A Brasil le faltan turistas
A pesar de que el a?o pasado el flujo de viajeros creci¨® un 6%, a¨²n no llegan a seis millones al a?o
Dif¨ªcil encontrar a alguien, en cualquier rinc¨®n del mundo que no confiese su sue?o de poder visitar Brasil. Los que lo hacen, en un 98% se van asegurando que desean volver, seg¨²n datos del Ministerio de Turismo.
?Por qu¨¦ entonces Brasil sigue recibiendo tan pocos turistas extranjeros? Los n¨²meros son elocuentes: a pesar de que el a?o pasado el flujo tur¨ªstico creci¨® un 6%, quiz¨¢s influenciado ya por las luces del Mundial y de los Juegos Ol¨ªmpicos, no llegan a¨²n a seis millones las personas que cada a?o aterrizan en este pa¨ªs ( y de ellos casi un mill¨®n y medio son de los vecinos argentinos)
Y es un pa¨ªs que posee 8.000 kil¨®metros de playas, la mayor¨ªa v¨ªrgenes; una de las selvas, como la Amazon¨ªa, considerada uno de los mayores santuarios de bellezas naturales del planeta; un espect¨¢culo como el del Pantanal, o los famosos Len?ois do Maranh?o. O el santuario intocable de Fernando de Noronha, una especie de Gal¨¢pagos brasile?a, o sus ciudades joyas del barroco portugu¨¦s, como Ouro Preto, Diamantina,Tiradentes, Paraty y tantas otras. O ciudades m¨ªticas como R¨ªo o Salvador de Bah¨ªa.
Ese pu?ado de apenas seis millones de turistas extranjeros que llegan a Brasil, un pa¨ªs con un potencial, dicen los expertos, para poder recibir hasta 40 millones, revela que la pol¨ªtica para atraer extranjeros a Brasil a pesar de los esfuerzos del gobierno en los ¨²ltimos a?os, no resulta f¨¢cil.
Y eso a pesar del reclamo que el pa¨ªs ha tenido en este ¨²ltimo decenio despu¨¦s de la llegada del carism¨¢tico Lula da Silva que supo y sigue sabiendo vender el pa¨ªs al mundo, mejor que nadie.
Entre 133 pa¨ªses, Brasil es la segunda que ofrece mayores recursos naturales del Planeta y la 14 con mayor n¨²mero de bienes culturales. Sin embargo es uno de los pa¨ªses que menos turismo atrae, algo que contrasta con su enorme territorio. Del total de m¨¢s de mil millones de turistas que visitan la Tierra cada a?o, Brasil recibe s¨®lo una cifra insignificante de seis millones.
Entre los 50 puntos tur¨ªsticos m¨¢s visitados del mundo, seg¨²n la Traved en Leisure, no aparece ninguno de Brasil. M¨¦xico est¨¢ presente con el Z¨®calo. Con la mitad de habitantes de Brasil y con un territorio cuatro veces y media menor, M¨¦xico recibe cuatro veces m¨¢s turistas ( 23 millones en 2012) que Brasil.
Las cifras del turismo brasile?o, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial del Turismo (OMT) se hacen a¨²n m¨¢s dram¨¢ticas si comparadas no s¨®lo con la de los Estados Unidos, sino tambi¨¦n con Europa. Con territorio 98 veces menor que Brasil, Portugal, recibe un mill¨®n m¨¢s de turistas (7,2 millones). Espa?a, pa¨ªs al que llegan diez veces m¨¢s turistas que a Brasil (56,7 millones) cuenta con un territorio, 16 veces menor y una poblaci¨®n cinco veces menor. Hasta Ucrania recibe cuatro veces m¨¢s turistas que Brasil (21 millones). Egipto y Turqu¨ªa, dos pa¨ªses con continuos conflictos sociales reciben 12 y 30 millones de turistas.
?Qu¨¦ Brasil est¨¢ muy lejos, por ejemplo, de Europa? China est¨¢ a la misma distancia de Espa?a que Brasil (9.000 Kms) y es m¨¢s visitada. Y Australia dos veces m¨¢s lejos (16.000 kms) y all¨ª llegan los turistas europeos que a Brasil.
Las personas que llegan hasta Brasil, no s¨®lo desean volver en un porcentaje de casi un cien por cien, debido solo a sus bellezas, que son tantas, sino tambi¨¦n a causa del calor humano que encuentran entre sus gentes de norte a sur del pa¨ªs.
Hasta en la cosmopolita S?o Paulo, capital financiera del pa¨ªs, con fama de ser una de las ciudades m¨¢s serias, los turistas europeos, por ejemplo, admiran el trato delicado que reciben.
Si esos turistas aterrizan en los para¨ªsos naturales de Nordeste, el recuerdo que se llevan de la amabilidad de sus gentes, generalmente pobres, es imborrable.
Y a los europeos que llegan hasta all¨ª, a veces despu¨¦s de mil peripecias de viaje, nunca les he visto quejarse de que fuera inc¨®modo llegar. Lo es muchas veces, pero aquellas bellezas lo compensan.
Recuerdo que, hace unos a?os, hice para el suplemento de viajes de este diario, un reportaje de un rinc¨®n de para¨ªso perdido en el nordeste, llamado Japaratinga, en Alagoas, en cuyas playas se puede vivir varias veces al d¨ªa el espect¨¢culo de la alta y baja marea que siembra de corales blancos sus playas. Y bucear entre sus arrecifes de cristal.
Llegar no fue f¨¢cil. Desde R¨ªo fue un d¨ªa de viaje. Aterric¨¦ al atardecer, a una pousada m¨ªnima, sin el menor lujo, con las habitaciones pegadas a la arena de la playa. Hab¨ªan preparado para el pu?ado de turistas que albergaban, una mesita en la playa con copas de champagne para celebrar la luna llena que estaba llegando para iluminar el mar.
Escrib¨ª el reportaje y volv¨ª meses despu¨¦s. Al levantarme me dijeron que en la madrugada hab¨ªan llegado dos extranjeros que se hab¨ªan perdido. Resultaron ser dos j¨°venes madrile?os. Fui a hablar con ellos. Me explicaron su odisea de viaje. ¡°Hab¨ªamos le¨ªdo un art¨ªculo en EL PA?S y no resistimos. Nos vinimos¡±. Les pregunt¨¦ si estaban arrepentidos: ¡°No, porque esto es demasiado bello¡±, me respondieron. Y vamos a volver.
Si Brasil no consigue a¨²n atraer el turismo que exigir¨ªa su capacidad de bellezas y atracci¨®n, ciertamente no se debe a que los que llegan no vuelvan siempre sorprendidos, felices y gratificados.
?Por qu¨¦ entonces no vienen m¨¢s?
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