Urbanismo y democracia
Gamonal: Punto final de una forma de hacer pol¨ªtica local.
Todas las figuras de planeamiento urban¨ªstico son, por imperativo legal, objeto de exposici¨®n p¨²blica para que los ciudadanos puedan examinar los planes y formular alegaciones. Suele abrirse un debate p¨²blico, pero la decisi¨®n corresponde al ¨®rgano municipal o auton¨®mico, y lo que la mayor¨ªa de los ciudadanos piensan no es vinculante. No deber¨ªa ser as¨ª cuando una gran mayor¨ªa de ciudadanos no est¨¢ de acuerdo. Lo mismo deber¨ªa suceder con los proyectos de obras de cierta entidad que afectan a una parte considerable de los vecinos.
En este aspecto, la regulaci¨®n en Espa?a es clar¨ªsimamente insuficiente. Es urgente y necesario profundizar en la democratizaci¨®n de las instituciones y en lo que se viene denominando con el t¨¦rmino anglosaj¨®n empowerment: el empoderamiento ciudadano.
Hace unos a?os, en la ¨¦poca de las vacas gordas y el urbanismo salvaje, tuve la ocasi¨®n de participar en una conversaci¨®n entre alcaldes, concejales, algunos catedr¨¢ticos y expertos en Derecho local. La mayor¨ªa de los presentes coincid¨ªan en que era un signo de modernidad y madurez democr¨¢tica el hecho de que los ciudadanos deseaban no tener que intervenir en los asuntos p¨²blicos locales, salvo a la hora de votar cada cuatro a?os y prefer¨ªan vivir despreocupados de las cuestiones que afectaban a la colectividad, lo que supon¨ªa para ellos una mayor tranquilidad y bienestar. Por supuesto discrep¨¦ rotundamente. Que los ciudadanos se desentiendan de la cosa p¨²blica no puede ser de ninguna de las maneras, ni antes ni ahora, un signo de modernizaci¨®n y mucho menos de madurez democr¨¢tica.
En primer lugar porque, de entenderlo as¨ª, tendr¨ªamos que lamentar, como lo estamos haciendo ahora, muchos errores del pasado, muchos casos de actuaciones nacidas del capricho y de las ocurrencias del gobernante de turno que, en nombre de sus representados, pero sin contar con ellos, ungido de la sacrosanta mayor¨ªa de votos electorales que le otorga poderes plenipotenciarios y que todo lo justifica, acomete iniciativas con las que la gran mayor¨ªa de los ciudadanos afectados no s¨®lo no est¨¢n de acuerdo, sino que se ven obligados a soportar y a sufrir, a veces para toda su vida. Y sobre todo ver¨ªamos, como estamos viendo, una cantidad de casos de corrupci¨®n que no tiene por menos que escandalizar a todos y que acrecientan diariamente la ya casi abismal barrera que separa a los ciudadanos de sus, en teor¨ªa, representantes pol¨ªticos, as¨ª como el nivel de desprestigio y desinstitucionalizaci¨®n de las entidades locales. Casos concretos al respecto est¨¢n en la mente de todos.
En segundo lugar porque si de verdad creemos en la democracia, lo que en ning¨²n caso procede es privar a los ciudadanos del leg¨ªtimo derecho de participar activamente en las decisiones que les afectan. En democracia los poderes p¨²blicos tienen la obligaci¨®n de informar a todos y facilitarles el acceso a las decisiones y a las instituciones y no, por el contrario, instalarse c¨®modamente en el ejercicio del poder ignorando a aquellos en nombre de los cuales se toman las decisiones y gobiernan, rode¨¢ndose de un tranquilo y apacible silencio ciudadano.
Ser¨¢n pocos todos los esfuerzos por democratizar a fondo las instituciones y erradicar todo aquello que de autoritario a¨²n pervive y contin¨²a vigente en nuestro ordenamiento jur¨ªdico y con toda seguridad las iniciativas en este sentido ser¨¢n bienvenidas y verdadera y sinceramente agradecidas por la sociedad civil.
Por ese camino debemos seguir si queremos construir una verdadera y efectiva democracia que adquiera pleno significado, y dotar de aut¨¦ntico prestigio a las instituciones locales, sin miedos ni reticencia alguna. Las resistencias a este proceso, que auguro inevitable, no son ni pueden ser otra cosa que reminiscencias del autoritarismo que, por cierto, rezuma en todo el ordenamiento jur¨ªdico, y seguir¨¢ rezumando mientras no haya cambios de mentalidad profundos y necesarios que conduzcan a su erradicaci¨®n, pues de una u otra manera todas las normas actuales tienen sus antecedentes en, y son el fruto de la evoluci¨®n de los c¨®digos y ordenamientos de tiempos pasados, basados fundamental y principalmente en el autoritarismo y la dominaci¨®n, sea ¨¦sta real, nobiliaria, ideol¨®gica, econ¨®mica o de otro tipo.
Eulalio ?vila, es secretario e interventor de Administraci¨®n Local.
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