?Por qu¨¦ el billete de 10€ es rojo?
Un libro repasa los diez a?os que tard¨® Europa en dise?ar y producir su moneda ¨²nica
"El euro naci¨® despu¨¦s de conversaciones, educadas, corteses, atentas, finas y civilizadas entre caballeros". Con cierta iron¨ªa,?el vi?etista Francisco Ib¨¢?ez se esforzaba en?Lleg¨® el Euro?en narrar?la gestaci¨®n de la moneda?comunitaria?en un par de vi?etas. Los l¨ªderes europeos acababan a palos por imponer su divisa propia al?canciller alem¨¢n Helmut Kohl. Los diez a?os que tard¨® la Uni¨®n Europea en dise?ar, producir y lanzar su moneda ¨²nica no acabaron as¨ª, aunque sus largas negociaciones casi podr¨ªan haber protagonizado un c¨®mic propio. Cu¨¢l era el color adecuado de los billetes.?C¨®mo hacerlos seguros y adaptado a ciegos. Qu¨¦ im¨¢genes,?sin ser representativa de un pa¨ªs,?convencer¨ªan a todos. Cuestiones como esas aparec¨ªan d¨ªa a d¨ªa en las reuniones del comit¨¦ encargado de dar con la divisa?comunitaria y sus siete billetes.
El Banco Central Europeo?(BCE) se adentra 25 a?os despu¨¦s en la cocina de aquel acuerdo con?Los primeros euros (The First euros), un libro escrito por Antti Heinonen, ex director de billetes, que rememora lo que ocurri¨® en las bambalinas de las negociaciones, desde su comienzo a principios de los noventa ¡ªantes incluso que los doce miembros firmaran el acuerdo de Maastricht en febrero de 1992¡ª hasta 2013, cuando apareci¨® la serie Europa, segundo dise?o de los siete billetes de euro.
Pol¨ªmero o algod¨®n
A finales de los a?os ochenta, solo Australia imprim¨ªa sus billetes en el pl¨¢stico de pol¨ªmero, un substrato que desde entonces ha ido ganando adeptos a lo largo del mundo. Pero dado que ninguno de los europeos hab¨ªa utilizado dicho material, se decidi¨® que los desaf¨ªos que este cambio supondr¨ªa para la industria no compensar¨ªa como para abandonar el tradicional papel de algod¨®n.
Aunque incluso el algod¨®n caus¨® sus cr¨ªticas, despu¨¦s de imprimidas las divisas. En 2003, varias publicaciones sacaron a la luz que hab¨ªa sido gen¨¦ticamente modificado, controvertido por su posible efecto nocivo al medioambiente. Un estudio posterior sirvi¨®, sin embargo, para negar dichas acusaciones.
La segunda?serie Europa?tambi¨¦n se contempl¨® la opci¨®n de cambiar el material Se hicieron pruebas en laboratorio con billetes hechos en 16 productos alternativos y variantes de algod¨®n que funcionaran siempre en los cajeros y m¨¢quinas. Al final, tras varias pruebas, se eligi¨® el algod¨®n m¨¢s resistente mediante el grabado a buril.
El pol¨ªmero, que qued¨® descartado, comenz¨® durante los a?os noventa a ser aceptado por otros pa¨ªses. Canad¨¢ calcul¨® que su durabilidad ser¨ªa de ocho a?os, y, desde entonces, se unieron Nueva Zelanda, Israel, Nueva Guinea o Vietnam. En 2016 lo har¨¢ tambi¨¦n Reino Unido con sus billetes de cinco y diez libras. Se convertir¨¢ as¨ª en el pa¨ªs m¨¢s importante en adaptarse a este material.
La primera decisi¨®n respond¨ªa a una de las preguntas m¨¢s dif¨ªciles: el billete, al contrario que la moneda, ser¨ªa igual en toda Europa. Era su s¨ªmbolo de uni¨®n, representado en un mapa sin fronteras y mirando al futuro. As¨ª rezaba la petici¨®n a los artistas elegidos, pero el comit¨¦ buscaba tambi¨¦n dar con los materiales menos contaminantes, la producci¨®n m¨¢s barata y la seguridad ¨®ptima. Lo art¨ªstico se un¨ªa a lo pr¨¢ctico. Era algo que los europeos usar¨ªan en su d¨ªa a d¨ªa. Hab¨ªa que hacer un dise?o que, por tama?o y forma, valiera para los cajeros de todo el continente, con siglas y letras inteligibles en los idiomas comunitarios. Detalles aparentemente simples en los que deb¨ªan ponerse de acuerdo.
El entonces llamado ecu?¡ªque pas¨® a ser euro en la reuni¨®n de Madrid de 1995¡ª deb¨ªa contentar a los 12 miembros del tratado de Maastricht, sin mostrar sesgo por uno. Cada Banco Central envi¨® a dos de sus m¨¢ximos expertos en impresi¨®n de billetes. Con ellos comenz¨® las negociaciones sobre aspectos concretos.
El tama?o, por ejemplo, podr¨ªa haber sido una discusi¨®n menor, pero se convirti¨® en una de las decisiones clave. Tener billetes de distintos tama?os significaba dise?ar cajeros m¨¢s modernos, pero supon¨ªa al mismo tiempo avanzar en uno de sus retos m¨¢s relevantes: facilitar a los ciegos el reconocimiento. Antes del euro, los billetes m¨¢s grandes los ten¨ªan los alemanes con los 1.000 marcos, de 178 por 88 mil¨ªmetros, mientras que el m¨¢s peque?o era el de 1.000 liras italianas, de 112 por 61. El pa¨ªs m¨¢s conflictivo result¨® ser, sin embargo, Finlandia, cuyos billetes hab¨ªan sido desde 1955 del mismo tama?o. Ahora se ve¨ªan obligados a aceptar entre cinco y siete cent¨ªmetros de variaci¨®n entre los euros. Una pol¨¦mica moment¨¢nea que se acab¨® diluyendo en el pa¨ªs escandinavo. El m¨ªnimo era 120 mil¨ªmetros de ancho y 62 de alto. M¨¢s peque?o habr¨ªa hecho la impresi¨®n poco eficiente.?Para simplificar la tecnolog¨ªa, asimismo, los billetes de m¨¢s valor ¡ª100, 200 y 500 euros¡ª tendr¨ªan el mismo tama?o.
Pero, junto a la seguridad, el dibujo se convirti¨® en la piedra angular de la personalidad del billete, en lo que se fijar¨ªa el p¨²blico y lo que unir¨ªa esta Europa abstracta.? La imagen cl¨¢sica de un billete presentaba personas ilustres, pero, por el ¨¢nimo de unificaci¨®n, la persona o lugar no pod¨ªa ser esta vez espec¨ªfica de un pa¨ªs.?Las im¨¢genes ser¨ªan rostros an¨®nimas o paisajes comunes y abstractos. Poemas, mitolog¨ªa, mapas hist¨®ricos, ¡°padres fundadores¡± de Europa o fauna y flora eran algunos de los temas propuestos.
El vencedor fue el artista gr¨¢fico Robert Kalina, premiado por su simbolismo. El jurado decidi¨® escoger este dise?o entre el resto de finalistas (de lo m¨¢s variados) aplaudiendo los "puentes que conectan a las personas de Europa con los continentes del mundo, y las puertas abiertas al el futuro". Quedaron por el camino formas picassianas o dibujos de personas, que, sin rasgos espec¨ªficos, representaran el continente. Despu¨¦s de que se imprimieran los billetes, sin embargo, no tardaron en aparecer arquitectos que reconoc¨ªan los puentes.
Fue el experto en arte Jaap Bolten el que propuso basarse en la rueda crom¨¢tica, inventada por Isaac Newton, para elegir la base de colores. Los billetes m¨¢s comunes ¡ªde 10, 20 y 50¡ª tendr¨ªan los tres colores primarios: rojo, azul y amarillo. Los m¨¢s valiosos, por su parte, ser¨ªan imprimidos en secundarios, y el m¨¢s f¨¢cil de distinguir, el morado, ser¨ªa el de 500, el m¨¢s valioso. Para diferenciar los billetes con similitud en su denominaci¨®n (10 y 100, 20 y 200) les dar¨ªan los colores opuestos en la rueda y tambi¨¦n se buscar¨ªa la m¨¢xima diferenciaci¨®n posible entre las denominaciones consecutivas (5 y 10, 10 y 20, 20 y 50...). El plan inicial era que el de 50 fuera amarillo, pero se altern¨® el color con el de 200 porque se tem¨ªa que el del primero,?de uso m¨¢s frecuente, podr¨ªa decolorarse, seg¨²n explica el libro.? El gris neutral quedaba para el billete m¨¢s peque?o, de cinco.
El dise?o deb¨ªa dejar espacio, asimismo, para los c¨®digos de seguridad, las siglas que en cinco idiomas denominaban al BCE, la firma y para ese mapa sin fronteras ideal. Reflejo de una Europa cuyos euros ser¨ªan su m¨¢ximo s¨ªmbolo.
Euro II: La serie Europa
Europa tard¨® diez a?os en parir el dise?o original del euro, pero la vida de los billetes cada vez era m¨¢s corta, ahora de siete a diez a?os. Al poco de sacar los primeros a circulaci¨®n, en 2003, lleg¨® el momento de ponerse a trabajar en un nuevo dise?o que supusiera una evoluci¨®n del original, aunque no un cambio dr¨¢stico.
La serie Europa, que sali¨® a circulaci¨®n en 2013, tiene como protagonista a la princesa Europa, que en la mitolog¨ªa griega hab¨ªa sido abducida por Zeus en una isla de Creta. Su rostro es el icono de la banda de seguridad, e incluso se contempl¨® la idea de incluir a Zeus con forma de toro.
Los nuevos billetes deb¨ªan incluir, adem¨¢s de la firma del presidente del BCE, Mario Draghi, y la denominaci¨®n Euro en cir¨ªlico (adem¨¢s de en letras griegas y latinas) para representar a Bulgaria. Las siglas del BCE aparecer¨ªan ahora en nueve idiomas y el mapa de Europa se expandir¨ªa para incluir las islas de Chipre y Malta, que eran considerados demasiado peque?as para aparecer en los anteriores y que en 2004 se unieron a la Uni¨®n Europea, con 28 miembros.
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