Nuevo r¨¦gimen, mismos problemas
Egipto debe hacer frente a un creciente d¨¦ficit p¨²blico y la ca¨ªda de reservas en divisas
Por tercera vez en menos de 30 meses, Egipto no tiene solo un nuevo Gobierno, sino un nuevo r¨¦gimen. La inestabilidad pol¨ªtica e institucional de la naci¨®n ¨¢rabe m¨¢s populosa se ha convertido en un fen¨®meno cr¨®nico desde el derrocamiento de Hosni Mubarak. En un primer momento, la ca¨ªda del presidente Mohamed Morsi por un golpe de Estado fue acogida positivamente por la mayor¨ªa de actores econ¨®micos, y la Bolsa abri¨® el d¨ªa siguiente con un alza del 5%. Pero a medida que pasan los d¨ªas, el optimismo se evapora y torna en preocupaci¨®n.
Los desaf¨ªos monumentales que tiene planteada la econom¨ªa egipcia no se han alterado. Se van agravando con el paso del tiempo, junto a las oportunidades perdidas. El primer y principal problema econ¨®mico de Egipto es su d¨¦ficit p¨²blico, que ya ha alcanzado los 3.200 millones de d¨®lares mensuales. Seg¨²n datos del Ministerio de Finanzas, en los primeros cinco meses de 2013, el d¨¦ficit alcanz¨® los 16.200 millones, casi el doble que el a?o anterior. En t¨¦rminos anuales, la cifra alcanza el 15% del PIB, un porcentaje parecido al que tuvo Grecia en plena crisis de deuda.
Cada nuevo Gobierno que asume el poder, lo hace con grandes expectativas por parte de la poblaci¨®n, que culpa al anterior de los males del pa¨ªs. No obstante, su margen de maniobra es reducido. El pago de la deuda ya absorbe casi un 25% del presupuesto. Las pol¨ªticas econ¨®micas necesarias para sanear la econom¨ªa no son ning¨²n misterio: eliminar los subsidios, sobre todo a los combustibles; reformar la fiscalidad, para aumentar los ingresos, y atraer inversiones. Los subsidios a la energ¨ªa consumen casi otro 25% del presupuesto. A medio plazo, todo ello deber¨ªa permitir aumentar el gasto social, sobre todo en educaci¨®n y sanidad.
El principal obst¨¢culo a las reformas son los intereses creados, y ello exige un amplio apoyo pol¨ªtico. Los diplom¨¢ticos espa?oles no se cansan de repetir que Egipto necesita su propia versi¨®n de los Pactos de la Moncloa. Y no les falta raz¨®n. Para poner las bases de un nuevo modelo econ¨®mico y social es necesario un gran acuerdo entre fuerzas pol¨ªticas y actores sociales. No hay que olvidar que Egipto est¨¢ batiendo r¨¦cords de efervescencia pol¨ªtica y social: en 2013 se han registrado una media de m¨¢s 1.100 protestas mensuales, muchas de ellas vinculadas a demandas laborales.
El pago de intereses de la deuda ya supone casi un 25% del presupuesto
¡°En estos dos a?os y medio de transici¨®n, la clase pol¨ªtica ha sido incapaz de generar un proceso inclusivo, en el que todos los actores principales est¨¦n representados en el dise?o del marco institucional del pa¨ªs. Y ello tiene un coste evidente: no poder hacer reformas de calado¡±, sostiene el economista Amr Adly. Un buen ejemplo es el acuerdo nunca concluido en estos dos a?os de un pr¨¦stamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por unos 4.800 millones de d¨®lares. Pocos expertos ponen en duda su bondad, ya que supondr¨ªa un colch¨®n para moderar el efecto de las reformas econ¨®micas en los sectores m¨¢s vulnerables. El tipo de inter¨¦s que exige el FMI es relativamente bajo y ofrecer¨ªa una se?al de confianza a la inversi¨®n extranjera.
Sin embargo, el pr¨¦stamo es pol¨ªticamente t¨®xico, pues trae malos recuerdos de la era Mubarak. Los acuerdos con el FMI conllevaron la privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas, una mayor precariedad para muchos trabajadores y la multiplicaci¨®n de las desigualdades. Los tres ¨²ltimos Gobiernos han querido firmar el acuerdo, pero no lo han hecho por miedo a que la oposici¨®n lo utilizara como arma arrojadiza. Los Hermanos Musulmanes se opusieron al pr¨¦stamo cuando la Junta Militar detentaba el poder, pero luego s¨ª quisieron cerrarlo una vez obtenida la presidencia.
El flamante ministro de Planificaci¨®n, Ashraf al Arabi, sorprendi¨® a muchos analistas al afirmar que no hab¨ªa prisa para retomar las negociaciones. El FMI tambi¨¦n ha mostrado cierta prevenci¨®n, pues preferir¨ªa negociar con un Gobierno salido de las urnas y no de un golpe de Estado. El actual Ejecutivo tiene un perfil tecn¨®crata y est¨¢ formado por varios economistas de prestigio. El propio primer ministro, Hazem Beblawi, fue titular de Finanzas, lo que demuestra que reconducir la econom¨ªa es una prioridad para las nuevas autoridades. Pero los analistas dudan que el Gabinete tenga la voluntad de hacer reformas de calado. ¡°Este Gobierno no tiene el mandato pol¨ªtico para aplicar pol¨ªticas impopulares y de largo alcance que puedan exacerbar el desasosiego y ser pol¨ªticamente contraproductivas¡±, cree Farek Soussa, responsable para Oriente Pr¨®ximo de Citigroup.
Con los Hermanos Musulmanes en pie de guerra, lo m¨¢s probable es que el Gobierno interino piense solo en el corto plazo y posponga de nuevo las reformas hasta las pr¨®ximas elecciones, previstas para febrero. ¡°Este Gobierno no puede ser audaz, no solo por su interinidad, sino por la situaci¨®n de grave crisis pol¨ªtica del pa¨ªs. Su objetivo ser¨¢ mantener la paz social, evitar un estallido que pueda hacer descarrilar la transici¨®n, como intenta la Hermandad¡±, explica Adly.
Cada mes, el pa¨ªs acumula un d¨¦ficit p¨²blico de 3.200 millones de d¨®lares
Otro de los graves problemas econ¨®micos del pa¨ªs es la ca¨ªda de las reservas de divisas, que representan menos de la mitad de las pose¨ªdas antes de la revoluci¨®n que depuso a Mubarak. Las nuevas autoridades han recibido un bal¨®n de ox¨ªgeno de sus aliados del Golfo P¨¦rsico y grandes detractores de la Hermandad. Entre dep¨®sitos en el banco central, pr¨¦stamos y ayuda directa, Arabia Saud¨ª, Emiratos ?rabes y Kuwait han concedido a Egipto 12.000 millones de d¨®lares, lo que explica la tranquilidad del ministro de planificaci¨®n. El a?o pasado fue sobre todo Catar, aliado de los Hermanos Musulmanes, quien mantuvo a flote el pa¨ªs. Ahora bien, el agujero presupuestario es tan grande, que la ayuda supone solo un b¨¢lsamo a corto plazo.
En 2012, la econom¨ªa creci¨® un 2,2%, lejos del 6% que necesitar¨ªa para poder ofrecer trabajo a los m¨¢s de 700.000 j¨®venes que se incorporan cada a?o al mercado laboral. El turismo, una de las principales industrias del pa¨ªs, est¨¢ estancado. Desde la revoluci¨®n de 2011, su recuperaci¨®n se ha revelado un esfuerzo sis¨ªfico. Cada vez que pasan tres meses sin enfrentamientos callejeros, se dispara la esperanza entre hoteleros y comerciantes. Pero siempre llega un jarro de agua fr¨ªa en forma de una nueva ola violencia. Con ese grado de inestabilidad es dif¨ªcil que se anime la inversi¨®n extranjera. El magnate m¨¢s rico del pa¨ªs, Naguib Sawiris, cristiano y conocido detractor de Morsi, ha prometido que su familia ¡°va a invertir como nunca antes¡±. Pero el ahorro interno no basta para impulsar un crecimiento vigoroso.
Un sector que necesita cambios profundos es el sistema educativo. Egipto invierte solo el 3,8% del PIB en educaci¨®n, lo que ayuda a explicar que su sistema educativo se sit¨²e en el puesto 139 de los 144 pa¨ªses incluidos en el ranking del World Economic Forum. Entre los Estados con un nivel de riqueza parecido, tan solo Libia est¨¢ por debajo. ¡°Para competir en un mundo globalizado, la educaci¨®n es esencial. Sin un buen sistema educativo, no hay desarrollo posible¡±, asevera Magdy Milad, un consultor especializado en educaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.