Falso amigo
Alinearnos con las posiciones alemanas puede ser pol¨ªticamente conveniente, pero es malo para la econom¨ªa
El presidente Mariano Rajoy se ha afanado estos d¨ªas por tierras gallegas en cultivar la amistad de Angela Merkel. Aprovech¨® las caminatas, los fogones y la intervenci¨®n del santo Ap¨®stol para lograr su respaldo a una mayor presencia pol¨ªtica de Espa?a en las instituciones europeas. Y parece que lo ha logrado. Est¨¢ bien. Nos conviene.
A cambio, la canciller le ha pedido su apoyo a la pol¨ªtica de austeridad que defiende el Gobierno de Berl¨ªn. Un apoyo importante, ahora que Italia y Francia muestran dudas y recelos.
La amistad de la se?ora Merkel conviene al Gobierno. Pero no es buena para la salud de la econom¨ªa. Enti¨¦ndaseme bien. No tengo animosidad alguna contra la canciller. Todo lo contrario. Me gustan sus virtudes como gobernante: su proximidad, su ausencia de boato en el ejercicio del poder, su honestidad. Lo que no me gustan son sus pol¨ªticas.
Con la pol¨ªtica europea de austeridad pasa una cosa curiosa. No es posible encontrar ning¨²n dato objetivo que la avale. Pero, aun as¨ª, tiene apoyos. Especialmente, el de las ¨¦lites financieras y de grandes corporaciones multinacionales. A los que les van bien las cosas, les gusta la austeridad..., pero para los otros, no para ellos.
Pero, como le dijo en una ocasi¨®n Sherlock Holmes a su amigo y colaborador Watson, hay que ir con cuidado al hacer teor¨ªa sin antes ver los datos. Y si se miran los datos, no se encuentran razones para apoyar la teor¨ªa de la austeridad expansiva que sostiene Merkel.
La crisis de la eurozona ha sido autoinfligida por la austeridad
Al contrario. Todo en la econom¨ªa europea empeor¨® desde que, a mediados de 2010, cuando, coincidiendo con la aparici¨®n del problema de la deuda griega, el Gobierno alem¨¢n impuso por la v¨ªa de hecho la pol¨ªtica de austeridad en Europa. La econom¨ªa recay¨® en una segunda recesi¨®n que dur¨® tres a?os. El paro se dispar¨®. La deuda p¨²blica aument¨®. El d¨¦ficit p¨²blico se resiste a ceder. La deflaci¨®n de precios es como una soga sobre las familias endeudadas. Y, para colmo, el euro se aprecia dificultando las exportaciones.
Nada de esto sucedi¨® en Estados Unidos ni en otro pa¨ªs no europeo. La recesi¨®n de 2011-2013 fue, por tanto, una crisis autoinfligida por la austeridad. Pero tambi¨¦n por la incapacidad del Banco Central Europeo para cumplir con su objetivo legal de mantener la inflaci¨®n en el 2%.
Las malas noticias no han terminado. La econom¨ªa europea amenaza con entrar en una tercera recesi¨®n. Italia ya lo ha hecho. Francia est¨¢ al borde. Y Alemania se acerca. El riesgo es ahora una segunda d¨¦cada perdida. Algo va mal en la UE.
A la hora de buscar datos positivos, algunos los ven en el hecho de que haya inversores que quieren comprar deuda espa?ola casi sin cobrar intereses. Tambi¨¦n ocurre en otros pa¨ªses. Eso es precisamente la se?al de que la econom¨ªa va mal. Como los inversores no encuentran proyectos rentables en el sector privado y ven el futuro de la econom¨ªa con incertidumbre, prefieren invertir en bonos p¨²blicos, poco rentables pero seguros.
Algunos dir¨¢n que es por falta de reformas. Pero la econom¨ªa alemana tambi¨¦n va mal. No son las reformas, que en todo caso son necesarias. Son las malas pol¨ªticas. Cuando Mario Draghi pide a los Gobiernos nacionales que hagan reformas duras, alguien tendr¨ªa que recordarle que el BCE no cumple con su obligaci¨®n. Y lo mismo vale para la Comisi¨®n Europea.
La causa del malestar es que la austeridad es un falso amigo. Es una idea aparentemente sensata, pero peligrosa por el momento y la forma como se aplica. Con un sector privado nacional sobreendeudado y an¨¦mico, y unas exportaciones que sufren un euro fuerte, la austeridad perjudica seriamente la salud de la econom¨ªa y de la gente. Nos lo dice la evidencia cotidiana, pero tambi¨¦n est¨¢ bien documentado en la investigaci¨®n acad¨¦mica, la del FMI y de la OCDE.
El principio cl¨ªnico del primum non nocere (primero, no hacer da?o) recomienda que cuando una medicina hace da?o, hay que dejar de aplicarla. Ese principio vale tambi¨¦n para las pol¨ªticas.
Los partidarios de la integraci¨®n deben recordar que no es la competitividad la que ha hecho Europa, sino la igualdad de oportunidades
?Por qu¨¦, entonces, las autoridades europeas se obcecan en perseguir pol¨ªticas irracionales e insensatas cuando existen otras mejores disponibles? No hay una ¨²nica raz¨®n. Pero en buena parte es por el apoyo de las ¨¦lites econ¨®micas. Como sostiene Mark S. Mizrucchi (The fracturing of the American corporate elite), a diferencia de lo que ocurri¨® despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, las ¨¦lites actuales no tienen una ¨¦tica de responsabilidad civil ni un compromiso entre sus propios intereses y los nacionales. Ignoran que la econom¨ªa de mercado s¨®lo funciona si est¨¢ arraigada en una sociedad pr¨®spera y en un buen gobierno.
?C¨®mo desprenderse de este falso amigo? No ser¨¢ f¨¢cil. El conocimiento econ¨®mico tiene l¨ªmites a la hora de influir en las pol¨ªticas, y tampoco veo razones para esperar que el Gobierno alem¨¢n cambie. La debilidad econ¨®mica de los dem¨¢s pa¨ªses, incluida Francia, favorece el ejercicio de su hegemon¨ªa pol¨ªtica en Europa. Tampoco creo que los dem¨¢s Gobiernos nacionales, como el de Renzi en Italia, se atrevan a romper abiertamente con esa pol¨ªtica, a pesar de que sus electores se lo piden.
?De d¨®nde pueden venir los impulsos para el cambio? De la presi¨®n de la sociedad civil y de las pol¨ªticas de la UE. Los partidarios de la integraci¨®n deben recordar que su legitimidad social, su n¨²cleo moral, no est¨¢ en conceptos como competitividad o eficiencia, sino en su capacidad para ofrecer oportunidades de mejora a los ciudadanos, especialmente a los que m¨¢s lo necesitan. Las pol¨ªticas europeas quiebran esa legitimidad porque perjudican a los m¨¢s d¨¦biles. Reconstruirla deber¨ªa ser la prioridad de la nueva Comisi¨®n Europea, que ha de comenzar a funcionar estos d¨ªas.?
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Barcelona.
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