Monedas virtuales y sociales: ?c¨®mo funcionan?
Los inversores deben de tener en cuenta la falta de respaldo oficial de estos medios de pago
A la hora de exportar un producto, la empresa exportadora no aceptar¨¢, por norma general, pagos que no sean en d¨®lares o euros. Aunque la moneda del importador sea de curso legal, reconocida internacionalmente y sin demasiados problemas para canjearse en euros, puede no cumplir con la regla de oro para ser aceptada como medio de pago: no es digna de confianza.
La confianza que nos inspira el dinero de ¡°curso legal¡± tiene una historia relativamente corta. Hasta principios del siglo XX, aunque era aceptado com¨²nmente, era dinero bancario que sustitu¨ªa al oro en las transacciones. Cualquiera pod¨ªa, en teor¨ªa, exigir que le pagasen en oro o ir a cualquier banco y canjear sus billetes en oro; si ¨¦ste se negaba a hacerlo pod¨ªa significar su quiebra. Con las necesidades financieras de los preparativos de la primera gran guerra mundial, Francia y Alemania aprobaron la ¡°Legislaci¨®n de Curso Legal¡± en 1909, mediante la cual las promesas de pago, que eran al fin y al cabo los billetes y monedas, pasaron a convertirse propiamente en moneda. Esto abri¨® la v¨ªa al endeudamiento, proporcionando a las autoridades monetarias la posibilidad de aumentar la cantidad de dinero en circulaci¨®n por encima de sus reservas de oro o divisas.
Pero no es la presencia de una autoridad monetaria la que determina la confianza en una moneda, ya que sin su presencia se est¨¢ dando en los ¨²ltimos a?os la creaci¨®n de monedas ¡°no oficiales¡±. En este sentido conviene hacer la distinci¨®n entre monedas virtuales: que s¨®lo se pueden usar en transacciones electr¨®nicas y las monedas sociales, que son alternativas m¨¢s parecidas a las monedas tradicionales de curso legal, estando de hecho basadas en ellas.
Entre las del primer tipo, la m¨¢s conocida es el bitcoin, que parece ser la moneda ideal para transacciones electr¨®nicas, sobre todo desde que cuenta con el respaldo de cada vez m¨¢s empresas vinculadas a Internet, siendo ¨¦sta la raz¨®n de su creaci¨®n y existencia. Otra cosa distinta es que se le haya visto potencial especulativo, lo que le ha hecho entrar en otro juego distinto de aquel para el que fue creada. Tampoco es la ¨²nica: existe el Litecoin, con un funcionamiento muy parecido y por ahora con menos movimientos especulativos, Freicoin, etc. Como curiosidades podemos hablar de la Pesetacoin y de la pionera: el Linden D¨®lar, que era la moneda utilizada en la ya olvidada plataforma Second Life.
Las ventajas que los defensores de estas monedas aducen se reducen b¨¢sicamente a dos: la independencia de cualquier autoridad monetaria y la universalidad de la propia moneda, que permite intercambios r¨¢pidos y sencillos sin pasar por temas impositivos o de tipos de cambio.
Los inconvenientes est¨¢n claros: su hermetismo y la falta de una autoridad monetaria que las respalde las hace vulnerables frente a movimientos especulativos, lo que puede generar desconfianza que minar¨ªa su propio desarrollo, ya que no hay que olvidar que la base para que una moneda sea aceptada y se use es la confianza que se tenga en ella.
El segundo tipo de monedas, las denominadas monedas sociales, tienen un origen muy distinto: pretenden establecerse bas¨¢ndose en unas normas de confianza no aceptadas por las monedas de curso legal.
El funcionamiento es sencillo: comienza con la emisi¨®n f¨ªsica de una cantidad limitada de moneda canjeable por euros (a un tipo de cambio favorable) o por alg¨²n bien o servicio, por ejemplo: yo no tengo dinero pero puedo ofrecer horas de mi trabajo, con ellas obtengo algo de este dinero con el que puedo llenar mi nevera en alg¨²n comercio adherido al sistema, el cual, a su vez, habr¨¢ obtenido sus productos de alguna granja pag¨¢ndolos por el mismo medio; el granjero puede necesitar que alguien le pinte una puerta, con lo que recurrir¨ªa a mis servicios. En todo este intercambio no habr¨¢ circulado ni un euro. En Espa?a tenemos hasta un total de 70 de estas monedas. A nivel internacional, la organizaci¨®n m¨¢s importante es RES, con origen en B¨¦lgica hace m¨¢s de medio siglo, presencia en varios pa¨ªses europeos y que cerr¨® el a?o pasado con 22.000 operaciones.
Su principal ventaja es el fomento de la econom¨ªa local. Tambi¨¦n podemos hablar de beneficios sociales, debido a su car¨¢cter dinamizador de las relaciones entre vecinos. Por otro lado, y quiz¨¢s sea lo que determine su mayor ventaja, determinan un medio de contraprestaci¨®n a bienes y servicios que normalmente quedan fuera del sistema econ¨®mico, como econom¨ªas dom¨¦sticas, reutilizaci¨®n de enseres o trabajos de voluntariado social.
Su problema es el limitado n¨²mero de usuarios y el localismo de las mismas. Aunque existan proyectos como el CES Exchange, que pretendan establecer una v¨ªa para intercambiar bienes y servicios entre todas las monedas sociales registradas a nivel mundial. Pero hay m¨¢s cr¨ªticas, como el proteccionismo que generan, al fomentar el consumo en mercados cerrados, o su vinculaci¨®n a colectivos antisistema, lo que las lleva alimentar el circuito de la econom¨ªa sumergida.
En definitiva, en ambos casos se trata de monedas que, al margen de cualquier autoridad monetaria, intentan dar cobertura a la contraprestaci¨®n de bienes y servicios en aquellos lugares o situaciones donde las monedas de curso legal no alcanzan a darla de manera eficiente. Adem¨¢s estos tiempos de incertidumbre, donde muchos colectivos dan muestras de falta de confianza en las instituciones oficiales, crean el caldo de cultivo adecuado para el nacimiento de estas monedas.
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