encontramos¡±. Aunque al acabar su comparecencia se sincer¨®, ignorando que hablaba a micr¨®fono abierto: ¡°No s¨¦ ni lo que he dicho¡±.
Que si lo sab¨ªa. La Agencia otorg¨® el pasado viernes a los inspectores el libre acceso, que les ven¨ªa negando, a las declaraciones de los 29.683 tramposos. Aunque, eso s¨ª, solo puedan indagar en los expedientes de los casos que tengan asignados en los planes de inspecci¨®n. Pero pueden hacerlo, como reclamaban.
Mariano Rajoy reconoci¨® ayer, tarde y bastante mal, en el debate del estado de la naci¨®n, que incumpli¨® sus promesas electorales ¡ªdijo algunas, en vez de todas¡ª; Montoro supera a su jefe. No solo incumple sus promesas, sino el real decreto que ¨¦l mismo dict¨®. O bien adopt¨® normas laxas para los evasores sabiendo que eran antijur¨ªdicas, por contrarias al rigorismo del C¨®digo Penal (art. 305); o se enga?a a s¨ª mismo, tanto como a los delincuentes. Un tipo de fiar.
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