?Qu¨¦ es el TTIP?
Lo que debaten la UE y EE UU es m¨¢s complejo que un acuerdo de libre comercio
El TTIP?se vot¨® a principios de 2013 con el objetivo de relanzar el intercambio de bienes, servicios e inversiones entre Estados Unidos y la Uni¨®n Europea. El entonces comisario de Comercio de la UE, Karel de Gutch, enfatiz¨® la ambici¨®n del empe?o -"iremos m¨¢s all¨¢ de lo que puede conseguir la Organizaci¨®n Mundial del Comercio"- y de la apuesta pol¨ªtica, al aventurar que habr¨ªa acuerdo a finales de 2014. Y todo eso qued¨® bautizado como Asociaci¨®n Transatl¨¢ntica de Comercio e Inversi¨®n, m¨¢s conocida por sus siglas en ingl¨¦s?(Transatlantic Trade and Investment Partnership).
Tan claro ha quedado ya que la negociaci¨®n es m¨¢s lenta y compleja de lo anunciado, como que la UE y EE UU discuten mucho m¨¢s que un tratado de libre comercio. El resto de objetivos -armonizar normas, controles y exigencias administrativas, coordinar las leyes que vayan a tener impacto comercial o facilitar las inversiones-, es lo que da una medida de su ambici¨®n. Tambi¨¦n, lo que ha llevado a una temprana divisi¨®n entre detractores y partidarios del proceso.
Un nuevo gigante comercial
Estados Unidos y la Uni¨®n Europea suman cerca del 60% del PIB mundial, un tercio del comercio internacional de bienes y servicios y 800 millones de consumidores. El TTIP llevar¨ªa a la "mayor zona de libre comercio del mundo", en palabras del expresidente de la Comisi¨®n Europea, Jose Manuel Durao Barroso.Tambi¨¦n, seg¨²n c¨¢lculos previos, contribuir¨ªa a elevar el PIB anual en ambos bloques un 0,5% del PIB a los diez a?os de ponerse en marcha o a generar hasta dos millones de empleos en los pa¨ªses industrializados. Voces cr¨ªticas como la del grupo de Los Verdes en el Parlamento Europeo, recuerdan que este tipo de previsiones suelen pecar de optimismo, cuando no cambiar de signo. Otras, como las de la economista Susan George, relativizan el impacto: "El valor del que hablan [aumentar el PIB en 120.000 millones de euros] es equivalente a una taza de caf¨¦ semanal por ciudadano en 2027, en el mejor de los casos".?
Primero, los aranceles
Aunque haya sido considerado como "mucho m¨¢s que un acuerdo de libre comercio", la primera piedra de toque del TTIP ser¨¢ comprobar si se llega al desarme arancelario total, que abander¨® Obama en la ¨²ltima cumbre con la UE. El promedio de tarifas aplicadas es ya bajo: las que impone la UE a las mercanc¨ªas es del 5,2%; en sentido contrario, es apenas un 3,5%. Pero las medias esconden a¨²n algunas divergencias significativas: la UE carga mucho m¨¢s la importaci¨®n de veh¨ªculos de motor o alimentos elaborados; EE UU penaliza la adquisici¨®n de material ferroviario y llega al proteccionismo extremo en algunos productos agr¨ªcolas (el arancel al tabaco es del 350%).
Luego, las normas
Aqu¨ª es donde EE UU y la UE quieren forjar una nueva referencia. Porque donde uno ve leyes que le privan de competir (trayectos internos de compa?¨ªas a¨¦rea en EE UU), el otro ve normas proteccionistas (las denominaciones de origen europeas para productos agrarios), y ambos ven subvenciones para tirar los precios (Airbus y Boeing) o reglas excluyentes (los requisitos para ejercer de abogado o arquitecto). La negociaci¨®n pretende atacar estas restricciones por una doble v¨ªa: all¨¢ donde el nivel de protecci¨®n es similar, aunque se alcance por v¨ªas administrativas distintas (ya sea exigencias de seguridad alimentaria, controles a los veh¨ªculos, niveles de experimentaci¨®n de medicamentos o cuestiones de dise?o), establecer el mutuo reconocimiento: la autorizaci¨®n en la UE, valdr¨ªa en EE UU, y viceversa. Y all¨ª donde las posiciones sean distinta, ir a una regulaci¨®n cada vez m¨¢s semejante.
?Se rebajar¨¢ la protecci¨®n de derechos?
Esta es la pregunta inmediata que ha suscitado en numerosos y muy dispares colectivos la idea base del TTIP: la homologaci¨®n de normas y exigencias administrativas. Las normas europeas son m¨¢s restrictivas en cultivos transg¨¦nicos o ebn el uso de hormonas de crecimiento, los suplementos alimenticios o la aplicaci¨®n masiva de antibi¨®ticos en el ganado, como tambi¨¦n lo son en la privacidad de los datos, las explotaciones de hidrocarburos con la t¨¦cnica del fracking o cuestiones laborales. La Comisi¨®n Europea insiste en que esa es una l¨ªnea roja que no se va a traspasar, que ese es el mandato recibido por los Veintiocho de la UE. Pero solo los textos permitir¨¢n comprobarlo.
Antes incluso de que haya normas
Se pretende que la regulaci¨®n com¨²n vaya m¨¢s all¨¢ de identificar niveles de protecci¨®n similares y evitar duplicidades, o de limar diferencias en normas ya existentes. El TTIP quiere ampliar ese objetivo a las leyes y reglamentos con impacto en el comercio y la inversi¨®n (o sea, casi cualquier norma), antes incluso de que nazcan. Se negocia que se obligue a informar a la otra parte de proyectos legales con una posible incidencia en las relaciones econ¨®micas transatl¨¢nticas y se plantea incluso la creaci¨®n de un ¨®rgano (un cuerpo de cooperaci¨®n regulatoria) para supervisar que la norma en discusi¨®n tenga en cuenta como est¨¢ regulada la cuesti¨®n al otro lado del charco. El objetivo es homologar la regulaci¨®n desde la cuna para evitar divergencias que restrinjan el comercio y la inversi¨®n. La cr¨ªtica es que esta supervisi¨®n puede debilitar la iniciativa parlamentaria, y da acceso antes a los lobbies en el proceso legislativo.
Un tribunal para las empresas
La protecci¨®n de la inversi¨®n extranjera es uno de los objetivos del TTIP. Y para ello plantea la creaci¨®n de un tribunal de arbitraje que permita a las empresas obviar el sistema jur¨ªdico de cada pa¨ªs y recurrir directamente ante esta instancia cuando crea que un Estado se ha saltado lo convenido en el tratado, con la posibilidad de imponer multas multimillonarias. EE UU insiste en este punto, al recordar que una salvaguarda as¨ª es habitual en otros acuerdos bilaterales y sostener que tiene por objetivo penalizar expropiaciones o tratamientos discriminatorios a sus empresas. Pero ni m¨¢s ni menos que Francia y Alemania han transmitido ya sus amplias reservas a la Comisi¨®n ante algunos precedentes en los que las multinacionales han impuesto sus criterios frente a los legisladores gracias a estos sistemas de resoluci¨®n de conflicto inversor-Estado (en ingl¨¦s, ISDS). Argumentan tambi¨¦n que el nivel de protecci¨®n de la inversi¨®n es equivalente a ambos lados del Atl¨¢ntico, por lo que deber¨ªan usarse los sistemas jur¨ªdicos nacionales. Ante las cr¨ªticas, la Comisi¨®n aboga por un sistema lo m¨¢s transparente y limitado posible.
Secretismo
Los responsables de la negociaci¨®n argumentan que se han visto sobrepasados por la atenci¨®n p¨²blica a las conversaciones, una justificaci¨®n d¨¦bil habida cuenta del precedente del ACTA, la regulaci¨®n antipirater¨ªa que descarril¨® en Washington y Estrasburgo, entre otras cosas, por la opacidad con la que se llev¨® a cabo. Lo cierto es que la Comisi¨®n Europea tard¨® m¨¢s de un a?o en lograr que el Consejo de la UE le permitiera publicar el mandato negociador, cuando este ya hab¨ªa sido filtrado en Internet. Y lo mismo ocurri¨® con otros documentos intercambiados en la negociaci¨®n. La nueva comisaria, Cecilia Malmstr?m, trata de ponerse al d¨ªa con la publicaci¨®n de los textos con la posici¨®n inicial europea en cada uno de los temas tratados, pero la transparencia volver¨¢ a ponerse a prueba conforme la negociaci¨®n avance.
Las l¨ªneas rojas
La negociaci¨®n se abri¨® con proclamas de que no habr¨ªa l¨ªneas rojas en la discusi¨®n. Pero desde el principio se comprob¨® que habr¨¢ excepciones. La UE asegura que no reabrir¨¢ el debate sobre la regulaci¨®n de transg¨¦nicos o el uso de hormonas de crecimiento y antibi¨®ticos en la alimentaci¨®n del ganado, mucho m¨¢s permisiva en Estados Unidos. Por su parte el Gobierno de Obama no est¨¢ dispuesto a cambiar la?Buy American Act, que permite primar a productos estadounidenses en contratos p¨²blicos, y solo aceptar¨¢ excepciones. En el mandato negociador de la UE se excluye al sector audiovisual, aunque se deja la puerta abierta a incorporarlo despu¨¦s, y se blinda la excepci¨®n cultural, como reclamaba Francia. Y el Ejecutivo estadounidense se niega a debatir una armonizaci¨®n de las normas sobre la banca, al considerar que la regulaci¨®n europea es demasiado laxa.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.