Las canas revolucionan la econom¨ªa espa?ola
El envejecimiento de la poblaci¨®n impacta en todos los sectores, que se preparan para este segmento de clientes
¡°La demograf¨ªa es destino¡±. Lo escribi¨® hace m¨¢s de 200 a?os el fil¨®sofo franc¨¦s Auguste Comte. Nos advert¨ªa de que el futuro del ser humano vive ligado a su comportamiento como especie. Est¨¢ anclado a sus nacimientos y defunciones. A la edad de su poblaci¨®n. A sus movimientos. A la vida y, sobre todo, al discurrir del tiempo. La semana pasada, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) presentaba las proyecciones demogr¨¢ficas para Espa?a en la pr¨®xima d¨¦cada y esa fotograf¨ªa positivada a c¨¢mara lenta nos revel¨® la imagen de una fuerte ca¨ªda de la natalidad y un envejecimiento de la poblaci¨®n, y por primera vez, desde la Guerra Civil, habr¨¢ m¨¢s defunciones que nacimientos. Todos seremos m¨¢s viejos. La esperanza de vida se ir¨¢ alargando y en 2022 ser¨¢ de 87 a?os para las mujeres y 81,8 para los hombres. Son 2,5 y 1,9 a?os m¨¢s que los que vivimos ahora. Y para entonces, en esta tierra habitada de pueblos distintos e historias diferentes, residir¨¢n 9,7 millones de personas mayores de 64 a?os, cerca de 1,5 millones m¨¢s que en la actualidad. De ellas, 23.428, centenarias, el doble de las que sumamos hoy. Tesoros nacionales.
En un pa¨ªs en el que los minutos ser¨¢n m¨¢s largos para todos, los ancianos revolucionar¨¢n la econom¨ªa. Es, quiz¨¢, la fuerza de cambio social m¨¢s importante en la historia socioecon¨®mica reciente de Espa?a desde que en los a?os setenta del siglo pasado se creara una clase media. ¡°Es una situaci¨®n comparable y, adem¨¢s, opuesta. Esa clase fue fruto del baby boom [nacidos entre 1957 y 1977], y ahora vivimos la situaci¨®n contraria, quienes crecen son los ancianos y no los ni?os¡±, reflexiona Carlos Mart¨ªn, economista experto en demograf¨ªa de Comisiones Obreras (CC OO). Y alerta: ¡°Una sociedad envejecida es una sociedad enferma¡±. ?Ser¨¢ as¨ª? ?Enfermamos?
La situaci¨®n de envejecimiento de Espa?a ¡°es irreversible, pero no es una cat¨¢strofe¡±. Esta es la primera frase que deja Antonio Abell¨¢n Garc¨ªa, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) y toda una referencia en estos asuntos. ¡°Si desaparece la forma de pir¨¢mide de poblaci¨®n y se convierte en un pilar, no es un fracaso. Hablamos de un ¨¦xito, ya que demuestra que no fallecen tantos ni?os, adultos o adolescentes¡±. En el fondo, ¡°vivimos m¨¢s porque vivimos mejor¡±, sintetiza. Lo cual no quiere decir que miremos hacia otro lado, pues las cifras nos amenazan. A partir de 2023, el proceso de envejecimiento del pa¨ªs se acelerar¨¢ porque comienza la jubilaci¨®n del baby boom. ¡°Debemos ocuparnos intensamente de los temas de envejecimiento pero no tenemos que alarmarnos, ya que la alarma lleva a la sociedad por caminos equivocados¡±, matiza el investigador.
Con m¨¢s preocupaci¨®n o menos, la sociedad a la que vamos ser¨¢ muy diferente, y, por eso, las empresas y la propia econom¨ªa tendr¨¢n que adaptarse. El envejecimiento lo cambia todo o casi todo. Las finanzas, el consumo, los inmuebles, la industria farmac¨¦utica, la sanidad, el dise?o de productos, el sector del autom¨®vil, la tecnolog¨ªa, el ocio. Con la mayor longevidad se ha ganado tiempo, y las organizaciones que sepan manejarlo tendr¨¢n una gran ventaja.
Paco Abad, director de la consultora aBest innovaci¨®n social, narra que a las pol¨ªticas de envejecimiento en la empresa les suceder¨¢ lo mismo que a las de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). ?Lo recuerdan? Tardaron en implantarse, sin embargo, cuando empez¨® el boom llegaron de forma vertiginosa. Esto ocurrir¨¢, seg¨²n calcula Abad, en tres o cinco a?os. Porque el mayor tiempo de vida de los espa?oles se ha convertido en una gran oportunidad de negocio si se logran respuestas a los desaf¨ªos. Por ejemplo, abaratar los productos y servicios b¨¢sicos para que sean asequibles con unas pensiones cada vez m¨¢s bajas; mejorar el dise?o de los envases de muchos art¨ªculos con el fin de que resulten manejables; favorecer la vida aut¨®noma en el hogar y adaptar viviendas, infraestructuras de transporte y espacios p¨²blicos.
El 67% de los ancianos compra m¨¢s de una vez cada semana
En el fondo, la edad arroja dos guantes al mundo de la empresa. La necesidad de crear nuevos productos y servicios que den contestaci¨®n a este envejecimiento y, a la vez, concebir una manera diferente de gestionar la vida laboral de sus plantillas. Las organizaciones deben entender que ¡°hacerse mayor es la base de la existencia humana y una oportunidad ¨²nica para mezclar la energ¨ªa de los j¨®venes y la sabidur¨ªa de los adultos mayores¡±, observa Enrique Alcat, profesor de IE Business School. Y a?ade: ¡°Es inadmisible acabar con la vida laboral de una persona a los 55 a?os¡±.
Estamos, pues, obligados a prestar atenci¨®n a la radiograf¨ªa de este nuevo joven que llega a Espa?a. Tiene unos ingresos estables a trav¨¦s de las pensiones ¡ªlo que le convierte en un buen consumidor potencial¡ª, se encuentra mejor preparado laboralmente que sus antecesores y, por lo general, se siente sano y activo. Incluso, hay quien, como Jordi Rifa, director de industria de la consultora Everis, revela el nacimiento de lo que llama ¡°la cuarta edad¡± (mayores de 80 a?os). ¡°Un cliente y un nicho de mercado espec¨ªfico, de gran calado para las empresas y con unas necesidades diferentes¡±, dictamina el analista.
El comercio toma nota
Esas necesidades distintas ya se dejan sentir en los lineales del supermercado. La gran distribuci¨®n ha interiorizado el profundo efecto que tiene el envejecimiento en los productos de consumo. ?C¨®mo va a manejar una persona mayor esos enormes detergentes, lavavajillas o champ¨²s que pesan un quintal? ¡°Los art¨ªculos ser¨¢n livianos, m¨¢s f¨¢ciles de abrir, con tipograf¨ªas grandes, transportables con sencillez y acorde a las cantidades que consumen¡±, desgrana V¨ªctor Mirabet, consejero delegado de la consultora Coleman CBX. ¡°Es una revoluci¨®n¡±.
La transformaci¨®n ha empezado ya por ofrecer a los ancianos productos con ese componente bio o saludable. La consultora Nielsen se ha interesado por este tema y ha firmado un estudio, El mercado s¨¦nior, cada vez son m¨¢s, en el que ha pedido la opini¨®n a los mayores de 55 a?os. Ellos cuentan que cada vez consumen menos bebidas alcoh¨®licas y m¨¢s productos ricos en calcio. El trabajo tambi¨¦n revela que el 90% ve casi todos los d¨ªas la televisi¨®n, y el 67% sale a comprar m¨¢s de una vez a la semana. Excelentes pistas para crear una estrategia de marketing.
Y siguiendo el lineal llegamos a los bancos y el dinero. Los ancianos de la pr¨®xima d¨¦cada exigir¨¢n unas finanzas distintas. ¡°Es un inversor m¨¢s activo, posee mayores conocimientos financieros [esc¨¢ndalos como las preferentes han forzado ese aprendizaje] y opera a trav¨¦s de Internet¡±, describe Carlos Trevijano, socio especializado en finanzas de KPMG.
La distribuci¨®n ha empezado a ofrecerles productos bio y saludables
Por eso, un mercado de casi diez millones de personas no ha pasado desapercibido para los bancos, y algunos, los m¨¢s innovadores, dise?an estos d¨ªas productos para esta poblaci¨®n. Bankinter es uno de ellos, y aunque en el competitivo mundo financiero manda la discreci¨®n, su arquitectura bien podr¨ªa transitar por instrumentos que produzcan rentas gen¨¦ricas o fondos de inversi¨®n que distribuyan dividendos. Pues para las entidades es un nicho goloso.
¡°Los clientes de edad avanzada son los que m¨¢s patrimonio acumulan y demandan mayores servicios de asesoramiento¡±, resume Santiago Garc¨ªa, responsable de productos de inversi¨®n de Citi. Otra caracter¨ªstica que comparte este inversor maduro es ¡°la aversi¨®n al riesgo¡±, apunta Juan Esquer, socio del banco GBS Finanzas. Pero este perfil muta y evoluciona.
Sostiene Ricardo Gonz¨¢lez, director comercial de Mutuactivos, la gestora del Grupo Mutua Madrile?a, que parece probable que cambie el tipo de instrumentos en los que invierten los espa?oles de mayor edad. ¡°Hasta ahora concentraban las inversiones en productos garantizados y de renta fija con el objetivo de preservar el capital. Si se comienza a ahorrar antes y, adem¨¢s, se dispone de ese dinero m¨¢s tarde a trav¨¦s de rentas temporales o vitalicias, quiz¨¢ deber¨ªamos incrementar el riesgo usando instrumentos como los planes de pensiones¡±. El deseo del Gobierno de rebajar un 30% las comisiones de estos activos puede ser un buen aliciente.
De todas formas habr¨¢ que ser m¨¢s creativo que antes, ya que el principal producto financiero pensado solo para los ancianos fueron las hipotecas inversas (permite a los mayores de 65 a?os cambiar su piso por una renta peri¨®dica y seguir viviendo en su casa hasta el fin de sus d¨ªas), y no han funcionado. Tal vez porque los hijos o nietos no quieren prescindir de ese patrimonio familiar. Y tampoco parece que cuaje la Bolsa. Solo el 10% de los clientes de la agencia burs¨¢til IG Markets supera los 60 a?os.
Cuando el hogar es hostil a ciertas edades
Y junto a las finanzas, quiz¨¢ sea el sector inmobiliario el que notar¨¢ con m¨¢s intensidad la nueva demograf¨ªa. Cada vez encontramos m¨¢s ancianos viviendo en soledad, y esa sensaci¨®n de que la casa se cae encima, seg¨²n dicen los soci¨®logos, aumentar¨¢ cuando pase la crisis. Ahora se mitiga porque muchos hijos contin¨²an viviendo en el hogar. Pero, con el tiempo, la casa dejar¨¢ de estar encendida y la vivienda se ver¨¢ que resulta inapropiada. Fallar¨¢ el tama?o, los equipamientos, y para entonces, la incomodidad (enchufes fuera de altura, fregaderos y ba?os no adaptados, ni dise?ados para adultos mayores; suelos que deslizan, carencia de ascensores, ausencia de insonorizaci¨®n...) resultar¨¢ evidente. Esto facilita la entrada de una potente industria de la dom¨®tica y la rehabilitaci¨®n. Tanto dentro como fuera del hogar.
¡°Ser¨¢ necesaria la rehabilitaci¨®n integral de barrios enteros y no solo en el centro de la ciudad, sino tambi¨¦n en la periferia, localidades que tienen un parque de viviendas muy antiguo que no cumple con las condiciones m¨ªnimas que necesitan las personas para vivir, muchas de ellas mayores¡±, prev¨¦ Carlos Smerdou, consejero delegado de Foro Consultores.
Pero este negocio, que tambi¨¦n puede trasladarse a la segunda residencia, tanto para ancianos espa?oles como extranjeros, y que podr¨ªa descargar una lluvia millonaria sobre el magullado ladrillo, tiene que saber leer la idiosincrasia de esta poblaci¨®n. ¡°Hay que evitar los guetos. No tienen ¨¦xito. Los mayores, al menos los espa?oles, valoran las redes sociales. No quieren un barrio de ancianos. Por tanto, ?ojo! con las ciudades residenciales, al estilo estadounidense, solo para viejos¡±, advierte Antonio Abell¨¢n Garc¨ªa, del CSIC.
Los bancos se vuelcan en un sector de 10 millones de personas
Los ancianos huyen de los espacios asfixiantes y, apoyados en esa mayor duraci¨®n de la vida, reclaman atenci¨®n. Por eso, todo lo relativo a la dependencia tiene posibilidades, una vez que los sucesivos recortes de la Administraci¨®n la hayan desangrado. Lo que iba a convertirse en el cuarto pilar del Estado de bienestar se diluye o lo diluyen. En 2013, el n¨²mero de personas atendidas se ha reducido en m¨¢s de 15.000. Hay urgencia y necesidad.
Y como una respuesta a esa precariedad y frustraci¨®n entra en juego la ¡°nueva familia¡±. Estas son las dos palabras que emplea para nombrarla Gerardo Meil, autor del estudio Individualizaci¨®n y solidaridad familiar (Fundaci¨®n La Caixa). En este espacio familiar, ambos c¨®nyuges tienen trabajos remunerados y, como m¨¢ximo, dos hijos. Al disponer de poco tiempo, cuidan a sus ancianos de ¡°una forma teledirigida¡±, admite el experto. Por eso delegan en centros asistenciales privados o en profesionales que acuden a casa.
Poco extra?a, pues, que la salud, seg¨²n comenta Nielsen, se haya convertido en la primera preocupaci¨®n de los ancianos espa?oles. L¨®gico. Tambi¨¦n la l¨®gica impone que la propensi¨®n a consumir medicamentos aumenta con la edad y con la esperanza de vida. Estas dos situaciones reman a favor de la industria farmac¨¦utica, que siente el negocio.
¡°El 60% de todo el consumo farmac¨¦utico procede de los mayores de 65 a?os¡±, puntualiza Pedro Luis S¨¢nchez, director del departamento de Estudios de Farmaindustria. Tambi¨¦n llegan, ahonda un informe de la gestora Fidelity, buenas noticias para los fabricantes de medicamentos gen¨¦ricos, distribuidores de f¨¢rmacos y aseguradoras de salud, no solo por el envejecimiento, sino debido a los esfuerzos de los Gobiernos por controlar la presi¨®n sobre los costes de los sistemas sanitarios p¨²blicos.
Sin embargo, despu¨¦s de todo este relato lleno de n¨²meros y palabras, el inexorable envejecimiento nos conduce a lo relevante: las personas. Y al igual que vivimos un cambio demogr¨¢fico debe haberlo en la sociedad espa?ola para comprender que los ancianos son tesoros nacionales. Desde 1966, en Jap¨®n, un pa¨ªs con unos habitantes tambi¨¦n cargados de a?os, el tercer lunes de septiembre se celebra el Keiro no Hi (D¨ªa del Respeto a los Ancianos). Un recordatorio del valor de lo que todos ¡ªsi el destino nos lo permite¡ª seremos alg¨²n d¨ªa.
La dificultad de hacer planes sin dinero
Es como trazar la cartograf¨ªa de un desastre. La corredur¨ªa de seguros March JLT ha calculado cu¨¢les ser¨¢n las pensiones m¨¢ximas en tres d¨¦cadas distintas, y sus cifras parecen tener clavadas una astilla de hielo en el coraz¨®n. Apunten los a?os y las percepciones. En 2023, la pensi¨®n tope tendr¨¢ el mismo poder adquisitivo que una de 1.628 euros hoy en d¨ªa; durante 2033, de 1.097 euros, y en 2043 tocar¨¢ fondo con 887 euros. Y para entonces estaremos m¨¢s solos. Porque si la econometr¨ªa lleva raz¨®n, el Fondo de Reserva, ese colch¨®n al que el Estado recurre cuando los ingresos de los empleados activos no cubren los costes de las pensiones, "desaparecer¨¢ en 2019 o 2020", augura ?lvaro Monterde, experto en previsi¨®n social del br¨®ker asegurador. Y pese a que otros analistas, como la gestora Mutuactivos, no den fecha, s¨ª hablan de "agotamiento". C¨®mo no va a estar cansado, si vivimos en los n¨²meros rojos.
Al cierre de 2012, las cotizaciones de los trabajadores, que son las que financian a los pensionistas, sumaron 90.549 millones de euros, mientras que las pensiones contributivas costaron 103.514 millones. La mayor esperanza de vida, la baja tasa de natalidad y el retraso a la hora de acceder al mercado laboral rompen el equilibrio entre ingresos y costes. Y como los n¨²meros no salen hay que disponer de la "hucha de las pensiones". Aunque mengue.
En 2012 hab¨ªa 63.008 millones de euros, y este ejercicio la Administraci¨®n habr¨¢ sacado 11.648 millones del Fondo. O sea, quedan 51.360, a los que habr¨ªa que sumar los intereses de la deuda p¨²blica en la que invierte este instrumento. En total, unos 53.000 millones de euros. En esta situaci¨®n, el Gobierno f¨ªa el equilibrio a que Espa?a empiece a crecer. "Pero est¨¢ por ver si la intensidad de la recuperaci¨®n econ¨®mica puede compensar aumentos del gasto de las pensiones como los que se dan estos d¨ªas", reflexiona Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, economista jefe de Citi.
Mientras se despejan las dudas, el coste de esta partida ya representa el 10,7% del PIB del pa¨ªs y los analistas buscan soluciones. Jaime Sol, socio de People Services de KPMG, prev¨¦ que ganar¨¢ peso la previsi¨®n social a trav¨¦s de los planes de pensiones de empresa y los individuales. Otros expertos plantean un factor de sostenibilidad que incluya la esperanza de vida y la relaci¨®n entre ingresos y gastos del sistema de pensiones. Propuestas, por cierto, que llevan la demograf¨ªa en contra. Porque las proyecciones del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) para el periodo 2013-2023 advierten de que en la franja de 22 a 66 a?os se perder¨¢n 3.151.506 personas, y a la vez aumentar¨¢n los mayores de 66 a?os, que aportan 1.288.620 individuos. Es un futuro en el que crecen las clases pasivas y se desmoronan las activas. Negro porvenir.
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