En la l¨ªnea de flotaci¨®n de la OMC
El proceso transatl¨¢ntico da la puntilla a las negociaciones multilaterales
¡°Frustraci¨®n, fatiga e irrelevancia. Son tres palabras que describen la situaci¨®n actual de la Ronda de Doha y de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC)¡±. Lo sintom¨¢tico es que esas tres palabras las pronunci¨® en una reciente entrevista Taeho Bark, uno de los nueve candidatos a sustituir a Pascal Lamy al frente del organismo internacional este verano. Lo llamativo es que Bark es ministro de Comercio de Corea del Sur, pa¨ªs que encarna la pujante apuesta por los tratados bilaterales de libre comercio (en los dos ¨²ltimos a?os ha forjado sendos acuerdos con la UE y Estados Unidos) frente al estancamiento multilateral. Ahora, el anuncio conjunto de Washington y Bruselas en pos del mayor pacto bilateral posible pone otro clavo en el ata¨²d: la OMC, que aglutina a 159 pa¨ªses, ha dejado de tener la iniciativa en las negociaciones comerciales.
Los m¨¢s altos representantes del Gobierno estadounidense y de la Comisi¨®n Europea apenas ocultan que su baile a dos pretende marcar el paso en la liberalizaci¨®n del comercio de las pr¨®ximas d¨¦cadas. ¡°Un acuerdo entre Estados Unidos y la Uni¨®n Europea establecer¨ªa reglas comerciales mundialmente relevantes¡±, recalc¨® el representante de Comercio Exterior en funciones de EE UU, Demetrios Marantis, al dar cuenta al Congreso del inicio de las negociaciones. ¡°Cuanto m¨¢s convergencia en las normas logremos, mejor para el sistema multilateral. Acercar dos modelos regulatorios que son dominantes, pero en algunas ¨¢reas conflictivos¡±, insisti¨® un informe elaborado por el departamento del comisario europeo de Comercio, Karel de Gucht, ¡°ofrecer¨¢ soluciones concretas y facilitar¨¢ futuras negociaciones en la OMC¡±.
Ante la agon¨ªa de la Ronda de Doha, se multiplican los tratados bilaterales
En sus casi dos d¨¦cadas de existencia, la OMC se ha consolidado como sistema de arbitraje para las disputas comerciales entre pa¨ªses, y ha logrado incorporar a China y Rusia. Pero su objetivo m¨¢s ambicioso, la Ronda de Doha, las negociaciones que pretenden desde 2001 un acuerdo mundial para profundizar en la liberalizaci¨®n del comercio, es la medida de su mayor fracaso. Pese a notables avances en varias ¨¢reas, la Ronda de Doha encall¨® definitivamente en 2008: varios pa¨ªses emergentes se negaron a un desarme de los aranceles industriales; la UE y, sobre todo, EE UU rechazaron que el acuerdo permitiera limitar las importaciones cuando la agricultura local de pa¨ªses pobres estuviese en riesgo. Y mantuvieron a¨²n parte de sus cuantiosos subsidios agr¨ªcolas.
La grandilocuencia de los pa¨ªses del G-20, que se empe?aron en resucitar lo que ellos mismos hab¨ªan dejado en v¨ªa muerta, solo sirvi¨® para resaltar la impotencia. De objetivo b¨¢sico para reparar el destrozo causado por la crisis financiera en el comercio internacional, la misi¨®n imposible de la Ronda de Doha pas¨® a ser una de las muchas proclamas que engordan de ret¨®rica las cumbres de econom¨ªas avanzadas y emergentes. El intento de Lamy de desgajar las ventajas comerciales para los 32 pa¨ªses m¨¢s pobres (se supon¨ªa que la de Doha deb¨ªa ser la ronda del desarrollo) tambi¨¦n cay¨® en saco roto. Ni siquiera el modesto objetivo de generalizar procedimientos m¨¢s r¨¢pidos en las aduanas tiene garantizado el ¨¦xito en la conferencia ministerial que la OMC celebrar¨¢ en Bali (India) el pr¨®ximo diciembre.
Para entonces, Lamy ya habr¨¢ dejado el puesto de mando de la organizaci¨®n internacional. El proceso de selecci¨®n del nuevo director general est¨¢ a punto de superar el primer corte. Y en plena campa?a, el reto lanzado por Washington y Bruselas ha obligado a posicionarse a los candidatos en las numerosas entrevistas a medios especializados y actos p¨²blicos que atienden estas semanas.
El anuncio de la UE y EE UU irrumpe en la campa?a para sustituir a Lamy
¡°Las conversaciones entre Estados Unidos y Europa pueden ser el tipo de shock externo que se necesita para reactivar las negociaciones en la OMC¡±, se?al¨® el ministro de Comercio de Nueva Zelanda, Tim Groser, otro de los contendientes por la direcci¨®n general de la organizaci¨®n. ¡°Lo que tenemos que hacer es dar impulso al sistema multilateral para evitar que los pa¨ªses tengan que buscar otras alternativas¡±, afirm¨®. M¨¢s directo se mostr¨® el candidato mexicano, el exministro Herminio Blanco: ¡°Despu¨¦s de tantos a?os estancados, lo que ha sucedido es que las comunidades de negocios de los diferentes pa¨ªses, en lugar de empujar para que avancen las negociaciones en Ginebra \[sede de la OMC\], han estado empujando para que se avance en las negociaciones de otros foros¡±. ¡°Es una alerta para la viabilidad del sistema multilateral¡±, advirti¨® el representante de Brasil en la OMC, Roberto de Azevedo, tambi¨¦n en la liza.
La ausencia de candidatos europeos o norteamericanos, otro s¨ªntoma, hace m¨¢s impredecible que otras veces la contienda, en la que tambi¨¦n participan representantes de Costa Rica, Jordania, Indonesia, Kenia y Ghana. En todo caso, el nuevo director (o directora, tres mujeres se postulan al cargo) general de la OMC ya sabe cu¨¢l ser¨¢ su primera tarea: decidir qu¨¦ hacer con la herencia envenenada de la Ronda de Doha.
Con Estados Unidos y la Uni¨®n Europea, anta?o los principales motores de la liberalizaci¨®n mundial del comercio, enfrascados en una compleja negociaci¨®n bilateral, el nuevo mandato arrancar¨¢ al ralent¨ª. Y si el acuerdo entre las dos potencias occidentales fructifica, el equilibrio de poderes cambiar¨¢ otra vez de forma radical en Ginebra: EE UU y la UE tendr¨¢n entonces la opci¨®n de jugar a fondo la baza de haber integrado los mercados de consumo m¨¢s deseados, de haber homogeneizado normas, requisitos y certificaciones, para tratar de extender su acuerdo al resto del mundo, para reclamar a cambio un mayor acceso al mercado de los emergentes. Un desaf¨ªo may¨²sculo para una OMC menguante. Porque, como reconoci¨® otra de las candidatas, la costarricense Anabel Gonz¨¢lez, ¡°la confianza en la negociaci¨®n multilateral est¨¢ bajo m¨ªnimos¡±.
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