Deconstruyendo al notario
Cuando se otorga un negocio lo que se espera es que compruebe y asegure de que todo est¨¢ bien
"?Para qu¨¦ necesito ir al notario, si lo ¨²nico que hace es dar fe de lo que yo hago y firmar despu¨¦s?". Esta afirmaci¨®n, u otras similares, suelen aparecer cuando se critica el trabajo del notario. Cuando me la hacen a m¨ª, frecuentemente contesto que no solamente no es cierta, sino que, adem¨¢s, probablemente no la cree quien la ha hecho.
Vamos a comprobarlo con un ejemplo algo extremo. Imaginemos que usted, amable lector de este art¨ªculo, acude a un notario para adquirir un inmueble, firma la escritura correspondiente, y a cabo de un tiempo se entera de que el representante de la sociedad vendedora no ten¨ªa legitimaci¨®n para vender, que el inmueble ten¨ªa un embargo que usted desconoc¨ªa, y que adem¨¢s usted ha pagado el precio met¨¢lico en una cantidad que excede de la permitida por la ley, por lo que va a ser objeto de una sanci¨®n por parte de Hacienda. Un desastre, en definitiva. L¨®gicamente, usted acudir¨¢ a ese notario a pedirle explicaciones. Pero el notario le responde que la culpa es exclusivamente de usted, porque ¨¦l se ha limitado a dar fe de lo que ustedes le dec¨ªan, de modo que se lava las manos, le advierte de que debe asumir las consecuencias y le aconseja que tenga m¨¢s cuidado la pr¨®xima vez.
?Admitir¨ªa usted una respuesta de este tenor y se reprochar¨ªa a s¨ª mismo por no haber indicado mejor al notario aquello de lo que deb¨ªa dar fe? Tengo la completa seguridad de que la respuesta es negativa, y es muy razonable que as¨ª sea. Y, sin embargo, esta ser¨ªa la ¨²nica contestaci¨®n coherente con la afirmaci¨®n expuesta al principio: si el notario se limita a dar fe y firmar, no le pida otra cosa cuando han surgido problemas. No obstante, todos esperamos mucho m¨¢s cuando acudimos a ¨¦l, y por eso en realidad nadie cree en esa afirmaci¨®n.
Cuando se otorga ante notario un negocio, sea cual sea, una compraventa, un testamento, una hipoteca o una fusi¨®n de sociedades, lo que se espera es que este compruebe y se asegure de que todo est¨¢ bien. En general. Eso incluye, en primer lugar, que el negocio en cuesti¨®n cumpla todos los requisitos legales, sean civiles, administrativos, mercantiles, fiscales o de cualquier otra naturaleza aplicable al caso, tarea cada vez m¨¢s ardua dada la velocidad con la que se legisla en la actualidad, solamente equiparable a la mala calidad t¨¦cnica de las leyes que se publican. Y tambi¨¦n se espera del notario un cierto consejo o asesoramiento sobre si el negocio pretendido es el m¨¢s conveniente para los intereses del cliente, frente a otras posibilidades (por ejemplo, si hacer testamento repartiendo los bienes es mejor o peor que hacer donaciones en vida). En definitiva, se espera de ¨¦l que controle la legalidad, que exija toda la documentaci¨®n que sea necesaria o conveniente, que aconseje, oriente e informe, y que finalmente redacte el clausulado del negocio. Y, por cierto, tambi¨¦n que d¨¦ fe de todo ello.
Los principales documentos notariales son las escrituras y las actas. Son documentos p¨²blicos, lo que quiere decir que tienen efectos muy potentes, porque as¨ª lo determina el legislador. Desde el punto de vista jur¨ªdico, son s¨²perdocumentos. Uno de esos efectos tan especiales es, precisamente, que su contenido est¨¢ amparado por la fe p¨²blica, de modo que si en una escritura o un acta consta que algo se ha dicho o se ha otorgado, a los efectos legales es as¨ª, y nadie lo va a discutir. La fe p¨²blica hace sencillas cosas que son bastante complicadas. Un ejemplo bastante frecuente: voy a derribar una casa antigua que tiene una ventana a la casa de al lado, en la nueva casa pondr¨¦ de nuevo la ventana y quiero demostrar que esa ventana exist¨ªa previamente, por si a?os despu¨¦s me demanda el vecino para que la cierre. Pues bien, basta con que se hagan fotos de la ventana antigua y el notario d¨¦ fe del d¨ªa en que se hicieron. Nadie discutir¨¢ en el futuro que ese d¨ªa y a esa hora, esa ventana exist¨ªa.
Una labor poco conocida del notario pero que es muy apreciada y hasta admirada en los pa¨ªses anglosajones es la de archivero. Todos los documentos que salen de la notar¨ªa son copias, los originales quedan protocolizados, es decir, encuadernados en esos gruesos tomos que se pueden ver en cualquier notar¨ªa, preparados para que cualquier interesado pueda pedir una copia del mismo, d¨ªas, meses, a?os o incluso d¨¦cadas despu¨¦s de haberse firmado, sin haberse preocupado de conservarlo durante todo este tiempo y sin haber pagado nada por esa conservaci¨®n. Otro ejemplo: una persona me solicit¨® en la notar¨ªa una copia del testamento de su abuelo y de una compraventa que hab¨ªa otorgado este, ambas del a?o¡1955. Dos horas despu¨¦s, se las llevaba con un coste total que no fue superior a 100 euros. Ahora pidan a la administraci¨®n o a un juzgado una copia de un documento de hace tres a?os y comparen.
M¨¢s all¨¢ de t¨®picos, el notario es una profesi¨®n realmente ¨²til y eficaz. No obstante, si la enorme crisis econ¨®mica de los ¨²ltimos a?os nos ha mostrado que algo hemos debido hacer todos mal, y es necesaria no solamente la cr¨ªtica, sino, e incluso m¨¢s, la adecuada autocr¨ªtica. En todo caso, hay que situar los acontecimientos en perspectiva, a la hora de analizar los comportamientos no solamente de los notarios, sino de todos los que han tenido alguna parte o alg¨²n papel durante los a?os de la burbuja inmobiliaria.
Ahora mismo, la actualidad absoluta la tienen conceptos como transparencia, consumidor, cl¨¢usulas abusivas, protecci¨®n en la ejecuci¨®n hipotecaria, limitaciones al banco, etc. Sin embargo, recordemos c¨®mo era la situaci¨®n hace por ejemplo 8 o 10 a?os: inmuebles que se compraban y se vend¨ªan al poco tiempo con plusval¨ªas incre¨ªbles (o incluso que simplemente se marcaban y se ¡°daba el pase¡± al comprador final del promotor), gente haciendo cola frente a la caseta de la promotora para se?alizar pisos, personas que sin ser expertas en el tema se dedicaban a promover y vender, compras de varias plazas de garaje para alquilarlas o venderlas pero sin necesidad real de ellas, hipotecas con intereses baj¨ªsimos en las que se dec¨ªa al cliente que pidiera m¨¢s ¡°para amueblar la casa¡±, suelos r¨²sticos que al ser recalificados eran las Minas del Rey Salom¨®n para su afortunado propietario, ning¨²n ahorro dinerario porque el verdadero ahorro era el inmobiliario aunque hubiera que endeudarse¡ En esa ¨¦poca desquiciada desde luego que podr¨ªa haberse incidido m¨¢s en cuestiones de informaci¨®n y transparencia, de garant¨ªas y l¨ªmites, pero me temo que todo el mundo estaba ¡°a otra cosa¡±: aqu¨ª hab¨ªa dinero a espuertas y oportunidades que no se pod¨ªan dejar escapar, dado que el ladrillo nunca iba a dejar de subir, seg¨²n se dec¨ªa.
Una ¨²ltima cuesti¨®n: ahora que se habla tanto de recortar los gastos de la administraci¨®n, hay que recordar que es m¨¢s costoso para el erario p¨²blico cualquier Observatorio, por min¨²sculo que sea, de cualquier autonom¨ªa, que los 3.000 notarios, sus oficinas, sus locales, su mobiliario y sus 25.000 empleados. Porque todos ellos tienen un presupuesto con cargo a las arcas p¨²blicas muy ajustado: cero euros. Toda la estructura notarial, as¨ª como la conservaci¨®n de los protocolos a lo largo de los a?os se financia a trav¨¦s del arancel, y nada a trav¨¦s del Estado ni de los impuestos del contribuyente.
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