Atrapada en su ¡®lustro del diablo¡¯
La salud de los bancos es el gran quebradero de cabeza para Europa
El capitalismo es, a veces, una perfecta contradicci¨®n; un estupendo ox¨ªmoron. Es parad¨®jico que el peor momento de la Gran Recesi¨®n, en el que pudo pasar de todo, sea todav¨ªa la quiebra de Lehman Brothers. Porque aquel final de verano de 2008 fue pr¨¢cticamente el ¨²nico momento en el que sistema se atrevi¨® a aplicar de veras su regla de oro: que cada palo aguante su vela. El Gobierno estadounidense dej¨® caer Lehman, el cuarto banco de inversi¨®n del mundo, y apareci¨® el fantasma de una segunda Gran Depresi¨®n. Washington, con el supuestamente ultraliberal George W. Bush al mando, se vio obligado a dejar de lado esa m¨¢xima de inmediato para pasar a intervenir bancos, agencias hipotecarias y aseguradoras; Europa, que hab¨ªa fantaseado con el decoupling (el desacople de su econom¨ªa con respecto a la crisis norteamericana), se vio de repente en medio del remolino, en unas semanas de enfebrecida inestabilidad que se conocen como el trimestre del diablo. La crisis financiera fue mutando, convertida en una especie de monstruo con varias cabezas: sembr¨® el p¨¢nico en los mercados de deuda soberana y despu¨¦s fue ¡ªy sigue siendo, sobre todo en la UE¡ª econ¨®mica, pol¨ªtica y social.
Ha pasado un lustro desde que ocurri¨® todo aquello, y las aguas han vuelto a una relativa calma. EE UU y sus bancos se recuperan. Los emergentes han resistido, a pesar de que la marea negra de la Gran Recesi¨®n empieza a cruzar oc¨¦anos y amenaza ahora las costas de Brasil, India, China y compa?¨ªa. Solo Europa ¡ªy, con ella, sus bancos¡ª sigue atascada en su particular lustro del diablo, en el que tambi¨¦n pr¨¢cticamente todo ha sido posible, incluso, una ruptura del euro. En los peores momentos, los l¨ªderes europeos dieron siempre un paso adelante, pero con parches que no han alcanzado para adquirir suficiente velocidad de crucero. "Europa ha hecho lo suficiente para sortear el colapso, pero no para salir de esta con ¨¦xito", resume el profesor de Berkeley Barry Eichengreen.
A diferencia de EE UU, la eurozona est¨¢ pagando el exceso de austeridad
En los terror¨ªficos meses que siguieron a la ca¨ªda de Lehman Brothers, casi todos los Gobiernos del mundo se pusieron de acuerdo para compensar el repentino hundimiento del gasto privado y se aplicaron en desarrollar pol¨ªticas monetarias y fiscales expansivas. Parec¨ªa llegado el momento de la venganza de la pol¨ªtica, tras a?os de desregulaci¨®n y progresivo ninguneo del Estado en favor del mercado. Pero en 2010 ocurri¨® algo extra?o: una gran parte de la ¨¦lite del mundo, espoleada por los mismos banqueros que hab¨ªan recibido dinero p¨²blico a paletadas, decidi¨® arrojar por la borda las lecciones de la historia y empez¨® la era de la austeridad. A distintas velocidades: austeridad moderada en EE UU, que no hizo un giro completo y eso le ha permitido salir del pozo con m¨¢s claridad; y austeridad a rajatabla en Europa, que solo muy recientemente ha preferido cambiar de ret¨®rica y poner el acento en las reformas, pero que en la pr¨¢ctica sigue de lleno en esa pol¨ªtica econ¨®mica.
La eurozona est¨¢ pagando esos excesos con la tijera. Presenta leves signos de mejor¨ªa, pero ser¨¢ el ¨²nico gran bloque econ¨®mico del mundo que cerrar¨¢ el conjunto del a?o con una ca¨ªda del PIB. Y sobre todo con tremendas dudas en varios flancos, a pesar de la renovada complacencia de sus l¨ªderes. La deuda p¨²blica en la mayor¨ªa de los pa¨ªses no solo no baja, sino que aumenta. Los rescates han sido un fiasco. Los bancos continentales tienen menos colchones de capital que los estadounidenses y presentan serias incertidumbres. El paro y la pobreza est¨¢n en m¨¢ximos, y en algunos pa¨ªses ¡ªGrecia y Espa?a y, en menor medida, Portugal e Italia¡ª el desempleo presenta n¨²meros depresivos.
Pero los bancos, inicio y estaci¨®n final de esta crisis circular, son tal vez el gran quebradero de cabeza de Europa. La austeridad y la recesi¨®n no les han permitido recuperarse, a pesar de los centenares de miles de millones de dinero p¨²blico que han recibido. Y viceversa: sin bancos solventes que hagan lo que tienen que hacer ¡ªdar cr¨¦dito¡ª, ninguna econom¨ªa puede recuperarse.
El bucle diab¨®lico entre deuda soberana y banca sigue sin romperse y es un problema eminentemente europeo. Porque el continente no sabe manejarse en el jaleo: a partir de 2008, EE UU prest¨® ayuda a 13 entidades y dej¨® quebrar a medio millar de bancos. Europa ha dado ayudas de Estado a 50 entidades y sigue sin resolver c¨®mo demonios dejarlos caer, seg¨²n los datos de Bruegel. La uni¨®n bancaria, en pleno proceso de construcci¨®n, es probablemente la nueva piedra filosofal europea: del acierto en el dise?o de su infraestructura depende la tranquilidad del sistema financiero, y de ella se deducir¨¢ tambi¨¦n si los l¨ªderes quieren verdaderamente m¨¢s uni¨®n o si el proyecto europeo est¨¢ definitivamente varado.
¡°El problema con la banca europea tiene un componente pol¨ªtico: la relaci¨®n entre deuda soberana y sistema financiero sigue ah¨ª, sin romperse¡±, apunta Tano Santos, de la Universidad de Columbia. Europa tiene un doble examen para ver c¨®mo desata ese nudo gordiano. Por un lado tiene que disipar dudas: ¡°Sinceramente, no sabemos c¨®mo est¨¢n los bancos¡±, reconoc¨ªa a principios de verano el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Por otro, tiene que poner ¡ªuna vez m¨¢s¡ª una bazuca encima de la mesa para eliminar incertidumbres si se detectan agujeros de capital en las entidades. Las respuestas a esos interrogantes las tienen el Banco Central Europeo (BCE) y los l¨ªderes del euro.
El bucle diab¨®lico entre deuda soberana y sistema financiero sigue vivo
¡°El BCE va a arrojar mucha luz con su examen de la banca europea a partir de este oto?o¡±, apunta Santos. ¡°Va a haber muchas sorpresas: no ser¨ªa de extra?ar que apareciesen p¨¦rdidas, y fuertes, en pa¨ªses del centro, ya que, en la periferia, los bancos se han visto obligados a abrir sus libros de una forma que no se ha hecho en otros sitios¡±, a?ade. Una vez que est¨¦ listo ese examen, har¨¢ falta recapitalizar algunas entidades: con dinero privado, siempre que sea posible, y ¡ªuna vez m¨¢s, la maldici¨®n de esta crisis¡ª con dinero p¨²blico, cuando no lo sea. La destrucci¨®n creativa schumpeteriana, versi¨®n 2.0: siempre con la posibilidad de acudir al dinero p¨²blico, si la banca est¨¢ por medio.
El problema es que no est¨¢ claro de d¨®nde saldr¨ªan esos fondos. Europa trabaja en un mecanismo de resoluci¨®n de bancos. Pero para que el mecanismo sea cre¨ªble tiene que contar con financiaci¨®n p¨²blica, en teor¨ªa, sin l¨ªmite: eso implica transferencias entre pa¨ªses, y no es seguro que Merkel y compa?¨ªa est¨¦n dispuestos a tanto. Esa es la pr¨®xima clave de la crisis europea.
Es poco probable un nuevo Lehman Brothers en la eurozona: ni en el sistema bancario ni en forma de un evento sist¨¦mico, como la fractura del euro por algunos de los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles. Y sin embargo, nadie acaba de fiarse. ¡°Cinco a?os despu¨¦s de verle las orejas al lobo, Europa a¨²n no tiene una uni¨®n bancaria propiamente dicha. Apenas un esbozo insuficiente para futuras crisis, que las habr¨¢. Algunos problemas siguen ah¨ª: bancos demasiado grandes para caer, riesgos excesivos y una autoridad de resoluci¨®n insuficiente¡±, afirma Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales.
Preocupan los bancos, cargados hasta las cejas de deuda p¨²blica y faltos de capital, con el sistema financiero fragmentado y un Banco Central que no acaba de sustanciar aquella promesa ¡ª¡°todo lo que haga falta¡±¡ª y cuya pol¨ªtica monetaria laxa no se transmite all¨¢ donde m¨¢s se necesita. Preocupan varios pa¨ªses, metidos en una espiral endemoniada. Y preocupan los l¨ªderes, y Alemania en particular, autores intelectuales de una gesti¨®n de la crisis muy cuestionada. ¡°Europa no ha tenido el valor de limpiar de verdad su banca. Un sistema financiero demasiado grande, como el europeo, es siempre un problema, a no ser que sea tremendamente fuerte. Y no es el caso. La banca tiene enormes bolsillos de vulnerabilidad¡±, resume Daniel Gros, director del think tank bruselense CEPS. ¡°La uni¨®n bancaria podr¨ªa crear las estructuras para que ese v¨ªnculo entre deuda soberana y bancos se debilitara, pero eso no va a ser de la noche a la ma?ana¡±. Ese periodo intermedio, esa tierra de nadie hasta contemplar la uni¨®n bancaria, se adivina fundamental. Y aqu¨ª y all¨¢ se adivinan arenas movedizas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.