Recuperaci¨®n incompleta y desigual
La gesti¨®n de la crisis ha ampliado la brecha en la distribuci¨®n de la renta y de la riqueza
En este a?o, seg¨²n todas las previsiones, las econom¨ªas avanzadas crecer¨¢n m¨¢s que en el pasado, compensando el menor dinamismo de las emergentes. Incluso Jap¨®n verificar¨¢ definitivamente los resultados de las dos primeras flechas de la ¡°Abenomics¡±: est¨ªmulos fiscales, expansi¨®n monetaria y las menos visibles reformas estructurales.
A pesar de ser el origen de la crisis, la m¨¢s acertada combinaci¨®n de decisiones, a fuer de su mayor flexibilidad relativa, convertir¨¢ a la econom¨ªa estadounidense en la m¨¢s expansiva de las avanzadas. La reducci¨®n del desempleo, principal objetivo de las pol¨ªticas econ¨®micas, ha pasado del 10% en el oto?o de 2009 al 7% actual. Esta tasa de paro no es, sin embargo, satisfactoria: el presidente de la Reserva Federal ha se?alado hace unos d¨ªas, en la reuni¨®n anual de la Asociaci¨®n Econ¨®mica Americana, que refleja por si sola que la ¡°recuperaci¨®n es incompleta¡±. Un cuadro algo distinto del que tenemos m¨¢s cerca.
La eurozona ser¨¢ un a?o m¨¢s la regi¨®n con un crecimiento m¨¢s tibio y peores registros de empleo. No se anticipa una variaci¨®n de PIB muy superior al 1% y reducciones significativas del desempleo desde el 12% actual. Con una tasa de inflaci¨®n hist¨®ricamente baja, del 0,7% en diciembre, el riesgo de japonizaci¨®n, advertido en estas p¨¢ginas hace algunas semanas, dispone hoy de mayor virtualidad. Y tambi¨¦n de mayor respaldo acad¨¦mico.
Ha sido el exsecretario del Tesoro estadounidense y profesor en Harvard, Larry Summers, el que ha contribuido a que la idea de ¡°estancamiento secular¡± renueve su vigencia. Aunque en su conferencia del pasado noviembre, en un seminario del Fondo Monetario Internacional (FMI), fuera la econom¨ªa de su pa¨ªs la principal referencia, es obvio que sus advertencias son de aplicaci¨®n a la mayor¨ªa de las avanzadas. Desde luego a la eurozona.
El crecimiento econ¨®mico y el del empleo de la mayor¨ªa de las econom¨ªas avanzadas seguir¨¢n evolucionando por debajo de su potencial. En realidad, ya ven¨ªan haci¨¦ndolo desde a?os antes del inicio de la crisis, a pesar del mantenimiento de tipos de inter¨¦s reales negativos. A los obst¨¢culos a un crecimiento suficiente ahora habr¨ªa que a?adir las secuelas dejadas por la crisis. De forma mucho m¨¢s expl¨ªcita que antes de 2008, el reducido crecimiento coexistir¨¢ con unas pol¨ªticas monetarias que disponen de un margen de maniobra mucho menor. La continuidad de estas, sin embargo, no garantiza la mejora significativa de las condiciones crediticias, pero s¨ª abona la emergencia de nuevas burbujas en los precios de los activos propiciatorias de crisis financieras como la que estamos tratando de superar.
La eurozona ser¨¢ un a?o m¨¢s la regi¨®n con un crecimiento m¨¢s tibio y peores datos de empleo
Por eso es razonable que Summers proponga como alternativa al excesivo protagonismo que en esas condiciones tendr¨¢ la inversi¨®n financiera, el fomento de la inversi¨®n productiva. Pol¨ªticas que restauren una situaci¨®n en la que coincida un suficiente crecimiento econ¨®mico con tipos de inter¨¦s igualmente razonables. En concreto, m¨¢s inversi¨®n p¨²blica y mayores incentivos a la inversi¨®n empresarial. Esa sugerencia para Estados Unidos tendr¨ªa tambi¨¦n una mayor virtualidad en la eurozona.
Sin est¨ªmulos a la demanda en aquellas econom¨ªas con capacidad de maniobra en sus finanzas p¨²blicas, como es el caso de Alemania, las consideradas perif¨¦ricas apenas podr¨¢n avanzar en la mejora de sus principales desequilibrios: el desempleo y el endeudamiento privado y p¨²blico. Y no podr¨¢ certificarse la superaci¨®n de la crisis, como ha recordado el presidente del Banco Central Europeo (BCE) a quienes tratan de echar las campanas al vuelo de forma prematura.
Como es sabido, tras una crisis financiera la fase de recuperaci¨®n es particularmente compleja: est¨¢ condicionada por un dif¨ªcil proceso de desapalancamiento y de saneamiento de los balances de todos los agentes econ¨®micos. Desde luego de los propios bancos. Y esto es particularmente relevante en una de las econom¨ªas m¨¢s bancarizadas, como la espa?ola. El cr¨¦dito sigue contray¨¦ndose y la natalidad empresarial neta tampoco asciende. Adem¨¢s, la sobrecarga de la construcci¨®n residencial ha sido tan importante antes de la crisis que su capacidad para contribuir a la recuperaci¨®n econ¨®mica, como ocurri¨® en otras fases, seguir¨¢ siendo muy limitada.
En 2014, el ritmo de crecimiento previsto para nuestra econom¨ªa, en el entorno del 1%, no permitir¨¢ una significativa reducci¨®n del desempleo ni el fortalecimiento de la solvencia de familias y empresas. El primero sigue provocando ca¨ªdas de la renta disponible que no favorecen una reducci¨®n del endeudamiento compatible con la recuperaci¨®n del consumo, principal componente de nuestro PIB. Sin su dinamismo, la recaudaci¨®n tributaria y, en definitiva, el saneamiento de las finanzas p¨²blicas, no avanzar¨¢n suficientemente. Recuperaci¨®n tibia e incompleta que tampoco frenar¨¢ la ampliaci¨®n de la desigualdad en la distribuci¨®n de la renta y de la riqueza que esta crisis est¨¢ acentuando.
Pol¨ªticas fiscales insuficientemente distributivas aplicadas en las d¨¦cadas previas a la crisis ya hab¨ªan ensanchado esa brecha en la distribuci¨®n de la renta y de la riqueza. La gesti¨®n de la crisis las ha ampliado notablemente. Es verdad que ha ocurrido en la pr¨¢ctica totalidad de las econom¨ªas avanzadas, pero las consecuencias en Espa?a son m¨¢s inquietantes, dado el nivel de endeudamiento de las familias de menor renta. Adem¨¢s, la continuidad de reducciones en el gasto p¨²blico seguir¨¢ afectando de forma m¨¢s adversa a las familias con menor renta y riqueza.
Menor crecimiento y ampliaci¨®n de la desigualdad son dos de los resultados de esas pol¨ªticas fiscales de austeridad a ultranza aplicadas de forma indiscriminada en la eurozona. Tambi¨¦n desde hace tiempo son visibles otros resultados contrarios a los pretendidos, como el aumento en el stock de esa deuda en relaci¨®n con los PIB de las econom¨ªas. Parad¨®jicamente, ahora el aumento de la deuda coexiste con mejoras en su cotizaci¨®n, con descensos en los tipos de inter¨¦s de la misma. Y es que los mercados de bonos parecen atender mucho m¨¢s a la disposici¨®n de las autoridades a adoptar decisiones excepcionales, como las anunciadas por el presidente del BCE, que a la insistencia en restricciones fiscales en solitario y excesivamente concentradas en el tiempo que dificultan la superaci¨®n del estancamiento.
Aunque el saneamiento de las finanzas p¨²blicas ha de ser un objetivo a medio plazo, la orientaci¨®n excesivamente contractiva de la pol¨ªtica fiscal en el corto plazo es contraproducente, ha destacado Ben Bernanke, en la conferencia citada: ¡°Con las pol¨ªticas fiscales y monetarias trabajando en direcciones opuestas, la recuperaci¨®n es m¨¢s d¨¦bil de lo que ser¨ªa en caso contrario¡±.
Por eso la eurozona, desde luego Espa?a, necesita nueva demanda e inversi¨®n. En nuestro caso, idealmente inversi¨®n extranjera directa, dado el todav¨ªa relativamente elevado nivel de apalancamiento de las empresas espa?olas. Fortaleciendo la capacidad de producci¨®n tambi¨¦n se har¨¢ con el empleo y, a partir de ah¨ª, mejorar¨¢ la evoluci¨®n de la deuda de las familias y el consumo. Son v¨ªas susceptibles de concretar a poco que la coordinaci¨®n intracomunitaria funcione. Garantizar¨ªan un crecimiento mayor que el ahora previsto en el ¨¢rea monetaria y, no menos importante, el establecimiento de las bases para no ampliar m¨¢s la desigualdad: la que se est¨¢ enquistando en la distribuci¨®n de la renta y de la riqueza en el seno de las econom¨ªas del sur, y aquella otra entre estas econom¨ªas y las del norte de Europa. De lo contrario, las hoy moderadamente optimistas previsiones econ¨®micas de la regi¨®n pueden ser contaminadas por tensiones sociales y pol¨ªticas de m¨¢s complicada soluci¨®n.
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