La brecha entre las leyes de EE UU y UE retrasa el ¡®macrotratado¡¯ comercial
El Congreso estadounidense debe decidir si da a Obama libertad para negociar
La cooperaci¨®n regulatoria entre Estados Unidos y la Uni¨®n Europea ¡ªla armonizaci¨®n de leyes que afectan directamente a la producci¨®n y el comercio¡ª se ha convertido en el centro de las negociaciones del Acuerdo de Asociaci¨®n Transatl¨¢ntica para el Comercio y la Inversi¨®n (TTIP, por sus siglas en ingl¨¦s). La octava ronda de conversaciones, que se celebr¨® a principios de febrero en Bruselas, culmin¨® ¡°con avances importantes¡±, pero con un largo camino a¨²n por recorrer, seg¨²n las partes involucradas. Aunque la propia comisaria de Comercio, Cecilia Malmstr?m, admite que el tratado ¡°no estar¨¢ listo para finales de 2015¡± como estaba previsto, los defensores del TTIP reman a contrarreloj para alcanzar los objetivos establecidos lo antes posible, seg¨²n Dan Mullaney, negociador estadounidense.
Este mes entra en juego un factor clave para el avance de las negociaciones: el fast track. En marzo, el Congreso de EE UU ¡ªcon mayor¨ªa conservadora¡ª tendr¨¢ que decidir si concede libertad total al Gobierno de Barack Obama para cuanto pueda conseguir en las negociaciones de este acuerdo comercial. El Gobierno dem¨®crata quiere impulsar el TTIP antes de las elecciones de 2016. ¡°Los republicanos son m¨¢s favorables al libre comercio¡±, coinciden los defensores del TTIP. Seg¨²n todos los expertos consultados, los republicanos estar¨ªan a favor de un tratado comercial con la UE pero eso podr¨ªa cambiar. ¡°Es un arma electoral muy potente¡±, explica Lora Verheecke, de Corporate Europe Observatory (CEO), una ONG anti lobbies con sede en Bruselas.
Aunque este acuerdo gal¨¢ctico ¡ªambas potencias amasan el 60% del PIB mundial y el 45% del comercio internacional¡ª avanza poco a poco, a¨²n debe superar tres trabas por las que los opositores se disponen a dar la batalla; la cooperaci¨®n regulatoria (armonizaci¨®n de leyes), el tribunal de arbitraje (ISDS, por sus siglas en ingl¨¦s) y la liberalizaci¨®n de algunos sectores, como el agua, la sanidad y los servicios financieros. Estos dos ¨²ltimos a¨²n no se han abierto, y est¨¢n ¡°en fase de consultas¡±, seg¨²n los negociadores, pero se auguran complicados.
Evitar duplicidades
La cooperaci¨®n reglamentaria es el foco de todas las miradas. El TTIP pretende equiparar las leyes de ambos bloques de un plumazo ¡°para evitar duplicidades¡±, seg¨²n sus defensores. Y abaratar los tr¨¢mites de convalidaci¨®n de un producto al otro lado del Atl¨¢ntico. ¡°Esto siempre significar¨ªa rebajar la calidad europea [mucho m¨¢s exigente en materia agraria]¡±, sostiene el eurodiputado Ernest Urtasun (Verdes).
El negociador de la UE, Ignacio Garc¨ªa Bercero ¡ªque ya despej¨® esta inc¨®gnita el pasado diciembre en una entrevista a EL PA?S¡ª lo volvi¨® a repetir: ¡°De ninguna manera cambiaremos los est¨¢ndares ni perjudicaremos a la gente¡±. Lo cierto es que con un TTIP como el que est¨¢ planteado, las exportaciones de EE UU a la UE se incrementar¨ªan un 116%, mientras que en la otra direcci¨®n lo har¨ªan solo un 56%, seg¨²n un informe del Parlamento Europeo de 2014, lo que significar¨ªa que los productores europeos deber¨¢n competir con nuevos ¡ªy m¨¢s baratos¡ª productos que llegan de EE UU. ¡°Esto se traducir¨¢ en p¨¦rdida de empleo para los productores europeos¡±, coinciden los detractores.
Con este cap¨ªtulo abierto de par en par, parte de la oposici¨®n al TTIP exige la creaci¨®n de un ¨®rgano que supervise la armonizaci¨®n de regulaci¨®n en la producci¨®n de cada producto a ambos lados del oc¨¦ano y, seg¨²n fuentes directas en la negociaci¨®n, la UE ya ha puesto encima de la mesa esa propuesta, informa Natalia de Miquel. El ¡°truco¡±, seg¨²n el eurodiputado Helmut Scholz que pertenece tambi¨¦n al Comit¨¦ de Comercio Internacional de la Euroc¨¢mara, est¨¢ en ¡°qui¨¦n va a ostentar el control¡± del nuevo organismo. Este cuerpo de cooperaci¨®n reglamentaria (RCB, por sus siglas en ingl¨¦s), ¡°involucrar¨¢ a todas las partes interesadas¡±, seg¨²n un documento de trabajo de la Uni¨®n Europea que no especifica, sin embargo, quienes ser¨¢n los involucrados. La oposici¨®n s¨ª lo tiene claro: las multinacionales. ¡°Son las que mandan y las que se benefician de la rebaja de est¨¢ndares¡±, defiende Ernest Urtasun, eurodiputado de Los Verdes. ¡°Si se armoniza todo, saldr¨¢ perdiendo¡±, advierte Verheecke en la misma l¨ªnea. En las 130 reuniones de septiembre, 119 fueron en presencia de grandes corporaciones, seg¨²n la Corporate Europe Observatory.
Dudas sobre el impacto en el empleo
En medio de una crisis que a¨²n afecta a los ciudadanos europeos, los impulsores del tratado anuncian creaci¨®n de empleo como atractivo del macrotratado. El Gobierno europeo asegura que el TTIP crear¨¢ 1,3 millones de puestos de trabajo, algo que ponen en duda los detractores del acuerdo. Susan George, presidenta del comit¨¦ de planificaci¨®n del think tank Transnational Institute, con sede en ?msterdam, asegura que ¡°el crecimiento del que hablan [del 0.5% del PIB anual europeo, es decir, 120.000 millones de euros en 10 a?os] ser¨¢ equivalente a una taza de caf¨¦ semanal por ciudadano en 2027, en el mejor de los casos¡±, matiza. Franziska Keller, vicepresidenta del grupo de los Verdes piensa que ¡°con el TTIP se perder¨¢n de 600.000 a 1,7 millones de empleos¡±.
Est¨¢ todo, pues, bastante en el aire ante la pr¨®xima ronda ¡ªla novena¡ª que se celebrar¨¢ esta primavera en Washington. Se seguir¨¢ desarrollando la idea de armonizar las leyes en ambos lados del oc¨¦ano y habr¨¢ que ver si el Congreso otorga a la administraci¨®n Obama plenas facultades para seguir adelante con las negociaciones. El tribunal de arbitraje y la liberalizaci¨®n de algunos sectores quedar¨¢n, previsiblemente, relegados a un segundo y tercer plano hasta que este primer cap¨ªtulo de la equiparaci¨®n de leyes no est¨¦ cerrado del todo.
Secretismo y m¨¢xima seguridad
Son apenas seis metros cuadrados decorados con una mesa de oficina, una silla y una l¨¢mpara. No hay ventanas. Se trata de la famosa reading room (sala de lectura) del edificio Paul-Henri Spaak del Parlamento Europeo (en Bruselas), el ¨²nico espacio al que apenas 150 eurodiputados ¡ªde m¨¢s de 751¡ª pueden acceder para leer, solo leer, los documentos de negociaci¨®n del acuerdo comercial entre EE UU y la UE (el llamado TTIP, por sus siglas en ingl¨¦s).
Sin tel¨¦fonos, ni tabletas, ni cuadernos, ni ordenadores ni, por supuesto, m¨®viles. Antes de entrar a la sala, uno debe despojarse de lo que pueda resultar una herramienta de filtraci¨®n. "Es l¨®gico que haya secretismo en un tratado de este calado", sostiene Cecilia Malmstr?m, comisaria de Comercio, durante una conferencia realizada a principios de febrero.
La paranoia por proteger las conversaciones es tal que hasta existe un curso/taller de 45 minutos, seg¨²n varios europarlamentarios que han estado all¨ª, sobre ¡°seguridad obligaciones y consecuencias¡± que podr¨ªan pesar sobre uno si se filtran informaciones. ¡°Incluso te acompa?a un vigilante durante todo el tiempo que permaneces en el interior¡±, sostiene el europarlamentario. ¡°Para tomar notas te dan un papel con marca de agua para tener todo controlado¡±.
En EE UU, cuenta Lora Verheecke, de la ONG Corporate Europe Observatory, ¡°las medidas de seguridad son mucho mayores¡±, sostiene. ¡°?Un congresista podr¨ªa ir a la c¨¢rcel por filtrar documentos involucrados en este tratado!¡±, exclama.
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