La hermandad del fracaso
Jeb Bush quiere dejar de hablar sobre los temas controvertidos del pasado, y el porqu¨¦ es evidente: tiene mucho sobre lo que dejar de hablar. Pero no le vamos a dar el gusto. Se puede aprender mucho estudiando la historia reciente, y se puede aprender a¨²n m¨¢s observando las respuestas de los pol¨ªticos a dicha historia.
El muy manido ¡°pasemos a otra cosa¡± de los ¨²ltimos d¨ªas volvi¨® a aparecer en la respuesta de Bush cuando en una entrevista le preguntaron si, sabiendo lo que sabe ahora, habr¨ªa apoyado en 2003 la invasi¨®n de Irak. Bush respondi¨® que s¨ª. ?Sin armas de destrucci¨®n masiva? ?Sin estabilidad despu¨¦s de todas las vidas perdidas y el dinero gastado? Sin problemas.
Luego intent¨® dar marcha atr¨¢s. ¡°Hab¨ªa interpretado mal la pregunta¡±, y adem¨¢s, meterse en ¡°hip¨®tesis¡± no es algo que a ¨¦l le interese. En cualquier caso, ¡°volver atr¨¢s en el tiempo¡± es una ¡°falta de respeto¡± hacia los que sirvieron en la guerra.
Dediquemos un momento a saborear la cobard¨ªa y la vileza de ese ¨²ltimo comentario. Y no, no estoy exagerando. Bush intenta esconderse detr¨¢s de las tropas, dando a entender que cualquier cr¨ªtica a los l¨ªderes pol¨ªticos ¡ªen particular, huelga decirlo, a su hermano y comandante en jefe¡ª es un ataque al valor y al patriotismo de quienes pagaron un precio por los errores de sus superiores. Eso es caer muy bajo, y nos dice mucho m¨¢s sobre el car¨¢cter del candidato que una infinidad de entrevistas personalizadas a fondo.
Pero esperen, que a¨²n hay m¨¢s: por incre¨ªble que parezca, Bush recurri¨® a la vieja artima?a del impersonal, limit¨¢ndose a admitir que ¡°se cometieron errores¡±. Pues claro. ?Y qui¨¦n los cometi¨®? Este mismo a?o Jeb Bush public¨® una lista de sus principales asesores en pol¨ªtica exterior, y aquello era un qui¨¦n es qui¨¦n de metedores de pata, gente que hab¨ªa desempe?ado un papel fundamental en el desastre de Irak, entre otras cat¨¢strofes.
Lo digo en serio, analicemos la lista, que incluye a lumbreras como Paul Wolfowitz, que insisti¨® en que los estadounidenses ser¨ªan recibidos como liberadores y que la guerra no costar¨ªa casi nada, y Michael Chertoff, director del Departamento de Seguridad Nacional durante el hurac¨¢n Katrina, ajeno a las miles de personas abandonadas a la buena de Dios en el centro de convenciones de Nueva Orleans, sin agua ni comida.
En otras palabras: en Bushlandia, desempe?ar un papel clave en una cat¨¢strofe pol¨ªtica no resta m¨¦ritos para poder tener influencia en el futuro. Si acaso, la credencial de haber metido la pata hasta el fondo en cuestiones de seguridad nacional parece ser un requisito indispensable.
En 'Bushlandia', tener
un papel clave en una cat¨¢strofe pol¨ªtica no resta m¨¦ritos para
influir en el futuro
Puede que los votantes, incluso los republicanos en las primarias, no compartan esta opini¨®n, y quiz¨¢ los ¨²ltimos d¨ªas hayan pasado factura a las perspectivas presidenciales de Bush. Sin embargo, en cierto modo, eso es una injusticia. Irak supone un problema especial para la familia Bush, que tiene un largo historial de no admitir errores y de conservar a siervos leales a la familia sin importar lo mal que lo hagan. Sin embargo, la negativa a aprender de la experiencia, combinada con una versi¨®n de correcci¨®n pol¨ªtica donde solo eres aceptable si has metido la pata en cuestiones cruciales, es algo ubicuo en el Partido Republicano moderno.
Adopten mi perspectiva habitual, la de la pol¨ªtica econ¨®mica. Si analizamos la lista de economistas que parecen tener una influencia significativa en los l¨ªderes republicanos, incluidos los posibles candidatos a la presidencia, descubrimos que casi todos estaban de acuerdo, en la ¨¦poca del boom Bush, en que no hab¨ªa burbuja inmobiliaria y que el futuro de la econom¨ªa estadounidense era brillante; que casi todos predijeron que los esfuerzos de la Reserva Federal para luchar contra la crisis econ¨®mica que se produjo cuando dicha burbuja inexistente estall¨® provocar¨ªa una severa inflaci¨®n; y que casi todos predijeron que el Obamacare ¡ªla ley de atenci¨®n m¨¦dica asequible y protecci¨®n a los pacientes¡ª, que acab¨® de implementarse en 2014, supondr¨ªa una tremenda p¨¦rdida de trabajos.
Habida cuenta de lo err¨®neas que resultaron dichas predicciones ¡ªvivimos el peor batacazo inmobiliario de la historia; la paranoia de la inflaci¨®n lleva seis a?os, y los que quedan, sin cumplirse; y en 2014 se produjo el mayor crecimiento laboral desde 1999¡ª, cabr¨ªa pensar que en el Partido Republicano quiz¨¢ quede algo de espacio para economistas que no hayan fallado en todas y cada una de sus predicciones. Pero nanay. Haber estado completamente equivocado sobre la econom¨ªa; como haberlo estado sobre Irak, se antoja una credencial indispensable.
?Qu¨¦ es lo que pasa aqu¨ª? La mejor explicaci¨®n que se me ocurre es que estamos presenciando los efectos del tribalismo extremo. En la derecha moderna todo es una prueba de fuego pol¨ªtica: todo el que intentaba pensar en los pros y los contras de la guerra de Irak era, por definici¨®n, un enemigo del presidente George W. Bush, y probablemente odiaba Estados Unidos; todo el que se preguntaba si de verdad la Reserva Federal estaba devaluando la moneda era sin duda un enemigo del capitalismo y la libertad.
Da igual que se haya demostrado que los esc¨¦pticos est¨¢bamos en lo cierto. El mero planteamiento de preguntas sobre las ortodoxias del momento conlleva una excomuni¨®n de la que no hay vuelta atr¨¢s. As¨ª pues, los ¨²nicos ¡°expertos¡± que siguen en pie son los que cometieron todos los errores aprobados. Es una especie de hermandad del fracaso: hombres y mujeres unidos por una historia compartida de equivocarse en todo, y negarse a admitirlo. ?Tendr¨¢n la oportunidad de escribir m¨¢s cap¨ªtulos en su reinado del error?
?Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Princeton y Nobel de Econom¨ªa en 2008.
Traducci¨®n de News Clips.
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