Sector financiero: regulaci¨®n y cr¨¦dito
La crisis financiera internacional puso en cuesti¨®n la fortaleza de muchas entidades de cr¨¦dito en todo el mundo, de forma que las cuestiones relacionadas con el capital ocuparon un lugar destacado en la agenda regulatoria.
De hecho, en estos d¨ªas est¨¢ terminando su tramitaci¨®n la nueva Directiva sobre Requerimientos de Capital (CRD IV), que incorporar¨¢ al derecho europeo los acuerdos de Basilea III en materias tan importantes como el capital, la liquidez o los l¨ªmites al endeudamiento de las entidades.
Junto a ello, en todo el mundo se ha desarrollado un intenso esfuerzo de recapitalizaci¨®n y saneamiento de las entidades de cr¨¦dito.
Sin embargo, una vez que en Europa en general y en Espa?a en particular se ha producido un paulatino fortalecimiento de la solvencia del sector financiero, y se han ido despejado las dudas sobre algunas entidades, es hora de pensar en la contribuci¨®n de los bancos al crecimiento de la econom¨ªa.
Para mantener su capital, los bancos pueden optar, b¨¢sicamente, por dos estrategias (o por una combinaci¨®n de ambas): la primera consiste en la prudencia extrema, de modo que reduzcan dr¨¢sticamente su inversi¨®n crediticia y pasen a atesorar esos activos escasos ¡ªy muy valiosos¡ª que son el capital y la liquidez. De hecho, aunque los bancos no quisieran adoptar esa estrategia, la contracci¨®n actual de la demanda de cr¨¦dito solvente no hace sencilla otra opci¨®n.
Alternativamente, los bancos pueden tratar de fortalecer su capital a trav¨¦s de una mejora en su cuenta de resultados, desarrollando su actividad m¨¢s propia: la concesi¨®n de cr¨¦dito a familias y empresas. Si consiguieran hacerlo en condiciones adecuadas respecto del coste actual de la financiaci¨®n, esta ser¨ªa, sin duda, la mejor alternativa para ellos por cuanto mejorar¨ªa su margen y su cuenta de resultados, que constituyen ¡°la primera l¨ªnea de defensa del balance¡±.
Para el resto de la sociedad, el que los bancos opten por la segunda estrategia resulta, tambi¨¦n, de la mayor importancia. Para la recuperaci¨®n de la econom¨ªa y del empleo deber¨ªa garantizarse que los proyectos empresariales de ¨¦xito puedan acceder al cr¨¦dito en condiciones razonables, y, por cierto, similares en toda la eurozona.
La pregunta es si todos los instrumentos al alcance de los poderes p¨²blicos se est¨¢n alineando de forma que se favorezca la concesi¨®n de cr¨¦dito o si, por el contrario, la regulaci¨®n que se ha ido implementando en estos a?os, y la que se anuncia, puede dificultar la recuperaci¨®n del cr¨¦dito.
No es una cuesti¨®n nueva. Los acuerdos que constituyen Basilea III conten¨ªan un calendario de implementaci¨®n paulatina que trataba de compatibilizar la recapitalizaci¨®n de las entidades con la recuperaci¨®n de la econom¨ªa. Sin embargo, esos calendarios se han acelerado por decisiones de los reguladores nacionales y por la presi¨®n de los mercados.
Los bancos son agentes econ¨®micos racionales y, como tales, desarrollar¨¢n, en su propio beneficio, la actividad que les es propia (la concesi¨®n de cr¨¦dito) si todos los elementos condicionantes se alinean en esa direcci¨®n y no en otra.
Para que puedan hacerlo se precisa una cierta recuperaci¨®n de la econom¨ªa (y tambi¨¦n de la confianza) que aumente la demanda de cr¨¦dito solvente. La primera obligaci¨®n de un banquero es proteger sus dep¨®sitos, y no puede ponerlos en peligro con la concesi¨®n de cr¨¦dito de forma imprudente.
En este sentido, las estrategias que se est¨¢n desarrollando para apoyar la concesi¨®n de cr¨¦dito desde los agentes p¨²blicos (fundamentalmente el ICO), limitando el riesgo soportado por las entidades, constituyen un instrumento de la mayor importancia, al menos en un primer momento.
Pero tambi¨¦n la regulaci¨®n tiene que ayudar a que la recuperaci¨®n del cr¨¦dito se produzca y, para ello, ser¨ªa importante que el cr¨¦dito prudente y adecuadamente concedido ¡ªque lo hay¡ª no solo fuera mejor tratado sino, incluso, estimulado. Aunque es cierto que diferenciar cr¨¦dito bueno y malo no siempre es f¨¢cil, la regulaci¨®n y determinadas medidas que nos llegan desde Europa ¡ªy algunas decisiones recientes que se est¨¢n adoptando en Espa?a¡ª no parecen suficientemente alineadas con las necesidades de nuestra econom¨ªa.
Una palabra, en este sentido, a prop¨®sito de la pol¨¦mica sobre los desahucios y la daci¨®n en pago ¡°general y retroactiva¡±, como ahora se la llama, y tambi¨¦n sobre las decisiones que se anuncian desde algunas comunidades aut¨®nomas respecto de viviendas desocupadas propiedad de las entidades de cr¨¦dito: al margen de las dudas jur¨ªdicas que puedan suscitarse, y que son relevantes, debemos preguntarnos si estas iniciativas pueden tener un efecto beneficioso para la concesi¨®n de cr¨¦dito o, m¨¢s bien, lo contrario.
Esto es especialmente evidente en el caso del cr¨¦dito con garant¨ªa hipotecaria. Su recuperaci¨®n parece una condici¨®n necesaria para la reactivaci¨®n del sector inmobiliario y del conjunto de la econom¨ªa espa?ola. Por ello, deber¨ªamos prestar atenci¨®n a los efectos de las normas que puedan adoptarse sobre ese flujo, vital para el correcto funcionamiento del mercado inmobiliario y para la creaci¨®n de empleo.
Adem¨¢s, no hay que olvidar que el acceso al cr¨¦dito en buenas condiciones tambi¨¦n constituye, en cierto modo, una pol¨ªtica social. J
Francisco Ur¨ªa es socio responsable del sector financiero de KPMG en Espa?a.
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