Google quiere que vivas 500 a?os
La firma de capital riesgo del gigante tecnol¨®gico apuesta por la biotecnolog¨ªa tras ¨¦xitos como Uber o Cloudera
"Si me preguntas hoy, ?es posible vivir hasta los 500 a?os? La respuesta es s¨ª ", dice Bill Maris, en Mountain View, California. El presidente y socio director de Google Ventures, acaba de cumplir 40 a?os, pero parece un estudiante universitario de 19. Lleva zapatillas de deporte y una camisa de tela vaquera sobre una camiseta; parece que no se ha afeitado desde hace d¨ªas.
El sol entra a trav¨¦s de una gran cristalera tras la cual est¨¢ el frondoso campus principal de Google. En su oficina no hay mucho que permita hacerse una idea sobre el trabajo de Maris. Es una habitaci¨®n de paredes blancas con algunas sillas y una mesa. Su escritorio no tiene papeles, no hay libretas o post-its, ni siquiera un ordenador.
Donde realmente se puede averiguar qui¨¦n es Bill Maris es en su estanter¨ªa. Hay textos de biotecnolog¨ªa molecular y gen¨¦tica. Y una colecci¨®n de ilustraciones de Fritz Kahn, un m¨¦dico alem¨¢n que fue uno de los primeros en representar el cuerpo humano como una m¨¢quina. Entre ellas, hay un libro que interesa especialmente a las personas que quieran vivir hasta los 500 a?os: La singularidad est¨¢ cerca: Cuando los humanos transcendamos la biolog¨ªa. Publicado en 2005, es la obra seminal del futurista Ray Kurzweil. Se le conoce por haber pronosticado que en 2045 la humanidad tendr¨¢ su momento Terminator: el auge de los ordenadores superar¨¢ nuestra capacidad para controlarlos. Para mantenernos al d¨ªa, vamos a transformar radicalmente nuestra biolog¨ªa a trav¨¦s de nanorobots y otras m¨¢quinas que mejorar¨¢n nuestra anatom¨ªa y nuestro ADN, cambiando todo lo relacionado con la forma en que vivimos y morimos.
"Vamos a liberarnos de nuestras propias limitaciones", dice Maris, que estudi¨® neurociencia en el Middlebury College y trabaj¨® en un laboratorio biom¨¦dico en la Universidad de Duke. Kurzweil es amigo suyo. Google lo contrat¨® para ayudar a Maris y otros compa?eros de Google a entender un mundo en el que las m¨¢quinas superan a la biolog¨ªa humana. Podr¨ªa ser un futuro aterrador para algunos. Para Maris es negocio.
Ah¨ª es donde espera encontrar, y financiar, la pr¨®xima generaci¨®n de empresas que van a cambiar el mundo, o posiblemente salvarlo. "Tenemos herramientas en las ciencias de la vida para lograr cualquier cosa que usted tenga la audacia de imaginar", dice. "S¨®lo espero vivir lo suficiente para no morir".
Participaciones en 280 empresas
Maris es un tipo at¨ªpico con un trabajo at¨ªpico. Hace siete a?os, Sergey Brin y Larry Page, fundadores de Google, le encargaron poner en marcha un fondo de capital riesgo. En ese momento, ¨¦l era un joven empresario, con limitada experiencia en inversiones y sin influencia en Silicon Valley. Hab¨ªa vendido su empresa de alojamiento web de Vermont y estaba trabajando en el desarrollo de una tecnolog¨ªa sin fines de lucro para la ceguera por cataratas en la India. Era el tipo de persona que Google estaba buscando. "Bill estaba dispuesto a venir con una perspectiva totalmente nueva", dice David Drummond, quien, como director legal de Google y vicepresidente senior de desarrollo corporativo, supervisa Google Ventures, as¨ª como otros instrumentos de inversi¨®n de la compa?¨ªa.
Google Ventures tiene cerca de 2.000 millones de d¨®lares en activos bajo gesti¨®n, con participaciones en m¨¢s de 280 nuevas empresas. Cada a?o, Google da a Maris 300 millones en nuevo capital, y este a?o dispondr¨¢ de un extra de 125 millones para invertir en un nuevo fondo europeo. Eso coloca a Google Ventures a la par con las mayores empresas de capital riesgo de Silicon Valley, que normalmente invierten de 300 a 500 millones al a?o. Seg¨²n los datos recopilados por CB Insights, una firma de investigaci¨®n que rastrea la actividad de capital riesgo, Google Ventures, fue la cuarta firma de capital riesgo m¨¢s activa en EE UU el a?o pasado, con participaciones en 87 ofertas.
Una empresa como Google, con 66.000 millones de d¨®lares en ingresos anuales, no est¨¢ haciendo esto por dinero. Lo que Google necesita son emprendedores. "Tiene que saber lo que se mueve", dice Robert Peck, analista del banco de inversi¨®n de SunTrust Robinson Humphrey. "Mira lo que le pas¨® a BlackBerry cuando se perdi¨® la llegada de los smartphones. Y Yahoo! perdi¨® Facebook".
Google pone enormes recursos en busca de lo que vendr¨¢ en el futuro. Se gasta millones en proyectos como Google X, el laboratorio interno que desarroll¨® Google Glass y est¨¢ trabajando en los coches sin conductor. En enero, la compa?¨ªa realiz¨® una inversi¨®n de 900 millones de d¨®lares en SpaceX de Elon Musk. En 2014, fund¨® Google Capital para invertir en empresas de tecnolog¨ªa de ¨²ltima generaci¨®n. Las opiniones de Maris en la intersecci¨®n entre la tecnolog¨ªa y la medicina encajan bien aqu¨ª: Google ha gastado cientos de millones de d¨®lares que respaldan un centro de investigaci¨®n, llamado Calico, para estudiar la forma de revertir el envejecimiento, y Google X est¨¢ trabajando en una p¨ªldora que insertar nanopart¨ªculas en nuestro torrente sangu¨ªneo, que sirvan para detectar enfermedades y mutaciones cancer¨ªgenas.
Negocios con Facebook y Yahoo
Maris tiene una posici¨®n peculiar en la Googlesfera. Es parte de ella, pero tambi¨¦n libre de ella. Google Ventures est¨¢ configurada de manera diferente a la mayor¨ªa de otros fondos de capital riesgo de empresas, como Intel Capital o Verizon Ventures. La firma realiza sus inversiones con independencia de la estrategia corporativa de su matriz. Puede apoyar a cualquier empresa que quiera, se ajuste o no a los planes de Google. El fondo tambi¨¦n puede vender sus participaciones a quien quiera, incluidos los competidores de Google. Facebook y Yahoo han comprado nuevas empresas financiadas por Google Ventures.
Con el dinero y la influencia de Google tras ¨¦l, Maris tiene una enorme libertad. ?l puede?¡ªy de hecho lo hace¡ª ir tras las m¨¢s codiciadas startups de Silicon Valley. Uber, Nido, y Cloudera est¨¢n entre los grandes ¨¦xitos de la empresa. Maris no tiene intenci¨®n de dejar de perseguir este tipo de operaciones. Pero tiene otras ambiciones. "Hay un mont¨®n de gente, incluidos nosotros, que quieren invertir en Internet para el consumidor, pero podemos hacer m¨¢s que eso", dice. Ahora tiene el 36% de los activos del fondo invertidos en ciencias de la vida, frente a un 6% de 2013.
"Hay una gran cantidad de multimillonarios de Silicon Valley, pero al final, todos nos dirigimos al mismo lugar", dice Maris. "Si se te dan la posibilidad de elegir entre hacer un mont¨®n de dinero o encontrar una manera de hacer que las personas viven m¨¢s tiempo, ?qu¨¦ eliges?"
Maris est¨¢ de pie en la entrada de la llamada Joshua Tree, la gran sala de conferencias de Google Ventures. Cada habitaci¨®n en la sede lleva el nombre de un parque nacional. "Est¨¢ bien, tenemos mucho que hacer hoy", dice a su personal. El grupo se re¨²ne aqu¨ª cada dos semanas para hablar sobre perspectivas y estrategia.
Maris cuenta con un equipo de 70 personas, la mayor¨ªa de los cuales est¨¢n ese d¨ªa en la sala de reuniones o se conecta por tel¨¦fono o por v¨ªdeo. El grupo incluye a 17 socios de inversi¨®n del fondo, que se encargan de la b¨²squeda de nuevas empresas. Dentro de ese grupo se encuentran Joe Kraus, cofundador de Excite; Rich Miner, cofundador de Android; y David Krane, empleado n¨²mero 84 de Google.
El ambiente en la habitaci¨®n es relajado. Algunos empleados se sientan con las piernas cruzadas en el suelo; otros est¨¢n recostados en los sof¨¢s de fieltro suave. Se hacen bromas. Uno de los colaboradores comienza su presentaci¨®n con una diapositiva titulada "Proyecto Secreto" ¡ªque la mayor¨ªa de las personas en la habitaci¨®n ya conocen¡ª y la concluye con una foto en la que aparece la cabeza de Maris pegada al cuerpo de un individuo que toca la pandereta. Es una broma dirigida al jefe, porque se cas¨® con la cantautora Tristan Prettyman en agosto pasado y recientemente se fue de gira con ella. Todo el mundo se r¨ªe. Maris sonr¨ªe, pero inmediatamente vuelve a los negocios. "El tiempo es lo ¨²nico que no puedo recuperar y que no puedo devolver", dice, se?alando una agenda proyectada en la pantalla detr¨¢s de ¨¦l.
"S¨¦ que todos somos conscientes de la importancia de la conferencia que tiene lugar esta semana", dice Maris. A una hora de San Francisco, JPMorgan Chase celebra su reuni¨®n anual sobre servicios sanitarios, un encuentro apodado en el sector como ¡°la Super Bowl de los servicios sanitarios¡±. Miles de ejecutivos de farmac¨¦uticas e inversores se re¨²nen en el evento que se ha convertido en una enorme fuente de negocio para la industria. La mayor¨ªa de las start-ups sobre ciencias de la vida de Google Ventures acuden. Una de ellas, Foundation Medicine, que utiliza datos gen¨¦ticos para crear herramientas de diagn¨®stico en oncolog¨ªa, est¨¢ generando enorme expectaci¨®n este a?o. En enero, Roche Holding anunci¨® planes para tomar una participaci¨®n mayoritaria en la empresa, en una transacci¨®n valorada en 1.000 millones de d¨®lares. El valor de la acci¨®n al d¨ªa siguiente se multiplic¨® por m¨¢s de dos. Google Ventures tiene una participaci¨®n del 4% en esta firma.
Una "revoluci¨®n" como la del iPhone
Para Maris, Foundation Medicine representa el comienzo de una revoluci¨®n. "La analog¨ªa que uso es esta", dice, levantando su iPhone 6. "Incluso hace cinco a?os, esto habr¨ªa sido inimaginable. Y hace veinte a?os, no habr¨ªa sido capaz de hablar con nadie de esto".
Cuando Google Ventures invirti¨® en Foundation en 2011, la promesa de la empresa era m¨¢s bien te¨®rica. El mundo segu¨ªa esperando los avances que parec¨ªan inevitables desde que los cient¨ªficos realizaron el primer mapa del genoma humano en 2003. El equipo de Foundation inclu¨ªa genetistas eminentes, entre ellos Eric Lander, uno de los l¨ªderes del Proyecto Genoma Humano. Aun as¨ª, en aquel momento la compa?¨ªa no contaba con ning¨²n producto comercial viable.
La tecnolog¨ªa ha avanzado mucho desde entonces, permitiendo a Foundation crear productos como su Interactive Cancer Explorer, una especie de Google para los onc¨®logos, que les permite investigar y dise?ar tratamientos para sus pacientes. "Hemos tenido que aprender mucho de los expertos de Silicon Valley", dice el consejero delegado de Foundation Medicine, el doctor Michael Pellini, quien acudi¨® a Google Ventures cuando buscaba un inversor para ayudarle con el dise?o tecnol¨®gico de su empresa. "Piense en cada b¨²squeda en Google. Nunca pensamos en todos los algoritmos que hay detr¨¢s de lo que vemos en la pantalla. Y ellos fueron capaces de hacer lo mismo para nosotros, pero con la informaci¨®n gen¨¦tica".
"Hace 20 a?os, sin la gen¨®mica, s¨®lo se pod¨ªa tratar el c¨¢ncer con veneno", se?ala Maris. "Eso es realmente distinto a decirle a alguien: 'Podemos curar su c¨¢ncer mediante ingenier¨ªa inversa de c¨¦lulas madre'. Ahora se puede leg¨ªtimamente invertir en una empresa que podr¨ªa curar el c¨¢ncer".
Identificar a las compa?¨ªas de ciencias de la vida que son prometedoras no es como cazar en Silicon Valley a los programadores de aplicaciones atractivas. Las empresas de biotecnolog¨ªa est¨¢n construidas alrededor de una ciencia complicada. Requieren millones de d¨®lares en inversiones, alianzas con grandes compa?¨ªas farmac¨¦uticas y ensayos cl¨ªnicos prolongados. Para ayudar con su identificaci¨®n, Maris cuenta con cient¨ªficos entre los socios. Entre ellos est¨¢ la doctora Krishna Yeshwant, una m¨¦dico formada en Harvard y Stanford que todav¨ªa trabaja en una cl¨ªnica dos veces a la semana en Boston, donde reside. El a?o pasado, lider¨® la mayor apuesta de la firma en ciencias de la vida: una inversi¨®n en Flatiron Health, que est¨¢ construyendo una plataforma en la nube para analizar datos sobre el c¨¢ncer.
Esto es s¨®lo el principio. "En 20 a?os", dice Maris, "la quimio parecer¨¢ tan primitiva que ser¨¢ como el uso de un tel¨¦grafo".
A la edad de 22 a?os, justo despu¨¦s de terminar la universidad, Maris conoci¨® a la persona que le llevar¨ªa a Apple. Era 1997: Yahoo era sin¨®nimo de b¨²squeda, AOL de correo electr¨®nico y Google se llamaba BackRub, Maris estaba en Nueva York, trabajando en la firma de inversi¨®n sueca Investor AB. No le importaba Wall Street, pero le gustaba la inteligente graduada en Yale que se sentaba a su lado. Ella le habl¨® de una empresa que iba a cambiar el mundo. ¡°Recuerdo que le cont¨¦ que mi hermana estaba trabajando en este Nuevo motor de b¨²squeda y ¨¦l dijo ¡®Oh, Yahoo es suficiente¡¯¡±, rememora Anne Wojcicki, a la postre esposa de Sergey Brin. Su hermana Susan, una de las primeras empleadas de Google, es ahora consejera delegada de YouTube. Anne Wojcicki pas¨® a cofundar 23andMe, una firma de pruebas gen¨¦ticas que forma parte de la cartera de inversiones de Google Ventures.
Maris abandon¨® su puesto en Investor AB seis meses despu¨¦s y se march¨® a Burlington (Vermont) para crear una compa?¨ªa de alojamiento web. Por aquel entonces estaba tan verde que le¨ªa Netscape y World Wide Web para dummies. Financi¨® su empresa, Burlee, con sus propias tarjetas de cr¨¦dito y convenciendo a los operadores del ferry del lago Champlain (en la frontera entre EE UU y Canad¨¢) para que invirtieran. Maris vendi¨® Burlee a una empresa que en 2002 se hizo con el dominio web.com por una cantidad no desvelada. No era el nivel monetario de Google, pero fue suficiente para poder vivir en Vermont sin trabajo.
Se habr¨ªa quedado all¨ª salvo porque su vieja amiga, Wojcicki, le segu¨ªa tentando a marcharse al oeste. Maris empez¨® a visitarles a ella y a Brin, qued¨¢ndose en su casa de California. Cada vez estaba m¨¢s involucrado en su c¨ªrculo social. ¡°Mientras cenaban, ¨¦l, Larry y Sergey hablabanm no s¨¦, de coches voladores¡±, recuerda Wojcicki.
En 2008, los jefes de Google convencieron a Maris para lanzar un fondo de capital riesgo, una idea a la que hab¨ªa estado dando vueltas bastante tiempo. Le dieron una mesa y le pidieron ideas para invertir el dinero de la compa?¨ªa de Mountain View. En un giro propio de Google, Kevin Systrom ¡ªque estaba trabajando en una aplicaci¨®n m¨®vil de fotograf¨ªa llamada Burbn, despu¨¦s Instagram¡ª se convirti¨® en su vecino de oficina. ¡°Todo el que se sienta a mi lado acaba convirti¨¦ndose en multimillonario¡±, bromea.
Maris pas¨® seis meses investigando sobre capital riesgo en los alrededores de Silicon Valley. Recorri¨® arriba y abajo Sand Hill Road, la casa de algunas de las firmas m¨¢s prestigiosas de inversi¨®n en tecnolog¨ªa y pidi¨® consejo a los inversores. Al principio lo tuvo dif¨ªcil para que le tomaran en serio. Le dijeron que su fondo nunca funcionar¨ªa: las firmas de capital riesgo nunca querr¨ªan que Google les mirase por encima del hombro. ¡°Algunos fueron especialmente poco acogedores para Bill y Google Ventures¡±, rememora John Doerr, un socio legendario de Kleiner Perkins Caufield & Byers, una de las firmas m¨¢s importantes de la primera generaci¨®n de fondos de capital riesgo californianos. Doerr, consejero de Google, recomend¨® a Maris que pusiera en marcha el fondo de capital riesgo.
Los fondos de inversi¨®n corporativos tienen mala fama en Silicon Valley. ¡°Hay una importante paradoja en torno a la noci¨®n de riesgo corporativo¡±, explica Bill Gurley, socio de la firma de capital riesgo Benchmark Capital.
Los emprendedores tambi¨¦n se mostraron esc¨¦cpticos. ¡°Le dije que nunca funcionar¨ªa¡±, afirma Joe Kraus, cofundador de Excite y de una empresa de wiki software llamada JotSpot y que fue vendida a Google. Maris pronto le pidi¨® que se sumara como socio a Google Ventures. ¡°Desde la ¨®ptica del emprendedor, la idea de sumarme a Google habr¨ªa sido escalofriante¡±, dice Kraus. ¡°El miedo era: ?Te odiar¨¢ Apple por haber levantado dinero de Google?¡±.
Para ganar a otras firmas de capital riesgo, Maris y sus jefes en Google establecieron los t¨¦rminos bajo los que todav¨ªa opera el fondo. Google no tiene acceso a detalles sobre la estrategia o la tecnolog¨ªa que emplean las startups. De esta forma, los emprendedores pueden lanzar sus ideas sin preocuparse de que se las roben. ¡°Tuvimos que convencer a los emprendedores de que podr¨ªan trabajar con nosotros¡±, afirma David Drummond.
Los emprendedores que encajan bien con la empresa de Mountain View acceden a una serie de recursos que no se pueden comprar con dinero. La firma puede presentar a los fundadores de las startups a cualquiera en Google, por ejemplo a expertos en la rama de b¨²squedas o a dise?adores de las aplicaciones de m¨®vil de Android.
Una de las grandes ventajas de Google Ventures es su equipo de dise?o. Maris atrajo a los mejores talentos de tecnolog¨ªa de Google y los convirti¨® en socios del fondo. Uno de ellos trabaj¨® en Gmail; otro ech¨® una mano en el redise?o de YouTube. Conforman una suerte de unidad de ¨¦lite para las startups: pueden solucionar cualquier problema de dise?o que surjan en estos proyectos, desde una aplicaci¨®n m¨®vil que da error, tr¨¢fico lento o una p¨¢gina principal poco atractiva.
¡°No necesit¨¢bamos el dinero¡±, afirma Ryan Caldbeck, cofundador de la empresa de crowdfunding Eligi¨® Google Ventures como uno de sus apoyos, en parte, para lograr acceder a su talento en el dise?o. Ev Williams, cofundador de Twitter, us¨® el dise?o este equipo de dise?o para su nueva plataforma editorial, Medium. Stewart Butterfield, cofundador de Flickr, tambi¨¦n tir¨® este equipo para su nueva startup
¡°Google Ventures tiene un incentivo directo para asegurarse que las empresas en las que invertimos tienen ¨¦xito¡±, afirma Maris por correo electr¨®nico en referencia a potenciales conflictos de inter¨¦s. ¡°Nuestas decisiones de inversi¨®n se toman de manera independiente al camino trazado con Google¡±. ?l y el resto de socios son pagados en funci¨®n del desempe?o de las compa?¨ªas en cartera. En teor¨ªa, si la aplicaci¨®n de autom¨®viles de Google acaba con Uber, Google Venture pierde dinero.
Un laboratorio robotizado
Una noche, en San Francisco, un grupo de j¨®venes cient¨ªficos y m¨¦dicos est¨¢n sentados a la mesa. "Recuerdo que cuando viv¨ªa con Max y abr¨ªa la nevera me preguntaba: ?Es esto seguro?, reflexiona Blake Byers, de 30 a?os de edad, doctor en bioingenier¨ªa en Stanford y socio de Google Ventures. Mira de reojo a Max Hodak, de 25 a?os, y postgrado de ingenier¨ªa biom¨¦dica en Duke. Hace tres a?os, Hodak comenz¨® a trabajar en el garaje de Byers para construir un laboratorio con robots. Una vez guard¨® los productos qu¨ªmicos en el congelador de Byers. Blake exagera. Nunca hubo ning¨²n peligro", dice Hodak.
Ahora, Hodak dirige Transcriptic, una empresa que construye y opera laboratorios operados con robots en cajas que se pueden empaquetar y enviar. Tienen suficiente poder de computaci¨®n para ejecutar m¨²ltiples experimentos desde cualquier parte del mundo. En teor¨ªa, un cient¨ªfico en Monrovia (Liberia) con acceso a un ordenador port¨¢til o un tel¨¦fono m¨®vil podr¨ªa utilizar un laboratorio de Transcriptic para hacer ensayos con cepas de ?bola. Byers ha ayudado Hodak a captar 12,5 millones de d¨®lares de Google Ventures y otros inversores.
"Estamos justo en la frontera de lo que la ciencia y la tecnolog¨ªa pueden hacer '', dice David Shaywitz, director m¨¦dico de DNAnexus, sentado frente a Byers y Hodak. Su compa?¨ªa, tambi¨¦n respaldada por Google Ventures, se dedica a crear un banco global de informaci¨®n gen¨®mica utilizando la computaci¨®n en nube.
Escuchando a los cient¨ªficos reunidos alrededor de la mesa, no es dif¨ªcil quedar atrapado en el mundo que ven venir. En esta visi¨®n del futuro, la ciencia ser¨¢ capaz de reparar el da?o que el sol o el tabaco o demasiado vino infligen en nuestro ADN. Alzheimer, Parkinson, y otros azotes del envejecimiento ser¨¢n reparados a nivel molecular y erradicados. En la mente de esta nueva generaci¨®n de emprendedores, las posibilidades son extra?as, esperanzadoras e ilimitadas. Probablemente no viviremos para siempre, pero podr¨ªamos vivir mucho m¨¢s tiempo, y mejor.
Estas son las apuestas que Google Ventures espera que sean en ¨²ltima instancia sus mayores ¨¦xitos. "No estamos tratando de avnzar unos pocos metros", dice Maris. "Estamos tratando de ganar el partido. Es mejor vivir que morir ".
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