Cinco a?os en el limbo
Aparentemente, cuando el banco de inversi¨®n estadounidense Lehman Brothers colaps¨® en 2008 y deton¨® la peor crisis financiera desde la Gran Depresi¨®n, se form¨® un amplio consenso sobre la causa de la crisis.
Un sistema financiero inflado y disfuncional hab¨ªa asignado incorrectamente el capital y en vez de gestionar el riesgo, lo cre¨®.
La desregulaci¨®n financiera ¡ªjunto con el dinero barato¡ª contribuy¨® a una excesiva toma de riesgos. Y la pol¨ªtica monetaria ser¨ªa relativamente ineficaz para revivir la econom¨ªa, incluso si se lograba evitar el colapso total del sistema financiero con dinero a¨²n m¨¢s barato. Por tanto, ser¨ªa necesaria una mayor dependencia de la pol¨ªtica fiscal (un mayor gasto p¨²blico).
Cinco a?os m¨¢s tarde, mientras algunos se felicitan a s¨ª mismos por evitar otra depresi¨®n, nadie en Europa o Estados Unidos puede afirmar que la prosperidad ha regresado. La Uni¨®n Europea est¨¢ empezando a emerger de la reca¨ªda en la recesi¨®n (y en algunos casos, de una doble reca¨ªda), mientras que algunos Estados miembros est¨¢n en depresi¨®n. En muchos pa¨ªses de la UE, el PIB se mantiene por debajo, o insignificantemente por encima, de los niveles previos a la recesi¨®n. Casi 27 millones de europeos est¨¢n en el paro.
Algo similar ocurre en Estados Unidos: 22 millones de personas que desean un empleo a tiempo completo no logran encontrarlo. La tasa de actividad en la fuerza de trabajo estadounidense ha ca¨ªdo a niveles que no se ve¨ªan desde que las mujeres comenzaron a ingresar en el mercado laboral de forma masiva. El ingreso y la riqueza de la mayor¨ªa de los estadounidenses se encuentran por debajo de niveles muy anteriores a la crisis. De hecho, la renta t¨ªpica de un trabajador masculino a tiempo completo es menor que hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas.
S¨ª, hemos hecho algunas cosas para mejorar los mercados financieros. Ha habido alg¨²n aumento en los requisitos de capital, pero mucho menos de lo necesario. Algunos de los derivados m¨¢s arriesgados ¡ªlas armas financieras de destrucci¨®n masiva¡ª han sido incluidos en las Bolsas de valores. Eso ha aumentado su transparencia y ha reducido el riesgo sist¨¦mico, pero a¨²n se negocia un elevado volumen en opacos mercados no organizados, lo que significa que sabemos poco sobre la exposici¨®n al riesgo de algunas de nuestras mayores instituciones financieras.
Solo un cuarto del vaso est¨¢, como mucho, lleno; para la mayor parte de la gente, las tres cuartas partes est¨¢n vac¨ªas
De igual manera, se ha puesto freno a algunas pr¨¢cticas crediticias predatorias y discriminatorias y a comportamientos abusivos de las tarjetas de cr¨¦dito, pero todav¨ªa sobreviven conductas con el mismo nivel de explotaci¨®n. Los trabajadores pobres contin¨²an siendo explotados demasiado a menudo a trav¨¦s de anticipos salariales con intereses de usura. Los bancos que dominan el mercado a¨²n obtienen elevadas tarifas por las transacciones con tarjetas de d¨¦bito y cr¨¦dito a los comerciantes, quienes se ven obligados a pagar varias veces el precio que tolerar¨ªa un mercado verdaderamente competitivo. Esto es, sencillamente, un impuesto que enriquece las arcas privadas en vez de destinarse a prop¨®sitos p¨²blicos.
Otros problemas contin¨²an sin ser tratados y algunos han empeorado. El mercado hipotecario estadounidense a¨²n sigue conectado a un respirador: el Gobierno ahora asegura m¨¢s del 90% de las hipotecas y la Administraci¨®n del presidente Barack Obama ni siquiera ha propuesto un nuevo sistema que garantice pr¨¦stamos responsables con t¨¦rminos competitivos. El sistema financiero se ha concentrado a¨²n m¨¢s, algo que exacerb¨® el problema de los bancos, que no solo son demasiado grandes y est¨¢n demasiado interconectados y correlacionados para caer, sino que tambi¨¦n son demasiado grandes para ser gestionados y para pedirles responsabilidades. A pesar de un esc¨¢ndalo tras otro, desde lavado de dinero y manipulaci¨®n del mercado hasta discriminaci¨®n racial en los cr¨¦ditos y las ejecuciones hipotecarias ilegales, ning¨²n funcionario de alto nivel ha sido se?alado como responsable; cuando se impusieron sanciones financieras, fueron mucho menores de lo necesario, no fuera a ser que las entidades sist¨¦micamente importantes pudieran verse en peligro.
Las agencias de calificaci¨®n de riesgo han sido declaradas responsables en dos juicios privados. Pero tambi¨¦n en este caso lo que pagaron fue una fracci¨®n de las p¨¦rdidas que caus¨® su actuaci¨®n. Algo m¨¢s importante a¨²n, el problema subyacente ¡ªun sistema de incentivos perversos en el que reciben dinero de las empresas a las que califican¡ª, a¨²n debe cambiar.
Los banqueros presumen de haber pagado totalmente los fondos de rescate que recibieron del Gobierno cuando comenz¨® la crisis. Pero nunca parecen mencionar que cualquiera que hubiera recibido enormes cr¨¦ditos gubernamentales a tasas de inter¨¦s cercanas a cero podr¨ªa haber ganado miles de millones con el mero hecho de prestar nuevamente ese dinero al Gobierno. Tampoco mencionan los costosos impuestos al resto de la econom¨ªa: una p¨¦rdida acumulada del producto en Europa y EE UU que supera largamente los 5 billones de d¨®lares.
Mientras tanto, result¨® que quienes sostuvieron que la pol¨ªtica monetaria no ser¨ªa suficiente estaban en lo cierto. S¨ª, todos fuimos keynesianos, pero durante demasiado poco tiempo. El est¨ªmulo fiscal fue reemplazado por la austeridad, con efectos adversos predecibles ¡ªy predichos¡ª sobre el desempe?o de la econom¨ªa.
Hay en Europa quienes est¨¢n contentos porque la econom¨ªa puede haber tocado fondo. Con el regreso del crecimiento del producto, la recesi¨®n ¡ªdefinida como dos trimestres consecutivos de contracci¨®n econ¨®mica¡ª oficialmente ha terminado. Pero sin importar c¨®mo se la mire en busca de resultados significativos, una econom¨ªa en la cual los ingresos de la mayor¨ªa de la gente se encuentran por debajo de sus niveles previos a 2008 a¨²n est¨¢ en recesi¨®n. Y una econom¨ªa en la cual el 25% de los trabajadores (y el 50% de los j¨®venes) est¨¢n desempleados ¡ªcomo ocurre en Grecia y en Espa?a¡ª contin¨²a deprimida. La austeridad ha fracasado y no hay perspectivas de un pronto regreso al pleno empleo (no sorprende que las perspectivas para EE UU, con su versi¨®n m¨¢s limitada de la austeridad, sean mejores).
El sistema financiero puede ser m¨¢s estable que hace cinco a?os, pero eso implica un bajo list¨®n: en aquel momento se tambaleaba al borde del precipicio. Quienes se felicitan a s¨ª mismos en el Gobierno y el sector financiero por el regreso de los bancos a la rentabilidad y por las tibias ¡ªaunque dif¨ªciles de conseguir¡ª mejoras regulatorias deben centrarse en lo que todav¨ªa resta por hacer. Solo un cuarto del vaso est¨¢, como mucho, lleno; para la mayor parte de la gente, las tres cuartas partes est¨¢n vac¨ªas.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es catedr¨¢tico de la Universidad de Columbia.
Traducci¨®n de Leopoldo Gurman.
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