La uni¨®n bancaria y la estabilidad financiera
Tras el anuncio de las autoridades griegas en el oto?o de 2009 de un d¨¦ficit p¨²blico cuatro veces superior al que hasta entonces apuntaban los datos oficiales se puso en tela de juicio la robustez del marco institucional de la uni¨®n monetaria, primero, e incluso la viabilidad a largo plazo del proyecto com¨²n, despu¨¦s. Desde aquel momento se produjo una segmentaci¨®n en los mercados financieros europeos como resultado de la combinaci¨®n de tres factores principales: en primer lugar, la percepci¨®n por parte de ciertos inversores de un riesgo de ruptura de la uni¨®n monetaria; en segundo, la renacionalizaci¨®n de los flujos de capitales como consecuencia del marco fragmentado en materia de supervisi¨®n bancaria, y en tercero, la retroalimentaci¨®n entre el riesgo bancario y el riesgo soberano, especialmente en aquellos pa¨ªses que hab¨ªan sufrido una burbuja en el precio de los activos, sobre todo inmobiliarios.
El primero de los factores mencionados, actualmente llamado riesgo de redenominaci¨®n, ha impedido que las decisiones de pol¨ªtica monetaria se transmitiesen de forma efectiva y homog¨¦nea a la econom¨ªa real a lo largo y ancho de la uni¨®n. Esta distorsi¨®n ha hecho que el pa¨ªs de residencia s¨ª importe y que una misma empresa tenga que afrontar condiciones muy distintas de financiaci¨®n dependiendo de en qu¨¦ parte de la zona euro resida. Se da as¨ª la enorme paradoja de la existencia de distintos tonos de pol¨ªtica monetaria (expansiva en el n¨²cleo europeo y contractiva en la periferia) dentro una misma uni¨®n monetaria.
Desde finales de julio del a?o pasado hemos empezado a observar una esperanzadora inversi¨®n de este proceso. El riesgo de redenominaci¨®n ha sido superado gracias al compromiso de ¡°hacer lo que sea necesario¡± para garantizar la irreversibilidad del euro.
El segundo factor se refiere al tipo de estructura de la supervisi¨®n bancaria en la zona euro, que al estar compuesta exclusivamente por autoridades supervisoras nacionales contribuy¨® a que se renacionalizaran los flujos de capitales. Desaparecieron as¨ª las din¨¢micas en los mercados mayoristas de financiaci¨®n que deber¨ªan ser propias, no ya de una uni¨®n monetaria, sino de un mercado interior en el que los movimientos de capitales se cre¨ªan libres.
La soluci¨®n a dicho problema pasa necesariamente por unificar reglas, est¨¢ndares y criterios aplicables en toda la zona, de modo que pueda alcanzarse un mayor grado de integraci¨®n entre todas las entidades financieras que operen dentro de la eurozona. En este sentido, debemos dar la bienvenida al acuerdo alcanzado a finales del a?o pasado respecto al dise?o del Mecanismo ?nico de Supervisi¨®n, por el que el Banco Central Europeo asumir¨¢ la responsabilidad de supervisi¨®n directa sobre los principales bancos de la zona euro.
La existencia de un supervisor ¨²nico garantizar¨¢ la libertad de movimientos de capitales dentro de la eurozona
El tercer factor hace referencia al riesgo percibido de que los recursos de los presupuestos nacionales de determinados pa¨ªses pudieran ser insuficientes para asumir los costes fiscales derivados de una crisis bancaria sist¨¦mica, pudiendo poner en riesgo la sostenibilidad de las cuentas p¨²blicas del pa¨ªs en cuesti¨®n.
Hist¨®ricamente, aunque el 80% de las crisis bancarias no han supuesto un coste fiscal superior al 15% del PIB (de hecho, el 50% no han superado los cinco puntos de PIB), existe evidencia de eventos de cola (un 5%) donde el coste ha llegado a alcanzar el 40%-45% del PIB. Los casos de Irlanda, Islandia o Chipre, tan actuales, son buen ejemplo de ello.
Para romper el nexo entre riesgo bancario y riesgo soberano es necesaria la creaci¨®n de un mecanismo supranacional con capacidad para recapitalizar y resolver ordenadamente entidades financieras no viables, as¨ª como para movilizar un volumen de recursos fiscales suficientes como para cubrir el saneamiento bancario en cada uno de los pa¨ªses miembros. La puesta en marcha del Mecanismo Europeo de Estabilidad supone un paso importante en este sentido.
Pero no solo es necesario un mecanismo de resoluci¨®n bancaria con un respaldo fiscal suficiente, sino que tambi¨¦n lo es un fondo paneuropeo de dep¨®sitos ¡ªsea integrado en el mecanismo de resoluci¨®n (como en EE UU) o no¡ª que garantice a priori que los depositantes recuperar¨¢n sus ahorros, en todo caso y con total independencia de la posici¨®n fiscal del pa¨ªs concreto en el que resida. As¨ª, en la medida en que se maximizar¨ªa la seguridad de los dep¨®sitos en toda la eurozona, la existencia de un fondo paneuropeo de dep¨®sitos, o mecanismo equivalente, es una condici¨®n fundamental para la estabilidad financiera en el conjunto de la zona euro. Los acontecimientos de los ¨²ltimos d¨ªas son una buena muestra de todo ello.
En suma, la combinaci¨®n de un mecanismo ¨²nico de supervisi¨®n, un mecanismo de resoluci¨®n bancaria con respaldo fiscal suficiente y un fondo paneuropeo de dep¨®sitos constituye, en su versi¨®n m¨¢s completa, lo que conocemos como uni¨®n bancaria. Muchos afirman que no puede haber uni¨®n monetaria sin uni¨®n fiscal previa. Sin embargo, la evidencia emp¨ªrica internacional sugiere que en realidad lo que nunca puede existir es una uni¨®n monetaria sin una uni¨®n bancaria. Esta constataci¨®n es relevante, ya que la uni¨®n bancaria integra, impl¨ªcitamente, una puesta en com¨²n de recursos presupuestarios, pero no en un sentido amplio ¡ªm¨¢s propio de esquemas abiertamente federales y alejados de la actual realidad pol¨ªtica europea¡ª, sino acotada a la preservaci¨®n de la seguridad de los dep¨®sitos y la estabilidad financiera.
En EE UU se estima que solo entre el 10% y el 15% de las perturbaciones econ¨®micas que afectan espec¨ªficamente a un Estado son absorbidas por el mecanismo de transferencias fiscales existente entre los Estados y el Gobierno federal. Sin embargo, casos como los de Nevada y Florida son ejemplos de c¨®mo la uni¨®n bancaria es un mecanismo de absorci¨®n de perturbaciones asim¨¦tricas mucho m¨¢s potente que un presupuesto y una pol¨ªtica fiscal ¨²nicos en el marco de una uni¨®n fiscal stricto sensu.
As¨ª, en el Estado de Nevada, por ejemplo, entre 2008 y 2009, 11 entidades financieras con un volumen total de activos equivalentes a un 30% del PIB estatal fueron cerradas por la Corporaci¨®n Federal de Seguro de Dep¨®sitos (FDIC, por sus siglas en ingl¨¦s), generando p¨¦rdidas por valor del 10% del PIB estatal. Si se a?aden las p¨¦rdidas asumidas por los bancos con filiales operativas en dicho Estado, la capacidad total de absorci¨®n de p¨¦rdidas directas e indirectas por el sistema, en virtud de la pertenencia de los bancos de Nevada a la uni¨®n bancaria estadounidense, podr¨ªa llegar a situarse en el entorno del 20% del PIB del Estado. Sin embargo, pese a todo lo anterior ¡ªy esto es lo m¨¢s relevante¡ª, ni Nevada ha experimentado una crisis financiera local tras el estallido de la burbuja inmobiliaria ni el Gobierno estatal ha tenido que ser rescatado por entidad federal o supranacional alguna; desde luego, no como en la experiencia europea.
En resumen, la existencia de un supervisor ¨²nico garantizar¨¢ la libertad de movimientos de capitales dentro de la uni¨®n. Adicionalmente, la combinaci¨®n de un mecanismo de resoluci¨®n bancaria con respaldo fiscal suficiente y un fondo paneuropeo de dep¨®sitos permitir¨¢ la mutualizaci¨®n de riesgos ex ante, as¨ª como un uso mucho m¨¢s eficiente de los recursos fiscales sin tener que esperar a una plena uni¨®n fiscal que, hoy por hoy, parece todav¨ªa pol¨ªticamente inasumible. La propuesta de uni¨®n bancaria que se ha puesto en marcha desde el Consejo Europeo de junio de 2012 es, por tanto, la condici¨®n imprescindible de estabilidad financiera y la clave para el futuro del proyecto hist¨®rico que representa el euro.
Rom¨¢n Escolano Olivares es presidente del Instituto de Cr¨¦dito Oficial (ICO).
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