Un nuevo keynesianismo ¡®low cost¡¯
- ¡°No lo dudes, sacaremos adelante el plan¡±, musita el presidente Jean-Claude Juncker a un ¨ªntimo del equipo.
- ¡°Pero deberemos cumplir dos requisitos¡±, contesta este.
- ¡°?A qu¨¦ te refieres?¡±, increpa el jefe de la Comisi¨®n.
El nuevo Fondo debe convencer tanto a la Euroc¨¢mara como a los mercados
- ¡°A la doble confianza: tendremos que renovar la complicidad con el Parlamento Europeo y al mismo tiempo suscitar la de los mercados, en Nueva York, en Singapur...¡±, concreta.
Un ¨²nico discurso para lograr una doble confianza. La de los mercados, que hablan el lenguaje liberal de los dividendos; la de la C¨¢mara, que enarbola el bander¨ªn socialdem¨®crata del bienestar. El ya muy detallado plan de inversiones de Juncker, tiene en ese doble reto, en el estrecho espacio existente entre la Democracia europea y el Mercado mundial, la doble llave que puede abrir el relanzamiento econ¨®mico continental. La doble llave que puede sortear el bloqueo originado por la divergencia entre la astringente visi¨®n alemana y la expansiva de los sure?os.
Si no logra ese doble apoyo, porque le ayuda la C¨¢mara pero le fallan los gobernantes nacionales (como traicionaron a Jacques Delors en el Libro Blanco de 1993) o porque no convence a los mercados de que pongan el dinero (argumentando que ser¨¢ un buen negocio, y con suficientes garant¨ªas, y que la recuperaci¨®n de la UE es cre¨ªble), la apuesta quedar¨¢ en intento. Y el estancamiento cuasideflacionario amenazar¨¢ con Depresi¨®n: que Dios nos coja entonces confesados.
Pero J¨²nior, como apodaba el canciller Helmut Kohl al joven luxemburgu¨¦s en Maastricht, tiene unas cuantas bazas. Y buenas. La primera es un nuevo concepto de inversi¨®n p¨²blica. Ser¨¢, aunque no lo formule as¨ª, la inversi¨®n ¡°de inter¨¦s p¨²blico¡±, impulsada por lo p¨²blico, ahormada y controlada por las instituciones, validada por su funci¨®n econ¨®mica global y no particular. Lo que es m¨¢s p¨²blico es el destino de la inversi¨®n, a qu¨¦ se dedica el dinero, que necesidades cubre el enjambre del millar largo de proyectos que deben servir para dinamizar la demanda.
Lo m¨¢s privado ser¨¢ el origen de los recursos financieros. Esa inmensa masa de dinero privado, hu¨¦rfano de lugares de inversi¨®n sensatos y rentables, que se pretende atraer a Europa.
Se trata de un in¨¦dito PPP (Partenariado P¨²blico-Privado) por su cuant¨ªa, de una versi¨®n low-cost del keynesianismo, en la que con poca levadura se pretende hinchar una gran masa inversora. Igual molesta a los ultraliberales de letan¨ªa aburrida y a algunos keynesianos m¨¢s can¨®nicos.
Ser¨¢ discutible, claro. Pero si el concepto, el esquema, y su ejecuci¨®n, logran despertar la inversi¨®n, que ha ca¨ªdo m¨¢s de medio bill¨®n de euros desde el inicio de la crisis, y dada la triste coyuntura que atravesamos, ?importa mucho que la dosis de levadura p¨²blica sea m¨¢s o menos densa, si su efecto palanca es notable? Examin¨¦moslo, pero d¨¢ndole una imprescindible oportunidad a esta ocasi¨®n clave.
La segunda baza es el proyecto de cambiar el uso y orientaci¨®n de las subvenciones que proporcionan los fondos estructurales europeos: buscando m¨¢s el inter¨¦s com¨²n que el particular; primando las actividades de necesidad urgente (energ¨ªa, telecos, digital) sobre las anticuadas.
Y la tercera gran herramienta es la instrumental. El plan supondr¨¢ casi duplicar el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que ser¨¢ el gran brazo ejecutor del nuevo Fondo, bajo control de la Comisi¨®n: lo t¨¦cnico y lo pol¨ªtico. Eso implica reorientarlo de una vez tambi¨¦n hacia las pymes, e incorporar algo m¨¢s de riesgo en su gesti¨®n: muerte al exceso de conservadurismo paralizante.
Los papeles que este fin de semana acabar¨¢n de pulir los jefes de gabinete y dem¨¢s capitostes de la nueva Comisi¨®n incorporan otras novedades de inter¨¦s. Por ejemplo, se trata de un plan de m¨ªnimos (los 300.000 millones), y no de m¨¢ximos, abierto a que tambi¨¦n los Estados miembros puedan invertir. Y ser¨¢ gestionado por un organismo ad-hoc (un steering committee) volcado a lo concreto.
Si la inversi¨®n se desatasca por esta v¨ªa; si los pa¨ªses que menos han innovado hacen sus reformas; y si m¨¢s tarde se flexibilizan los criterios de Maastricht, tambi¨¦n el programa de Mario Draghi en Jackson Hole podr¨¢ tomar carrerilla. Y el BCE, hacer todo lo que a¨²n falta.
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