Draghi da un paso m¨¢s hacia las compras de deuda p¨²blica
Draghi revela que el consejo est¨¢ unido en tomar m¨¢s medidas si la econom¨ªa empeora Los planes de la instituci¨®n hunden las Bolsas y llevan al Ibex a ceder m¨¢s de un 1,3%


Dicen sus pol¨ªticos que N¨¢poles es ¡°la periferia de la periferia¡±, y quiz¨¢ por eso la mayor ciudad del Sur de Italia recibi¨® el jueves al Banco Central Europeo (BCE) con los brazos en alto, con botes de humo, con centenares de j¨®venes bramando consignas contra los mandamases del euro. Desde una de las colinas de la ciudad, en el palacio de Capodimonte, Mario Draghi explic¨® que la recuperaci¨®n sigue siendo ¡°d¨¦bil, fr¨¢gil y desigual¡±, una enfermedad econ¨®mica que incluye un largo estancamiento, el paro en m¨¢ximos y el hast¨ªo de los j¨®venes napolitanos ¡ªy de muchos otros lugares¡ª en medio del octavo a?o de crisis. Ante esos s¨ªntomas de depresi¨®n, el jefe del BCE anunci¨® que empezar¨¢ a comprar activos privados a mediados de mes, a pesar de la irritaci¨®n en Alemania. Esas compras, combinadas con todo el arsenal de medidas extraordinarias (tipos de inter¨¦s negativos, barras libres de liquidez y dem¨¢s), tienen un solo objetivo: anclar las expectativas de inflaci¨®n, con los ¨ªndices de precios aproxim¨¢ndose peligrosamente al 0%. El BCE se da ¡°unos meses¡± para evaluar los resultados. En caso de que los precios sigan entumeci¨¦ndose, est¨¢ ¡°listo para tomar otras medidas no convencionales¡±.
Draghi sigue dando peque?os pero resueltos pasos en esa direcci¨®n, a sabiendas de que solo le queda una bala: las compras de deuda p¨²blica a la americana, que el banquero central ni siquiera se atreve a mentar por su nombre por miedo al inevitable sofoc¨®n de Berl¨ªn. EE UU, Reino Unido y Jap¨®n las han usado generosamente durante la crisis; entre las grandes econom¨ªas, solo la eurozona las reh¨²ye, pese a que sus constantes vitales son peores. El BCE incumple de forma flagrante su mandato ¡ªla inflaci¨®n est¨¢ en el 0,3% y bajando, lejos del objetivo del 2%, y Draghi no consigue modificar las expectativas¡ª, pero se agarra a la falta de acuerdo pol¨ªtico para no activar el denominado quantitative easing. ¡°Lo parad¨®jico es que el BCE siempre ha presumido de independencia pol¨ªtica; esa explicaci¨®n es solo una mala excusa¡±, apuntaba anoche ?ngel Ubide, del Peterson Institute.
Los analistas, las grandes entidades financieras y la banca de inversi¨®n ven muy posible las compras de deuda p¨²blica en el primer semestre de 2015, siempre que las cosas sigan igual de mal. Hasta entonces, el mercado mide al mil¨ªmetro las palabras del BCE y los potenciales efectos de las compras de activos privados: Draghi explic¨® que empezar¨¢ con las c¨¦dulas hipotecarias (y otros covered bonds) a mediados de octubre, y con las titulizaciones de cr¨¦ditos a pymes (los llamados ABS) antes de final de a?o. Esos dos programas de compras durar¨¢n al menos dos a?os. Junto con las subastas de liquidez, el BCE espera ampliar su balance en torno a un bill¨®n de euros. Pero no queda claro c¨®mo va a alcanzar esa cifra en dos mercados relativamente peque?os, y con una banca que ha mostrado escaso apetito por las primeras subastas de liquidez a tipos ultrabajos.
Cientos de j¨®venes se manifiestan contra la entidad central en N¨¢poles
Por todo eso, Draghi fue deliberadamente ambiguo. Y los mercados reaccionaron con bajadas de entre el 2% y el 4% en las grandes Bolsas; el Ibex se dej¨® el 3,1%.
Alguien esperaba m¨¢s. Y aun as¨ª hubo mucho. El jefe del BCE confirm¨® que comprar¨¢ ABS de pa¨ªses como Chipre y Grecia, pese a que asume as¨ª grandes riesgos. Eso s¨ª, para ello ambos pa¨ªses deber¨¢n estar ¡°bajo un programa de la UE¡±: eso condena a Grecia a solicitar un tercer rescate europeo cuando expire el actual, a finales de a?o, si quiere que el BCE compre activos griegos.
La pol¨ªtica monetaria tiene una pizca de ciencia y su buena dosis de arte. Las compras de activos privados buscan inyectar dinero fresco en la econom¨ªa para que los bancos se decidan a prestar, y las empresas y las familias a pedir prestado: as¨ª suena la m¨²sica de la ansiada recuperaci¨®n; as¨ª, en teor¨ªa, aparece la magia de la confianza. De esa manera los precios podr¨ªan dar alguna alegr¨ªa y ahuyentar¨ªan la temida deflaci¨®n, un mal econ¨®mico dif¨ªcil de combatir en el que consumidores y empresas aplazan sus decisiones de compra e inversi¨®n y acaban armando un l¨ªo fenomenal. Para aclarar el horizonte, Draghi advierte que ya no basta con su varita: Francia e Italia ¡°deben activar sus reformas¡±; Alemania ¡°debe usar su margen fiscal¡± e invertir. Pero las capitales le responden con evasivas. Par¨ªs y Roma van a incumplir las metas de d¨¦ficit y siguen cocinando las reformas; Berl¨ªn se niega en redondo a gastar su sacrosanto super¨¢vit, y Bruselas est¨¢ en medio de un vac¨ªo de poder. A Europa le queda Draghi, con sus compras de activos privados y esa ¨²ltima bala de las compras de deuda p¨²blica, que el jueves el presidente se resist¨ªa a nombrar en Capodimonte a sabiendas de que eso es pecado mortal en Alemania. Fuera del palacio y de esos enmara?ados debates, ecos de un volc¨¢n: ¡°Inseguridad laboral, pobreza, especulaci¨®n: liber¨¦monos del BCE¡±, dec¨ªan los manifestantes al pie del Vesubio, en la regi¨®n que Roberto Saviano retrat¨® para su Gomorra.
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