Somos m¨¢s pobres
Son los ciudadanos con niveles m¨¢s bajos de renta quienes soportan la crisis con mayor intensidad
Cuando oigo a determinados portavoces econ¨®micos me parece que estoy ante quienes piensan y act¨²an como si fueran profetas de la felicidad, puesto que en su discurso machaconamente insisten en que est¨¢ a la vuelta de la esquina el momento en el que se empezar¨¢ a producir ¡°la curaci¨®n de las llagas¡± que la crisis ha ocasionado. Con rotundidad sostienen que nos encontramos en el final de la recesi¨®n, por lo que ya aflora la tan ansiada recuperaci¨®n. Ojal¨¢ sea as¨ª, aunque tengo dudas.
Creo que vivimos tiempos que no son precisamente de trilla, en los que cuando se efect¨²an afirmaciones tan categ¨®ricas como esas a las que he aludido aparecen personas que dicen: ?y ahora que?, habr¨¢ que dedicarse a resolver los problemas de los mayores, los j¨®venes, los inmigrantes, los emigrantes o los parados. El tambaleante futuro de estos colectivos lo recordaba no hace muchas semanas en estas mismas p¨¢ginas Adolfo Garc¨ªa Ortega. A la vista de cuanto a ellos les afectaba, se?alaba que nuestro mayor problema es que ¡°somos m¨¢s viejos, somos m¨¢s pobres, pero los ricos son m¨¢s ricos. Hay, pues, un brote agresivo de injusticia y de desigualdad¡±.
Tener tanta desigualdad es corrosivo para las instituciones y para la sociedad, por lo que ha de actuarse para hacerla desaparecer, colocando las cosas en su sitio.
Digo esto porque tras un largo quinquenio de crisis, la pol¨ªtica econ¨®mica, en t¨¦rminos de crecimiento y empleo, no ha ofrecido resultados tangibles. En muchas naciones, entre ellas Espa?a, los costes sociales del ajuste est¨¢n siendo insoportables, con el agravante que despu¨¦s de un periodo muy largo de convergencia econ¨®mica real con la UE la recesi¨®n nos ha conducido a una fase de clara divergencia impregnada de tintes intensos de regresi¨®n social.
Tener tanta desigualdad es corrosivo
Podr¨ªa buscar indicadores que lo demuestren. Uno de ellos es la renta por habitante, que alcanz¨® su m¨¢ximo en 2007, cuando lleg¨® a superar en 6 puntos la media comunitaria. Si ahora se toma como medida su promedio en la eurozona, la situaci¨®n de los espa?oles es 11 puntos inferior. Como desde que estall¨® la crisis la renta no ha dejado de caer, el desplome respecto del nivel comunitario ha sido tan persistente que ha puesto al descubierto las deficiencias del sistema productivo espa?ol.
El arrastre de esta cordada adquiere m¨²ltiples manifestaciones, que pueden evidenciarse recurriendo a caminos secundarios. El mejor de todos ellos es aquel que muestra las condiciones materiales de vida de los hogares espa?oles.
Fue en 2008 cuando en estos hogares los ingresos medios anuales (la renta) alcanzaron el nivel m¨¢s alto (26.500 euros). Pues bien, a partir de entonces se inicia un descenso persistente que llega hasta nuestros d¨ªas y que casi alcanza los 2.000 euros por a?o y hogar (un 7,14% menos).
Esta ca¨ªda ha obligado a realizar un ajuste muy importante de los gastos que ha alterado significativamente los h¨¢bitos de consumo. Desde 2007 hasta 2012 la reducci¨®n media anual de los gastos de consumo fue 3.849 euros (un 12,14%).
Desde semejantes perspectivas, resulta interesante analizar la Encuesta de presupuestos familiares recientemente publicada, realizando adem¨¢s una desagregaci¨®n de los gastos de consumo de hasta cinco d¨ªgitos, ya que as¨ª es posible profundizar en los ¨²ltimos cambios que se han producido.
De lo que m¨¢s han prescindido los espa?oles ha sido de los gastos destinados a renovar su vestuario (la ropa y el calzado). Igualmente, la crisis les ha impedido vivir mejor, cambiar de coche, viajar o salir de casa para poder a trav¨¦s de estas reducciones en el consumo afrontar las alzas de gastos en la adquisici¨®n de productos tan b¨¢sicos como los de transporte, educaci¨®n y sanidad.
A fin de cuentas, en 2012 los ciudadanos tuvieron que desembolsar m¨¢s para la adquisici¨®n de libros de texto, para pagar las matriculas escolares y los transportes, a los que a?adir unos copagos en los gastos farmac¨¦uticos.
Tras estos fotogramas se ve que son los cambios en la composici¨®n del gasto el factor que mejor desmiente la tesis de que la crisis se ha generalizado por igual en todas las capas sociales. No. Han sido los ciudadanos poseedores de niveles de renta m¨¢s bajos quienes la han soportado con mayor intensidad, hasta el punto de que las zonas de vulnerabilidad social se han visto ampliadas fuertemente.
Estamos caminando hacia atr¨¢s, puesto que se ha abierto una falla cuya explicaci¨®n se encuentra en diversos factores como son el paro, la mortalidad empresarial y los rescates bancarios, pero tambi¨¦n en la concentraci¨®n habida en algunas pol¨ªticas p¨²blicas como las de servicios sociales, sanidad y educaci¨®n y en las ayudas monetarias y en especie destinadas a las familias.
?Por qu¨¦ considero que las cosas han ido por ah¨ª? Porque sostengo que la crisis, los cambios en el mercado de trabajo y la regresiva intensidad de la intervenci¨®n p¨²blica han producido un shock que puede llegar a tener efectos permanentes sobre la distribuci¨®n de la renta en Espa?a. Es m¨¢s, si las brechas que se han abierto contin¨²an ampli¨¢ndose a lo largo de un periodo prolongado, la situaci¨®n puede tornarse en claramente conflictiva (Luis Ayala).
Por eso, si no se quiere que queden relegadas a un segundo plano las pol¨ªticas redistributivas ¡ªcon lo que ello supone¡ª habr¨ªa que darle la vuelta a la situaci¨®n actual.
El sistema tributario se ha visto que posee una reducida capacidad de respuesta, a la vez que no ha sido capaz de hacer frente a la demanda igualatoria. En ¨¦l se han desmantelado muchas de las posibilidades de control de las bases imponibles por parte de las autoridades tributarias. Esta ineficiencia ha permitido a los rendimientos m¨¢s din¨¢micos escapar con facilidad y con frecuencia a la vigilancia de los inspectores (J. Almunia).
Como se anuncian modificaciones globales del c¨®digo tributario, ser¨ªa muy conveniente evitar los graves errores cometidos en las reformas realizadas desde finales de los a?os noventa y no insistir en los prejuicios ideol¨®gicos que las inspiraron. Debilitar ¡ªuna vez m¨¢s¡ª la fiscalidad en Espa?a me parece una osad¨ªa que solo beneficia a pocos y perjudica a muchos.
La tensi¨®n entre cobertura universal en los servicios p¨²blicos sociales y su gratuidad, independientemente de la capacidad adquisitiva del perceptor, plantea la necesidad de reforzar la sostenibilidad financiera de los sistemas sociales, sobre todo cuando el endeudamiento adquiere niveles tan elevados como los que experimenta la sociedad espa?ola.
Por la v¨ªa del ingreso y por la del gasto ha de mejorarse la capacidad para distribuir la renta, reduciendo las crecientes desigualdades. En nuestro caso, adem¨¢s, son muy diversas las circunstancias carenciales que surgen debido a que la crisis se proyecta como un fen¨®meno social poseedor de potentes efectos transformadores que golpea y empobrece a muchas familias, haci¨¦ndolas perder una parte del bienestar que hab¨ªan alcanzado.
Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n es economista y primer adjunto al Defensor del Pueblo.
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