Privilegio exorbitante
?Cu¨¢nto durar¨¢ el actual ¨¦xtasis del d¨®lar? Alg¨²n tiempo, quiz¨¢ largo. Pero no ser¨¢ eterno. Desde hace medio siglo la impronta clave del billete verde es su inestabilidad. Si la divisa de referencia mundial es vol¨¢til ¡ªhoy al alza, ma?ana a la baja¡ª provoca turbulencias perjudiciales para sus socios comerciales y financieros: miren c¨®mo la movida actual dispara la deuda empresarial de los pa¨ªses emergentes. Volver¨¢ a ocurrir, porque el rol internacional del d¨®lar es desproporcionado al peso de la econom¨ªa de EE UU. Si esta lleg¨® a suponer hace d¨¦cadas la mitad del PIB mundial, ahora no llega ni a la cuarta parte. Y seguir¨¢ bajando a medida que otros crezcan.
La ¡°calamidad del d¨®lar¡±, como calific¨® Helmut Schmidt su propensi¨®n a generar caos monetario, se debe a su inmenso poder en el sistema monetario internacional. Y este, a su desmesurado ¡°privilegio exorbitante¡±. Val¨¦ry Giscard d¡¯Estaing, ministro de Finanzas del general De Gaulle, bautiz¨® as¨ª el fen¨®meno por el cual: 1) los dem¨¢s deben pagar costes de transacci¨®n cuando cambian al d¨®lar (mientras las transacciones y contratos denominados en d¨®lares, no, al ser universalmente reconocidos); 2) los bonos norteamericanos que tienen como reserva los bancos centrales de otros pa¨ªses generan intereses en d¨®lares que multiplican su implantaci¨®n; y 3) Washington ejerce el ¡°se?oreaje¡± por el cual los dem¨¢s (que se resignan a recibir menos intereses por la moneda fuerte, mientras que el retorno de las inversiones exteriores norteamericanas es m¨¢s alto) le financian sus gigantescos d¨¦ficits (Barry Eichengreen, Exorbitant privilege, Oxford, Nueva York, 2011).
La defensa contra la volatilidad del d¨®lar fue la raz¨®n econ¨®mica fundamental por la que Europa cre¨® el euro (desde Maastricht, 1991). Fue pugnaz. Lo intent¨® antes con la serpiente (tras el Informe Werner, 1970) y el Sistema Monetario Europeo (1978). El euro demostr¨® que se pod¨ªa desafiar, si no la supremac¨ªa, s¨ª la soledad del d¨®lar como moneda internacional. Y en esa estela China se pertrecha para colocar el renminbi como tercer competidor en discordia. Un excelente, recomendable, reci¨¦n nacido libro de Miguel Otero-Iglesias (The euro, the dollar and the global financial crisis, Routledge, Nueva York, 2014) prev¨¦ un escenario futuro con tres alternativas: a) un sistema monetario tripolar (d¨®lar/euro/renminbi o uni¨®n asi¨¢tica en torno a este); b) el retorno al patr¨®n-oro; y c) una divisa global, como el bancor que so?¨® Keynes. La primera es la m¨¢s probable.
Desde 2009, Pek¨ªn promueve el uso internacional de su moneda al comp¨¢s de su irrupci¨®n en el comercio y de su inversi¨®n global (ya lo ha impuesto en el 22% de sus transacciones) y busca hacer lo propio en el mercado de bonos, tras conectar las Bolsas de Shanghai y Hong-Kong. Los emergentes sufrir¨¢n ahora con el d¨®lar. Pero est¨¢n aqu¨ª para quedarse y equipararse. Con la calma confuciana.
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