?tica empresarial a golpe de crisis
El pa¨ªs ha dado t¨ªmidos pasos para fomentar la transparencia en los negocios
¡°Que la realidad no te estropee un buen titular¡±, pregona un viejo dicho period¨ªstico. Cientos de p¨¢ginas de informes sobre los esfuerzos medioambientales de Volkswagen, prolijos en detalles de su apuesta por la reducci¨®n de emisiones contaminantes constatan tristemente que la frase nunca pasa de moda. El economista Milton Friedman (1912-2006) describ¨ªa la responsabilidad social de las empresas como ¡°una doctrina subversiva en una sociedad libre¡±. Para ¨¦l la ¨²nica misi¨®n de una firma mercantil se condensaba en dos palabras: m¨¢s beneficios (enti¨¦ndase que en un clima de competencia libre y abierta, sin enga?os). Sin embargo, otros muchos economistas han visto en la Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa (RSC) una v¨ªa para corregir los fallos del capitalismo salvaje, para que las empresas se comporten de forma m¨¢s responsable con sus empleados, sus clientes y sus procesos productivos.
?Hasta qu¨¦ punto ese compromiso ha cristalizado en Espa?a? Como le ha pasado al ladrillo, en los ¨²ltimos 15 a?os el pa¨ªs ha vivido su particular boom en RSC. Es el cuarto del mundo donde se publican m¨¢s informes anuales; de su desarrollo dan cuenta las m¨¢s de 70 c¨¢tedras universitarias en la materia. En los informes del Global Reporting Initiative (GRI, una organizaci¨®n independiente que ayuda a las empresas, gobiernos y otras organizaciones a comunicar sus memorias de sostenibilidad), las grandes multinacionales espa?olas, a menudo cotizadas, muestran brillantes balances corporativos. Pero la abundante ret¨®rica enmascara muchas veces una realidad mucho m¨¢s inc¨®moda, y es que la RSC ¡°ha calado en la empresa mucho menos de lo que el lenguaje pol¨ªticamente correcto de los altos directivos afirma¡±, seg¨²n el an¨¢lisis realizado por Jos¨¦ ?ngel Moreno, de Economistas sin Fronteras. Las pymes, 3,1 millones, que suponen el 99,8% del tejido espa?ol, escapan a cualquier evaluaci¨®n en la materia porque apenas hay datos sobre ellas. ¡°Al margen de la frecuente y descarada instrumentalizaci¨®n, los avances no pasan de ser fen¨®menos epid¨¦rmicos y formales que no afectan significativamente al n¨²cleo de la actividad de las empresas ni a sus criterios y formas de actuaci¨®n esenciales. Los numeros¨ªsimos intentos de verificaci¨®n de la hip¨®tesis de la rentabilidad de la RSC no arrojan resultados m¨ªnimamente consistentes¡±, a?ade Moreno.
El 44% de los espa?oles declara haber dejado de consumir un producto por cuestiones ¨¦ticas
Aunque es innegable que se han dado ciertos pasos. Orencio V¨¢zquez, coordinador del Observatorio Espa?ol de la RSC, recuerda que hace 30 a?os en Espa?a ¡°se hablaba poco de RSC, no como en los pa¨ªses anglosajones¡±. Quiz¨¢ sea a causa de que los or¨ªgenes del compromiso social est¨¢n muy lejos de la Pen¨ªnsula. ¡°Se establecen a principios de siglo XX, cuando las empresas sider¨²rgicas de Estados Unidos comienzan a incorporar en sus cuentas anuales cuestiones relacionadas con aspectos laborales¡±, recuerda V¨¢zquez. Habr¨ªa que esperar hasta los a?os 80 para que la RSC se empezase a introducir de forma clara en Europa. ¡°En esos a?os cambia la perspectiva, los informes se centran m¨¢s en el medioambiente y las empresas europeas, empezando por las de Reino Unido u Holanda, comienzan a informar sobre su desempe?o¡±. Germ¨¢n Granda, director general de For¨¦tica, una asociaci¨®n de 240 empresas y profesionales centrada en la RSC, pone su punto de partida en el Consejo Europeo de Lisboa del a?o 2000, donde se marca el objetivo estrat¨¦gico de convertir la Uni¨®n Europea en ¡°la econom¨ªa del conocimiento m¨¢s competitiva y din¨¢mica del mundo¡±. Todo muy grandilocuente. Esa meta dio lugar, se?ala Granda, a que 2001 se publicara el libro verde, ¡°con una reflexi¨®n sobre qu¨¦ es la RSC que incluye no solo aspectos filantr¨®picos, sino medioambientales y sociales¡±.
Legislaci¨®n miope
Pero la responsabilidad social de la empresa es una m¨¢quina que en Espa?a avanza lenta. En parte por el escaso compromiso pol¨ªtico de los sucesivos gobiernos m¨¢s all¨¢ de trabajos aislados, como el del socialista Ram¨®n J¨¢uregui. Su labor contribuy¨® a que la Ley de Econom¨ªa Sostenible, aprobada durante el mandato de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, dedicase un cap¨ªtulo entero, el sexto, a la promoci¨®n de buenas pr¨¢cticas y an¨¢lisis de los efectos de la labor social de la empresa. La crisis que estalla al final de su segunda legislatura lo cambiar¨ªa todo.
Durante el gobierno de Mariano Rajoy Espa?a ni siquiera se ha tomado tiempo para adaptar la directiva, aprobada hace ahora un a?o por el Parlamento Europeo, sobre divulgaci¨®n de informaci¨®n no financiera, a la que tendr¨¢n que someterse las empresas de m¨¢s de 500 trabajadores. Esa norma incluye datos relativos, como m¨ªnimo, a ¡°cuestiones medioambientales y sociales, del personal, derechos humanos y sobre la lucha contra la corrupci¨®n y el soborno¡±.
No hay datos sobre el impacto de la RSC en la conducta de 3,1 millones de pymes
¡°La cuesti¨®n que hay que plantearse es ?qu¨¦ modelo de pa¨ªs queremos? Buscamos un modelo de responsabilidad integral, que no solo se base en resultados econ¨®micos. Lo que ha pasado con Volkswagen es una se?al inequ¨ªvoca para trabajar m¨¢s en empresas responsables, m¨¢s vigiladas, auditadas, porque eso afecta a todo un pa¨ªs, y porque el suyo no va a ser el ¨²ltimo caso. Es importante trabajar rigurosamente y demostrar que no vale con tener un departamento de RSC. La empresa tiene que interiorizarlo¡±, analiza Germ¨¢n Granda.
Un activo m¨¢s
Las frases hay que respaldarlas con hechos, y eso es de lo que a menudo cojean las empresas que dicen ser responsables. Para Almudena Rodr¨ªguez Beloso, directora de RSE de Accenture, la clave est¨¢ en que todos los programas y planes tienen que estar muy respaldados por la alta direcci¨®n. ¡°En nuestro caso hemos establecido una serie de principios para vigilar la forma en la que se consiguen nuestros objetivos. Tenemos una pol¨ªtica global de anticorrupci¨®n, de ¨¦tica, porque no podemos hacer negocios a cualquier precio¡±. Homologan a sus proveedores con criterios de sostenibilidad; cada empleado tiene que pasar un curso de formaci¨®n en el que se le informa de con qu¨¦ tipo de clientes no puede trabajar. Tienen programas internos que facilitan que los trabajadores se sientan respetados y valorados. Al final han comprobado que una plantilla satisfecha, motivada y formada en RSC tiene un rendimiento mayor a una desmotivada.
Toni Ballabriga, director de Negocio Responsable en BBVA, juzga los avances de los ¨²ltimos 30 a?os de manera netamente positiva, aunque queden desaf¨ªos por delante. ¡°En general los programas sociales est¨¢n en gran medida alineados con la estrategia de las compa?¨ªas. Seg¨²n Reputation Institute, el 41% de la imagen de una empresa depende de lo que haga en materia de RSC. El 27% de la inversi¨®n en Espa?a ya incorpora criterios socialmente responsable¡±.
Los trabajadores prefieren emplearse en lugares donde se respeten ciertos valores. ¡°Hace 30 a?os esto no era as¨ª, ni mucho menos¡±, cree Ballabriga. El reto, seg¨²n ¨¦l, est¨¢ en atacar pr¨¢cticas como las que se han visto en Volkswagen: ¡°El gran desaf¨ªo es la credibilidad. Conseguir que las empresas transmitan lo que hacen de forma aut¨¦ntica y asimilar que la RSC forma parte del negocio. Muchas empresas estamos en ello¡±.
Exigir a las multinacionales un comportamiento responsable ¡ªm¨¢s all¨¢ de que cumplan normas laborales o fiscales¡ª tiene una enorme repercusi¨®n porque con el paso del tiempo han ganado poder, como ilustra un art¨ªculo publicado por el Observatorio RSC: ¡°Las grandes empresas ocupan una posici¨®n importante dentro de las econom¨ªas mundiales. En 1980 las 1.000 empresas cotizadas m¨¢s grandes del mundo empleaban a 21 millones de personas. En 2012 ese n¨²mero se eleva a 72 millones. La facturaci¨®n de Royal Dutch Shell y Walmart en 2011 es superior al producto interior bruto generado de manera individual en 180 pa¨ªses¡±. Ese grado de concentraci¨®n hace que los procesos de deslocalizaci¨®n, la internacionalizaci¨®n del mercado de trabajo, la contaminaci¨®n y la degradaci¨®n urbana sean algunos de los problemas urgentes a abordar desde esa perspectiva social de la empresa.
Algunos analistas sostienen que se trata de una cuesti¨®n que tambi¨¦n afecta al bolsillo. ¡°Analizando la evoluci¨®n de las empresas del IBEX 35 durante los ¨²ltimos 15 a?os vimos que aquellas que son l¨ªderes en ¨¢mbitos de sostenibilidad presentan mejores resultados¡±, apunta el director de For¨¦tica. En su ¨²ltimo informe, basado en una encuesta realizada el a?o pasado, el 44% de los espa?oles declaraban haber dejado de consumir un producto o un servicio ¡°por consideraciones ¨¦ticas, sociales o ambientales en 2014¡±. A la inversa, el 59,7% de los ciudadanos afirmaba que ante dos productos similares siempre comprar¨ªa el m¨¢s responsable aunque fuera m¨¢s caro frente a un 20% que solo tomar¨ªa esa decisi¨®n en condiciones de igualdad de precio.
?Est¨¢n las empresas espa?olas preparadas para ejercer con transparencia y respeto sus funciones? Si fuese as¨ª, ?est¨¢ el Gobierno dispuesto a allanarles el camino con pol¨ªticas concretas? ¡°Rajoy ha puesto en pr¨¢ctica una estrategia [2014-20120], pero sabemos que cualquier Gobierno puede hacerlo... ?Hay millones de estrategias!, lo dif¨ªcil es concretarlas en indicadores, porque acad¨¦micamente todo el mundo puede estar de acuerdo en la importancia de la RSC, pero lo que hay que hacer es concretarla¡± apuntan en For¨¦tica. Un breve an¨¢lisis de los documentos elaborados por el Ministerio de Empleo al respecto arrojan resultados poco alentadores debido a que se?alan objetivos extremadamente ambiciosos, muy vagos o que directamente se incumplen: el fomento de la ¡°fiscalidad responsable¡± en las empresas; la utilizaci¨®n de criterios de inversi¨®n responsable de los fondos de la Seguridad Social; o la introducci¨®n de esta variable en las licitaciones de contratos p¨²blicos. Una l¨¢stima, porque al fin y al cabo la ¡°Marca Espa?a¡± le debe mucho al comportamiento responsable. Prueba es que el Foro Econ¨®mico Mundial, en su r¨¢nking internacional de competitividad, analiza doce pilares sobre los que se sostiene la pujanza de una econom¨ªa. De ellos, siete se vinculan con la sostenibilidad. Espa?a acaba de avanzar dos puestos, hasta el 33, de la lista de 140 Estados que encabezan Suiza, Singapur y Estados Unidos.
Las pymes
Antonio Javierre, director de la pyme que lleva su apellido y secretario de la Red Espa?ola del Pacto Mundial, identifica que el principal punto d¨¦bil de la RSC es que el mercado no la valora. ¡°Le pongo un ejemplo: somos una empresa de servicios en obra p¨²blica. Nuestros clientes son gigantes como Ferrovial, Acciona, OHL¡ con una imagen de marca brutal en RSC. Pero todo lo que cuentan no lo noto, porque al final contratan nuestros servicios s¨®lo por precio¡±. Sin embargo Javierre no tiene ninguna duda de que a largo plazo, la sensibilidad social de la empresa es rentable: ¡°He visto caer competidores que no hab¨ªan afrontado riesgos medioambientales, sociales, de reputaci¨®n. Esas pr¨¢cticas a largo plazo son beneficiosas. Pienso que si consigo mantenerme en el mercado con buenas pr¨¢cticas, cumpliendo la legislaci¨®n y yendo m¨¢s all¨¢, no tengo nada que envidiarle a los dem¨¢s. Al contrario de la idea de extendida de que las pymes no aplican la RSC, creo que son un verdadero ejemplo de su puesta en pr¨¢ctica. A las pymes no les ayuda nadie, sobreviven a los momentos dif¨ªciles sin repartir beneficios, contratando personal¡±.
La crisis
La ¨²ltima exposici¨®n del World Press Photo que este mes puede verse en Madrid contiene, entre decenas de im¨¢genes sobrecogedoras, la de Wei, un joven chino de 19 a?os de edad que trabaja en el s¨®tano de una f¨¢brica de decoraciones navide?as. En ella Wei, oculto tras una endeble mascarilla, su ¨²nica protecci¨®n, aparece envuelto en el polvo rojo que colorea los gorros y las botas de Pap¨¢ No?l. ¡°No sabe qu¨¦ significa la Navidad, pero se imagina que es algo parecido al A?o Nuevo Chino¡±, dice la leyenda de la imagen. Marta de la Cuesta, directora de la C¨¢tedra de RSC-Telef¨®nica de la UNED, cree que los ciudadanos y consumidores de los pa¨ªses avanzados llevaban a?os haciendo o¨ªdos sordos a historias como esta, que hablan de las consecuencias sociales y ambientales del desarrollo del capitalismo. ¡°Si bien las ONG nos advert¨ªan de la falta de respeto a los Derechos Humanos, nos interesaban m¨¢s los buenos resultados financieros, as¨ª como los precios m¨¢s bajos para el consumidor, que esa extracci¨®n de valor en la parte m¨¢s d¨¦bil de la cadena¡±.
Los ciudadanos occidentales comprueban ahora, despu¨¦s de transitar por una dur¨ªsima crisis, lo equivocados que estaban. ¡°Empezamos a sufrir los problemas m¨¢s graves de inequidad, falta de cohesi¨®n social, reducci¨®n salarial e inestabilidad moral. La crisis ha puesto de manifiesto que tenemos que hacer las cosas de otra manera¡±. Para ello defiende una concepci¨®n del papel social de la empresa muy alejado de la simple filantrop¨ªa. La RSC tiene que ser empujada por una legislaci¨®n m¨¢s estricta y no solo guiada por el voluntarismo. ¡°Cuestionarse el modelo de negocio, el c¨®mo y para qui¨¦n se crea y distribuye valor en la empresa es clave si queremos responder a una aut¨¦ntica RSC¡±.
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