Plan Juncker: t¨ªmida y lenta inversi¨®n
Cada euro invertido con dinero comunitario deber¨¢ generar 15 euros en planes de inversi¨®n
Al fin se han desvelado algunos de los aspectos m¨¢s importantes de la propuesta de ¡°inversi¨®n para Europa¡± del presidente de la Comisi¨®n Europea. Ser¨¢ canalizada a trav¨¦s del ¡°Fondo Europeo para Inversiones Estrat¨¦gicas¡±, con el fin de que la eurozona no prolongue el estancamiento en el que est¨¢ inmersa. Ser¨¢n 315.000 millones de euros los que se traten de movilizar en tres a?os para asignarlos a proyectos de inversi¨®n. En las notas que siguen se revisan los aspectos m¨¢s destacados de ese plan.
Justificaci¨®n econ¨®mica. Europa, en particular la eurozona, se encuentra desde hace meses estancada, con algunas de sus principales econom¨ªas al borde de la recesi¨®n, elevadas tasas de desempleo y, en todas ellas, con una inflaci¨®n peligrosamente baja. Las previsiones m¨¢s autorizadas, desde el FMI a las de los propios servicios de la Comisi¨®n Europea, anticipan que en ausencia de decisiones que estimulen la demanda agregada, el crecimiento quedar¨¢ muy por debajo del potencial del ¨¢rea. El riesgo de recesi¨®n fue revisado al alza de forma significativa el pasado octubre por el FMI.
Es razonable que sobre esas bases Jean- Claude Juncker haya asumido como objetivo fundamental la recuperaci¨®n del crecimiento y, en particular el de la inversi¨®n, haciendo de ese plan la pieza central de su presidencia.
Destino de los fondos. No ser¨¢n asignados por cuotas nacionales, sino en raz¨®n de la adecuaci¨®n de los proyectos, de su viabilidad y rentabilidad esperada. Ser¨¢n, mayoritariamente, proyectos de ¡°infraestructuras estrat¨¦gicas¡±, lo que significar¨¢ conexiones energ¨¦ticas y de transporte, y de banda ancha. Potenciadores de la productividad y de la conexi¨®n transfronteriza en el seno de la UE. Aunque no existan asignaciones prefijadas por pa¨ªses, el programa seg¨²n lo enunciado por Juncker, tiene una pretensi¨®n solidaria: deber¨ªan ir m¨¢s recursos a la periferia. Siempre que los gobiernos sean suficientemente concretos y diligentes en las solicitudes, conviene acotar.
Suficiencia. No son cantidades significativas. Esos 100.000 millones de euros al a?o son inferiores al gap de inversi¨®n en el conjunto de la Uni¨®n Europea, la que habr¨ªa tenido lugar si se hubiera mantenido su crecimiento a los ritmos previos a la crisis. La inversi¨®n p¨²blica en la UE ha ca¨ªdo entre 2008 y 2013 m¨¢s de un 20%. Y, sin inversi¨®n, no hay recuperaci¨®n econ¨®mica ni recaudaci¨®n de ingresos para cumplir con los objetivos de estabilidad presupuestaria.
Origen de los fondos. Si cuestionable es su suficiencia, las exigencias impuestas al origen de los fondos a invertir amenazan con a?adir complejidad a su concreci¨®n y, en todo caso, lentitud. La pretensi¨®n de crear inversi¨®n sin aumentar el endeudamiento p¨²blico requiere del concurso de los inversores privados en la pr¨¢ctica totalidad de esos recursos.
De esos 315.000 millones de d¨®lares, solo 21.000 ser¨¢n de origen p¨²blico: 16.000 millones ser¨¢n asignaciones de presupuestos comunitarios (8.000 de los ya existentes), 5.000 millones de aportaciones del Banco Europeo de Inversiones (BEI), la instituci¨®n financiera orientada a financiar proyectos al desarrollo; estos 5.000 estar¨¢n asignados fundamentalmente a proyectos de peque?as y medianas empresas. El apalancamiento previsto es de 1 a 15 ¡ªcada euro invertido con dinero comunitario en el fondo deber¨¢ generar 15 euros en los programas de inversi¨®n¡ª una pretensi¨®n a todas luces optimista. Con esos 21.000 millones el BEI podr¨¢ captar m¨¢s fondos en los mercados financieros mediante la emisi¨®n de bonos y conceder pr¨¦stamos hasta 63.000 millones de euros. Esos pr¨¦stamos financiar¨¢n los proyectos o partes de proyectos con mayor riesgo, dejando los 252.000 millones restantes a los inversores privados. Adem¨¢s, la Comisi¨®n tratar¨¢ de que los Estados miembros hagan aportaciones adicionales a cambio de que no cuenten en el compto de d¨¦ficit en el contexto del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Complejidad y lentitud. A pesar de que esos fondos p¨²blicos actuar¨¢n como garant¨ªa frente a las primeras perdidas para los inversores privados, el proceso ser¨¢ complejo, sin que exista m¨ªnima certeza a priori de la captaci¨®n total prevista y, en todo caso, lento. Esa garant¨ªa p¨²blica obliga a seleccionar proyectos con m¨¢s riesgo que el habitual.
Conviene tener en cuenta que el BEI, cuya capacidad de financiaci¨®n es considerable, siempre ha sido muy cauteloso: teme que la asunci¨®n de riesgos excesivos ponga en peligro su m¨¢xima calificaci¨®n crediticia.
Las exigencias anteriores, en particular las relativas al convencimiento a los inversores privados, no favorecen precisamente la celeridad en la concreci¨®n. En el mejor de los casos, no ser¨¢ hasta mediados de 2015 cuando el plan iniciar¨¢ su concreci¨®n inversora. La pregunta que surge es inmediata: ?merece la pena fiar una iniciativa tan necesaria como el aumento de la inversi¨®n a la voluntad privada cuando el coste del endeudamiento p¨²blico se encuentra en m¨ªnimos hist¨®ricos y, por tanto, es susceptible de generar una rentabilidad significativamente superior al coste de capital?
Impactos. Los efectos esperados de las inversiones depender¨¢n del ritmo de materializaci¨®n. Pero es evidente que aun cuando se dosifiquen demasiado, el impacto ser¨¢ favorable. A medio plazo, dependiendo de los destinos, puede efectivamente impulsar el crecimiento de la productividad de las econom¨ªas. M¨¢s cuestionable es la consecuci¨®n de esos tres millones de empleos previstos por Juncker en los tres a?os del plan. Tampoco ser¨ªan desde?ables las contribuciones al fortalecimiento del mercado interior y a la suavizaci¨®n de las barreras regulatorias.
La se?alizaci¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n es relevante, en la medida en que contribuir¨¢ a fortalecer la confianza de las empresas y dependiendo de ello, a propiciar la inversi¨®n privada. Todo depender¨¢, en todo caso, del rigor t¨¦cnico con que act¨²e el comit¨¦ encargado de seleccionar las inversiones.
Acompa?amiento. Ese plan de inversi¨®n, aun cuando fuera de mayor magnitud y m¨¢s r¨¢pido de lo previsto, deber¨¢ seguir contando con una pol¨ªtica monetaria expansiva. El BCE deber¨¢ hacer lo que sus colegas hicieron hace a?os. Ha adoptado decisiones, pero la mayor¨ªa de ellas han ido a remolque de los acontecimientos. La disposici¨®n de la mayor¨ªa del Consejo de Gobierno debe sortear los obst¨¢culos que el representante del Bundesbank viene poniendo a las compras de deuda p¨²blica en los mercados secundarios en la escala que la eurozona necesita. Esta es la v¨ªa m¨¢s eficaz de ese prop¨®sito de aumentar el balance del BCE, con el fin de alejar los todav¨ªa vigentes riesgos de japonizaci¨®n de la eurozona: estancamiento con deflaci¨®n.
No faltan razones para el escepticismo. Como recordaba recientemente Jean Pisani-Ferry (Getting Investment in Europe Right Project Syndicate, 31.10.14), no es la primera vez que se plantea un plan con pretensiones similares. En 1993 lo intent¨® Jaques Delors, sin ¨¦xito; tambi¨¦n fracas¨® en 2000 la pretensi¨®n incorporada al Pacto de Lisboa de incrementar los gastos nacionales en I+D nacionales el 3% del PIB; tampoco fue posible concretar el objetivo definido en el pacto por el crecimiento y el empleo de junio de 2012 por el que se comprometer¨ªan 120.000 millones de euros. En efecto, en la vida de las instituciones comunitarias, una cosa es el consenso en torno a la necesidad de concreci¨®n de un plan como el ahora propuesto y otra bien distinta su r¨¢pida y completa materializaci¨®n. De todas formas, y aunque su grado de suficiencia sea cuestionable, no convendr¨ªa que el gobierno espa?ol demorara en exceso la presentaci¨®n de proyectos susceptibles de cualificaci¨®n.
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