Efectos terap¨¦uticos del abismo
El problema territorial parte de un d¨¦ficit de instituciones que representen el inter¨¦s general
De donde surgen los impulsos para el cambio cuando instituciones o pol¨ªticas p¨²blicas que han sido eficaces en el pasado muestran de pronto su incapacidad para afrontar los nuevos retos? ?Podemos confiar en la raz¨®n ilustrada, es decir, en el conocimiento como motor para el cambio?
D¨¦jenme poner dos ejemplos que permitan iluminar la importancia de tener alguna respuesta a esta cuesti¨®n.
Desde su aprobaci¨®n a finales de los a?os noventa, el euro fue visto como un instrumento de progreso econ¨®mico y social para los pa¨ªses miembros. Sin embargo, a partir de la aparici¨®n de la crisis de deuda en el a?o 2010, la l¨®gica del funcionamiento de la eurozona se transform¨® en una camisa de fuerza para la salida de la crisis y la vuelta al crecimiento de los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles.
Vengamos ahora a Espa?a. La configuraci¨®n auton¨®mica del Estado que surgi¨® de la Constituci¨®n de 1978 ¡ªes decir, la divisi¨®n territorial del poder pol¨ªtico¡ª fue un gran acierto para resolver el viejo ¡®problema territorial¡¯ de Espa?a. Pero el funcionamiento actual del Estado de las Autonom¨ªas es visto por muchos como otra camisa de fuerza para el autogobierno de algunas comunidades, como es el caso de Catalu?a.
Lo que quiero poner de relieve con estos ejemplos es que hay cosas que en una ¨¦poca se ven como la soluci¨®n a nuestros problemas y de pronto se convierten ellas mismas en problema. Recuerden la manida cita de Ortega y Gasset de ¡°Espa?a es el problema, Europa es la soluci¨®n¡±. Hoy ya no est¨¢ tan claro que, en su actual funcionamiento, Europa no sea tambi¨¦n parte del problema.
?De d¨®nde vienen los impulsos para cambiar las cosas? Una respuesta es que del conocimiento. Pero la vida nos dice que no es as¨ª. El conocimiento no es poder. Ya sea por la fuerza de los intereses creados, la resistencia del statu quo o el temor al cambio de la sociedad algo que funciona mal puede permanecer mucho tiempo sin ser cambiado. ?Si no es el conocimiento, qu¨¦ otro factor puede venir en ayuda del cambio? Hay una respuesta: el miedo al abismo. Pero, como despu¨¦s explicar¨¦ es una respuesta inquietante.
Recuerden lo ocurrido en los a?os 30 del siglo pasado. Despu¨¦s de la crisis financiera de 1929 la Gran Depresi¨®n y el elevado desempleo que le sigui¨® eran se?ales claras de que hab¨ªa que cambiar las instituciones y pol¨ªticas que no funcionaban. Pero la resistencia de los intereses y la fuerza de las viejas ideas impidieron el cambio. Fue la visi¨®n del precipicio la que en 1933 llev¨® al presidente Franklin D. Rooselvet a formular un New Deal, un nuevo contrato social, que salvo a la democracia americana. Esa visi¨®n tuvo efectos terap¨¦uticos.
Pero ?qu¨¦ es lo que hace que la visi¨®n del precipicio tenga efectos terap¨¦uticos?
Mi colega de la Universidad de Vigo Xos¨¦ Carlos Arias me hizo conocer un texto del soci¨®logo alem¨¢n Ulrich Beck, recientemente fallecido, que da una respuesta. Con la vista puesta en la situaci¨®n de Europa, Beck se?al¨® que ¡°cuando la expectativa de una cat¨¢strofe modifica la conciencia p¨²blica, los fundamentos de la sociedad y de la pol¨ªtica se transforman¡±. En esas ocasiones, ¡°es posible, a¨²n m¨¢s, es necesario cambiar las viejas reglas¡±. Entonces, ¡°se abren nuevas posibilidades para procesos de negociaci¨®n de lo que hasta entonces se consideraba impensable¡±. ¡°Estamos¡±, dice Beck, ¡°ante el comienzo de nuevas formas de pol¨ªtica¡±.
Pero el camino para estas nuevas formas de pol¨ªtica no es unidireccional. Hay dos posibles escenarios. En uno, la visi¨®n del abismo tiene un efecto terap¨¦utico en la medida que permite que triunfe la ¡°astucia de la raz¨®n¡±, lo que Beck llama el ¡°imperativo cosmopolita¡±. Lo podr¨ªamos identificar con la idea del inter¨¦s general. Pero tambi¨¦n es posible que la visi¨®n del abismo lleve a peligrosos ¡°juegos estrat¨¦gicos de poder¡± que agraven las cosas.
Esta bifurcaci¨®n del cambio ya fue descrita por Diderot en los proleg¨®menos de la Revoluci¨®n francesa cuando se?al¨®: ¡°Estamos ante una encrucijada que nos llevar¨¢ o a la esclavitud o a la libertad¡±.
Volvamos de nuevo a los a?os 30. A diferencia del caso norteamericano, en el caso europeo continental la gran crisis llev¨® al fascismo y al nazismo. Por eso he dicho antes que el miedo al abismo como impulso al cambio es una respuesta perturbadora. S¨®lo despu¨¦s de la cat¨¢strofe europea surgi¨® la respuesta terap¨¦utica: el new deal del Estado del Bienestar.
Necesitamos saber m¨¢s sobre las circunstancias que hacen que la visi¨®n del abismo tenga efectos terap¨¦uticos. Mirando la experiencia europea de estos a?os podemos ensayar una respuesta: en la medida en que existan instituciones que representen el inter¨¦s general, la visi¨®n de la cat¨¢strofe puede ser terap¨¦utica. Un ejemplo es la transformaci¨®n radical que ha experimentado el Banco Central Europeo, probablemente la ¨²nica instituci¨®n representativa de un verdadero inter¨¦s general, o ¡°inter¨¦s cosmopolita¡±.
El problema territorial en Espa?a se debe en buena parte a que existe un d¨¦ficit de instituciones que representen el inter¨¦s general. Estamos al albur de los ¡°juegos de poder¡± partidistas que mencionaba Beck. Es a¨²n posible que la visi¨®n del precipicio que introduce el independentismo catal¨¢n acabe teniendo efectos terap¨¦uticos.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona y presidente del C¨ªrculo de Econom¨ªa
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