Eurozona estancada: dos lecturas
Espa?a no es la locomotora europea: al contrario, si Europa se estanca, no se recuperar¨¢
Las cifras publicadas la semana pasada sobre el crecimiento espa?ol y el estancamiento de la eurozona en el segundo semestre pueden dar origen a dos lecturas antag¨®nicas. La primera enfatizar¨ªa el dinamismo de nuestra econom¨ªa frente a la debilidad de la eurozona, gracias a las ¡°audaces¡± (seg¨²n la Comisi¨®n Europea) reformas del Gobierno. La segunda subrayar¨ªa la gravedad que representa el estancamiento europeo para nuestra recuperaci¨®n, cuestionar¨ªa las pol¨ªticas y reformas gubernamentales y urgir¨ªa un giro radical de las pol¨ªticas econ¨®micas europeas y espa?olas.
Es cierto que entre abril y junio la econom¨ªa espa?ola creci¨® el 0,6% intertrimestral frente al estancamiento del conjunto de la eurozona, determinado principalmente por las ca¨ªdas del 0,2% en Alemania e Italia y el nulo crecimiento en Francia. Adem¨¢s, casi dos tercios del crecimiento nacional se debi¨® a la demanda interna. Pero tambi¨¦n es verdad que las exportaciones son cruciales para salir de la crisis ante nuestra elevada deuda exterior neta y, sobre todo, dadas las dificultades tanto del crecimiento del consumo, con salarios a la baja y fuerte endeudamiento familiar; como de la inversi¨®n, con cr¨¦dito dif¨ªcil y caro para las pymes. En este sentido, las exportaciones a los grandes pa¨ªses europeos son las m¨¢s relevantes por su especial peso en la econom¨ªa espa?ola, frente a la fragilidad de los pa¨ªses emergentes y a la dif¨ªcil situaci¨®n de la econom¨ªa portuguesa, nuestro tercer cliente comercial.
No parece, pues, sensata una lectura triunfalista de la supremac¨ªa nacional en el crecimiento frente a la eurozona. El estancamiento europeo debe ser motivo de grave preocupaci¨®n para la econom¨ªa espa?ola: seg¨²n los ¨²ltimos datos, las ventas de mercanc¨ªas al exterior encadenan ya tres meses en n¨²meros rojos, lo que podr¨ªa dificultar la revisi¨®n al alza del PIB para 2014 prevista por el Gobierno. No somos la locomotora de Europa sino al rev¨¦s y las perspectivas no son halag¨¹e?as: Italia est¨¢ en recesi¨®n, el futuro de Francia es incierto y Alemania, adem¨¢s de verse previsiblemente afectada por el conflicto ucranio, no est¨¢ dispuesta a acelerar su crecimiento.
Las causas de nuestro dinamismo son incontestables para el presidente Rajoy: el mayor crecimiento espa?ol demuestra ¡°que se hizo lo que hab¨ªa que hacer¡±. Afirmaci¨®n, cuando menos, discutible. Es cierto que la situaci¨®n actual ha mejorado notablemente respecto a la econom¨ªa semica¨®tica y desesperanzada de finales de 2011 y que las actuaciones del Gobierno, especialmente las referidas al saneamiento de las cuentas p¨²blicas, han contribuido a este cambio. Pero no es claro que la pol¨ªtica econ¨®mica o las reformas realizadas hayan sido siempre las m¨¢s adecuadas ni la ¨²nica alternativa posible. Perm¨ªtanme algunas matizaciones.
En las pol¨ªticas, s¨®lo apuntar¨¦ dos datos fundamentales. No es posible olvidar que la segunda recesi¨®n, con sus fuertes secuelas de desempleo, obedeci¨® claramente a la excesiva contracci¨®n fiscal impuesta por Alemania y seguida con especial entusiasmo por el actual Gobierno. Ni tampoco se puede desconocer que la recuperaci¨®n espa?ola no ha sido impulsada prioritariamente por las pol¨ªticas del Ejecutivo, sino por la expansi¨®n europea, la reducci¨®n de la prima de riesgo consecuencia de las palabras de Draghi y el sacrificio de los trabajadores, que aumentaron la competitividad espa?ola con reducciones salariales y aumentos de productividad derivados del mayor desempleo.
En cuanto a las reformas, la laboral acert¨® al flexibilizar el mercado y reducir las indemnizaciones por despido, pero no introdujo el contrato ¨²nico para afrontar eficazmente la temporalidad y olvid¨® las imprescindibles pol¨ªticas activas de empleo. Como consecuencia, se est¨¢ creando un empleo cualitativamente precario (temporal, a tiempo parcial y con salarios excesivamente bajos) y cuantitativamente insuficiente: al ritmo de la ¨²ltima EPA se tardar¨ªan m¨¢s de diez a?os en recuperar el empleo anterior a la crisis.
La reforma financiera culmin¨® la iniciada anteriormente solicitando el rescate europeo, algo ciertamente inevitable dado el brutal deterioro al que los ¨²ltimos Gobiernos hab¨ªan conducido al sistema financiero. Pero el contribuyente ha pagado un coste injusto y desorbitado y todav¨ªa no se han logrado aumentos significativos del cr¨¦dito. De las restantes reformas, destaca la ocasi¨®n perdida para realizar una verdadera reforma fiscal, limit¨¢ndose a una indiscriminada reducci¨®n impositiva con fines electorales. La reforma de pensiones, acertada en lo esencial, es abiertamente insuficiente y habr¨¢ de revisarse en el futuro. Finalmente, no creo que nadie otorgue el car¨¢cter de reforma a los arbitrarios recortes del sistema sanitario para reducir el d¨¦ficit o a la nueva ley de educaci¨®n.
En resumen, crecemos y creamos empleo d¨¦bilmente, pero no siempre como consecuencia de unas adecuadas pol¨ªticas econ¨®micas y reformas. Indudablemente, la recuperaci¨®n debe depender principalmente de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica y de nuestras reformas, pero tambi¨¦n est¨¢ fuertemente ligada a Europa. Por ello, habr¨¢ que afrontar la debilidad de la eurozona con cambios fundamentales en la pol¨ªtica y en las instituciones comunitarias.
Las directrices de Juncker son una esperanza, pero insuficiente. Las pol¨ªticas de la eurozona deben ser m¨¢s expansivas. Habr¨¢ de dilatarse la senda de reducci¨®n de los d¨¦ficits p¨²blicos y fortalecer las inversiones gubernamentales. Y, sobre todo, debe cambiar radicalmente la actuaci¨®n del BCE: es hora de emprender, pese a los halcones germanos ultraortodoxos, una contundente pol¨ªtica monetaria expansiva heterodoxa pues de ella depende aumentar el cr¨¦dito en muchos pa¨ªses, evitar la deflaci¨®n, una necesaria depreciaci¨®n del euro y el desendeudamiento p¨²blico y privado. Sin estos cambios, la zona euro dif¨ªcilmente saldr¨¢ de su estancamiento.
En l¨ªnea con estas directrices para Europa, Espa?a deber¨¢ realizar una pol¨ªtica fiscal selectivamente expansiva, fortalecer los mecanismos de concesi¨®n de cr¨¦ditos, incentivar el desendeudamiento privado, corregir las carencias de la reforma laboral y acometer las reformas pendientes (fiscal, sanitaria, educativa, administrativa y de mercados).
Pero, adem¨¢s, es absolutamente necesario afrontar nuestra grave lacra de encabezar el ranking europeo de aumento de la desigualdad hasta niveles abiertamente intolerables. Una desigualdad que el Gobierno no acaba de asumir pero claramente desencadenada en estos a?os de crisis. Por un lado, el aumento del desempleo derivado de la contracci¨®n fiscal, la reducci¨®n salarial acentuada por la reforma laboral y los recortes de todo tipo para reducir el d¨¦ficit (sanitarios, educativos, de remuneraciones de funcionarios, de subsidios al desempleo, etc¨¦tera) han deprimido, en muchos casos hasta niveles de pobreza, las rentas de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Por otra parte, el crecimiento sustentado en los bajos costes salariales ha empujado al alza m¨¢rgenes empresariales y cotizaciones burs¨¢tiles propiciando la mejora de las rentas del capital y aumentando el n¨²mero de millonarios. La brecha de la desigualdad se ha ensanchado. Y las consecuencias son devastadoras: en Espa?a se est¨¢ deteriorando gravemente la cohesi¨®n social, cada vez estamos m¨¢s expuestos a populismos de todo signo y, como sostienen Krugman, Stiglitz y un elevado n¨²mero de prestigiosos economistas, la desigualdad constituye un lastre para el crecimiento econ¨®mico.
No somos la locomotora europea: al contrario, si Europa se estanca, Espa?a no se recupera. Pero, adem¨¢s, si no corregimos esta injusta desigualdad, no ser¨¢ posible un crecimiento econ¨®mico robusto y digno.
Agust¨ªn del Valle es profesor de Econom¨ªa en EOI Escuela de Negocios y exdirector del Servicio de Estudios del Banco Central Hispano.
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