Para qu¨¦ sirve el G20
Tras nueve cumbres celebradas durante la crisis, el balance no deja de ser mediocre
Parecida inquietud a la que se ten¨ªa el 9 de noviembre en Catalu?a con la consulta convocada, para saber qu¨¦ es lo que iba a ocurrir a partir del d¨ªa siguiente, deber¨ªa existir, por ejemplo, una vez celebrada la cumbre de los 20 pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo (G20) en Brisbane (Australia): Y ahora ?en qu¨¦ va a cambiar la pol¨ªtica econ¨®mica dado que la anterior no nos acaba de sacar del hoyo y persisten muchos problemas estructurales?
Tal despliegue de poder cooptado (Obama, Putin, Xi, Modi, Roussef, Merkel, Hollande, Cameron,..., hasta Rajoy, que acudi¨® como invitado por ser el jefe de Gobierno de Espa?a, una herencia que le dej¨® Zapatero, que pele¨® esa presencia permanente de nuestro pa¨ªs en el selecto club) da de s¨ª para interrogarse sobre los acuerdos concretos que han tomado los principales dirigentes del planeta para mejorar la vida cotidiana de sus conciudadanos.
La nueva p¨®cima para crecer son las infraestructuras. Ya lo dijo Keynes hace 80 a?os
Sin embargo, este inter¨¦s no existe. Nadie espera nada. Del mismo modo que el planeta se ha instalado en la globalizaci¨®n como marco de referencia de nuestra ¨¦poca, se han hecho escas¨ªsimos esfuerzos para gobernar con eficacia (y democracia) tal globalizaci¨®n. Lo indica la experiencia: ha habido nueve cumbres de los jefes del G20 desde que comenz¨® la Gran Recesi¨®n (Washington, Londres, Pittsburgh, Toronto, Se¨²l, Cannes, Los Cabos, San Petersburgo y Brisbane) y siete desde que en la Pittsburg se decidiera que el G20 ser¨ªa el foro permanente de discusi¨®n de la situaci¨®n econ¨®mica mundial, sustituyendo a otras formaciones G, como el G7 (u 8) o el G14. El balance general es mediocre y en ninguna de ellas el desempleo, el empobrecimiento de parte del mundo o el incremento desaforado de la desigualdad han sido el centro de atenci¨®n de los reunidos.
Adem¨¢s, conforme se ha ido alejando el "momento Lehman Brothers" (la posibilidad del hundimiento del sistema financiero mundial), las ansias reformistas que se manifestaron en su inicio en el G20 (refundar el capitalismo, embridar el capitalismo, regular el capitalismo, reformar el capitalismo,...) se han ido abandonando. Apenas queda nada de aquella solemnidad que ten¨ªa la declaraci¨®n de Washington, en noviembre de 2008, dos meses despu¨¦s de la quiebra del quinto banco de inversi¨®n del mundo, que parec¨ªa un contrato: "Nosotros, los l¨ªderes del grupo de los 20 hemos celebrado una reuni¨®n inicial en Washington el 15 de noviembre entre serios desaf¨ªos para la econom¨ªa y los mercados financieros mundiales. Estamos decididos a aumentar nuestra colaboraci¨®n y trabajar juntos para reestablecer el crecimiento global y alcanzar las reformas necesarias en los sistemas financieros mundiales".
Aunque el destinatario de estos mensajes deb¨ªa ser el ciudadano, quienes lo parec¨ªan eran ¨²nicamente las entidades de cr¨¦dito ya que entre las principales medidas que se citan est¨¢n las de proporcionar liquidez, fortalecer el capital de las instituciones financieras, corregir las deficiencias regulatorias, descongelar los mercados de cr¨¦dito... No es de extra?ar que en los continuos sondeos de opini¨®n los ciudadanos exijan la misma velocidad y firmeza tenidos en el rescate financiero, para resolver sus asuntos cotidianos. Lo mismo ocurre con el inicial ¨¦nfasis en la lucha contra los para¨ªsos fiscales. Seg¨²n una reciente investigaci¨®n de Gabriel Zucman, profesor en la London School of Economics y en Berkeley, y colaborador habitual de Thomas Piketty, los para¨ªsos fiscales nunca han gozado de tan buena salud como ahora. "Siempre presentes en los discursos pol¨ªticos, las victorias no aparecen por ning¨²n lado en las cifras". Zucman dice que la impunidad de los defraudadores es pr¨¢cticamente total, que los compromisos adquiridos son demasiado imprecisos y los medios de control demasiado d¨¦biles, y estima que a escala mundial el equivalente al 8% del patrimonio financiero de las familias (el 12% en la UE) est¨¢ guardado en los para¨ªsos fiscales (La riqueza oculta de las naciones, editorial Pasado Presente).
En Brisbane, la nueva p¨®cima no tiene que ver con bancos ni con para¨ªsos fiscales, sino con las infraestructuras. El camino para relanzar la econom¨ªa mundial y para impulsar el PIB del G20 por encima de las pesimistas previsiones de todos los organismos multilaterales pasa por la inversi¨®n p¨²blico-privada en grandes infraestructuras f¨ªsicas y tecnol¨®gicas. Un gran descubrimiento para llegar a la misma conclusi¨®n que Keynes hace m¨¢s de tres cuartos de siglo...
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