Sin velocidad de despegue
Los analistas econ¨®micos utilizan indicadores para determinar en qu¨¦ fase de la recuperaci¨®n se encuentran los pa¨ªses que han padecido una crisis. Uno de ellos, suficientemente reputado, es Wolfgang M¨¹nchau, quien recientemente ha valorado los que se emplean con esa finalidad.
?C¨®mo puede saber si una econom¨ªa est¨¢ en recuperaci¨®n? El procedimiento m¨¢s seguro consiste en calcular la tasa de ocupaci¨®n, establecida como porcentaje de la poblaci¨®n en edad de trabajar (de 16 a 64 a?os). Haciendo uso de las estad¨ªsticas de la OCDE, M¨¹nchau manifiesta que en Espa?a esa proporci¨®n ha bajado del 66,6 % en 2007 al 56,7% en 2012.
Un enfoque como el que lleva a cabo supone situar al empleo en el centro de la discusi¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica. Por ello, considero pertinente actualizar esos datos a trav¨¦s de los que acaba de dar a conocer la EPA. Quienes esperaban que esta mostrara la finalizaci¨®n de la recesi¨®n en el mercado de trabajo no han podido ocultar su decepci¨®n, por el rev¨¦s que se ha producido en la recuperaci¨®n del empleo.
La ¨²ltima EPA hace imposible sostener que ha llegado el cambio en el ciclo del empleo
Como viene ocurriendo desde que estall¨® la crisis, el empleo todav¨ªa contin¨²a destruy¨¦ndose en una cuant¨ªa importante. Debido a ello, la contracci¨®n ocurrida a lo largo del ¨²ltimo sexenio ha supuesto la desaparici¨®n de 3.670.000 puestos de trabajo.
Pues bien, cuando parec¨ªa que esa tendencia dejaba de persistir, nos hemos encontrado con un tropez¨®n. Es m¨¢s, incluso medido en t¨¦rminos desestacionalizados, la ocupaci¨®n ha vuelto a bajar, en contra de lo sucedido al finalizar 2013. Con esa marcha atr¨¢s resulta imposible sostener que ha llegado ya el cambio de comportamiento en el ciclo del empleo.
El n¨²mero de parados ha alcanzado la cifra de 5.933.000 personas, lo que supone una reducci¨®n de 2.300 respecto del trimestre anterior. Esta cuant¨ªa es peque?a, pero positiva, ya que se sit¨²a muy lejos de aquellos aumentos que el desempleo experiment¨®, en este trimestre, durante todos los a?os de la crisis.
Hay razones para pensar que a¨²n se acentuar¨¢ m¨¢s esta reducci¨®n del paro en la EPA. Digo esto porque, inmersos en un ajuste laboral brutal y sobrecogedor todav¨ªa queda un ¨²ltimo rasgo: la ca¨ªda de la poblaci¨®n activa, fruto de un flujo de personas que ahora salen de la ocupaci¨®n y del desempleo para convertirse en inactivos y que en los ¨²ltimos doce meses han llegado a 424.500. Ah¨ª han ido a parar crecientes colectivos de trabajadores que, habiendo llegado a la conclusi¨®n de que nunca m¨¢s encontraran trabajo, dejan de buscarlo. Tambi¨¦n entran en ese contingente muchos inmigrantes que han decidido volver a sus pa¨ªses de origen. En sinton¨ªa con ellos act¨²an bastantes espa?oles, j¨®venes y no tan j¨®venes, que obligados a malvivir, encadenados por contratos de corta duraci¨®n y con escasas expectativas de mejora, deciden buscar fuera lo que aqu¨ª no est¨¢ a su alcance.
Hay que apostar por el crecimiento para que no se quede atr¨¢s una parte destacada de la poblaci¨®n
?Qu¨¦ tiene que ocurrir para que esos flujos de la poblaci¨®n activa entren en la ocupaci¨®n y no en el desempleo? Que cambie la l¨®gica de expulsi¨®n propiciada por la reforma laboral sustituy¨¦ndola por otra diferente, en la que sea la inclusi¨®n la que adquiera el protagonismo. Este cambio de filosof¨ªa econ¨®mica conlleva una apuesta directa y expresa a favor del crecimiento que ha de formularse, para que una parte destacada de la poblaci¨®n no se quede definitivamente atr¨¢s, v¨ªctima de la rueda de la historia.
Aqu¨ª llevamos a?os durante los cuales como los avances en la producci¨®n han sido modestos han originado efectos considerablemente peores. Cuando a ese bajo crecimiento se le resta una elevada productividad, el resultado se concreta en que tan solo queda para el aumento del empleo una proporci¨®n muy exigua y residual.
Las cifras de la crisis, se?alan que la evoluci¨®n de la actividad econ¨®mica en Espa?a no hace sino confirmar lo dicho. La productividad ha aumentado en el 12 %, el empleo se ha reducido en el 19%, bastante m¨¢s que el PIB que en estos a?os ha perdido alrededor del 7%.
Moverse en medio de un tri¨¢ngulo tan estrecho resulta harto complejo, sobre todo en un pa¨ªs, en el que los bancos hace bastante tiempo que dejaron de conceder cr¨¦ditos, aumentando las dificultades econ¨®micas de las empresas. En esas circunstancias el Gobierno elev¨® el gradiente al rehuir tomar medidas para estimular la demanda, o a hacer m¨¢s ancha la oferta productiva, mejorando la competitividad y la capacidad de innovaci¨®n de muchas empresas espa?olas.
No hay recuperaci¨®n que se sostenga sin niveles m¨¢s altos de actividad
Semejante resistencialismo ha ahogado la situaci¨®n de muchas de ellas, puesto que no hay recuperaci¨®n que se sostenga sin niveles m¨¢s altos de actividad, para que desde ellos se abran las puertas del mercado laboral. Se ha favorecido la cancelaci¨®n de cualquier tipo de salida, lo que hace que vaya produci¨¦ndose un deslizamiento hacia las soluciones atonas. Ante ellas, las valoraciones que se llevan a cabo son claramente minimalistas. Como no puede ser de otra manera, se ve como algo muy positivo, que el paro aunque sea en muy escasa cuant¨ªa, caiga; que el empleo, en alg¨²n momento, suba. Apenas si hay argumentos para decir algo m¨¢s, pero creo que debe constatarse que este modelo de recuperaci¨®n, carente de vigor, lo que nos empuja es hacia una situaci¨®n fallida para millones de ciudadanos (J. Sevilla).
?Cu¨¢nto tiempo tendr¨¢ que pasar para volver a llegar a los niveles de empleo previos a la crisis? Antes de que M¨¹nchau explicitara su propuesta, una pl¨¦yade de economistas espa?oles se hab¨ªan acercado a esta cuesti¨®n (O. Alonso, J. Andr¨¦s, M. Cardoso, A. Costas, R. Domenech).
Para ellos, el reto con que hemos de confrontarnos es el de la creaci¨®n de empleo, ya que es la palanca que posibilitar¨¢ recuperar el bienestar anterior a la crisis. Las hip¨®tesis que han barajado, a¨²n siendo diversas, conducen a enfoques bastante coincidentes. Volver a recobrar los niveles de ocupaci¨®n existentes es una tarea que solo puede lograrse mediante un esfuerzo perseverante, iniciado ahora y continuado a lo largo de un espacio dilatado de tiempo. Si antes de la crisis era habitual decir que creciendo entre el 2 % y el 3 % aumentaba el empleo, tiene sentido fijar como crecimiento objetivo del PIB el 2,5 % a lo largo de los pr¨®ximos a?os.
Igualmente, es un hecho relevante el tener en cuenta el n¨²mero de personas que consiguen ese avance en la producci¨®n. En la ¨²ltima fase de expansi¨®n se generaron muchos puestos de trabajo (de poca calidad, baja productividad y reducida retribuci¨®n) que se destruyeron con enorme facilidad cuando se desencadeno el vendaval de la crisis. Debido a ello, ha aparecido una parad¨®jica situaci¨®n que hace que las reformas laborales sigan sin proporcionar la estabilidad esperada. Ahora, se ha visto, que ¡°la destrucci¨®n¡± de empleo nos ha llevado a los mayores niveles de productividad del presente siglo. Espa?a es el ¨²nico pa¨ªs del mundo que tiene una productividad antic¨ªclica, que solo aumenta cuando el pa¨ªs est¨¢ de pena. (I. Cebri¨¢n).
Soy consciente de que detr¨¢s de todo esto hay un problema de modelo y de dise?o de pol¨ªtica econ¨®mica, que ahora no voy a explicitar. Tan solo dir¨¦ que la volatilidad y las bruscas oscilaciones hacen aconsejable manejar objetivos razonables, que ayuden a superar las dificultades existentes, en lugar de acentuar los graves problemas a los que tenemos que hacer frente. Hay una convergencia en tratar de calcular como podr¨ªa absorberse el empleo hasta ahora destruido, un crecimiento promedio del 2,5 %, una elevaci¨®n de la productividad del 0,6 y un crecimiento del empleo del 1,9 %. Si todo ello se consiguiera, se tardar¨ªan a¨²n 10 a?os m¨¢s en recuperar lo destruido, lo que supone que habr¨ªa que emplear 17 a?os en superar los efectos que la crisis ha ocasionado en el mercado de trabajo. Dos preguntas saltan inmediatamente a la vista:
?Es posible socialmente retardar tanto tiempo la soluci¨®n a esta cuesti¨®n? ?Qu¨¦ sociedad tendremos despu¨¦s de aplicar durante otros 10 a?os m¨¢s la pol¨ªtica de austeridad empobrecedora? Ahora bien, mantener un objetivo del 2,5 % de aumento del PIB, a lo largo de los pr¨®ximos 10 a?os, no ser¨¢ sencillo ya que el potencial de la econom¨ªa se ha reducido. En los a?os de expansi¨®n se situaba alrededor del 3 %, mientras que hoy en d¨ªa se encuentra en el 1,5 %. Con menos potencia y capacidad, el empleo crecer¨¢ de manera muy lenta, por lo que una proporci¨®n elevada de la poblaci¨®n se ver¨¢ relegada a una vida de escaso trabajo. Pol¨ªticamente creo que ha de evitarse un resultado de ese tipo, aunque para ello haya que levar a cabo una tarea de titanes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.