Menos micro y m¨¢s grandes empresas. ?Esa es la cuesti¨®n!
Cuanto m¨¢s grande es la empresa, mayor su supervivencia
Entre los motivos que justifican la menor productividad de la econom¨ªa espa?ola en relaci¨®n a la media europea se suele mencionar el escaso esfuerzo inversor en I+D y el menor nivel de capital humano. Pero hay otro factor ¨ªntimamente relacionado con los dos anteriores que contribuye de manera relevante a explicar nuestra baja productividad: es el reducid¨ªsimo tama?o de muchas de nuestras empresas. El tama?o importa para la productividad empresarial porque condiciona los recursos empleados y su aprovechamiento.
El tejido empresarial espa?ol est¨¢ formado mayoritariamente por Pymes (empresas de menos de 250 empleados), que concentran el 73% del empleo, 6 puntos porcentuales (pp) m¨¢s que la media de la UE-28 y muy por encima de Alemania o Reino Unido. La gran empresa solo genera en Espa?a el 27% del empleo, frente al 33% en la UE-28. Pero hablar en general de Pymes supone ignorar las enormes diferencias que existen entre empresas que tiene menos de 10 empleados (microempresas) y las que tienen entre 50 y 249 trabajadores (medianas), situ¨¢ndose entre medio las peque?as. Las diferencias de productividad entre las microempresas y las medianas y grandes son elevadas, y las primeras generan el 40,5% del empleo en Espa?a, 11,3 pp m¨¢s que la media europea. Entre las grandes econom¨ªas europeas, solo en Italia el peso de la microempresa es mayor que en Espa?a.
Como analiza el ¨²ltimo n¨²mero publicado de Esenciales de la Fundaci¨®n BBVA-Ivie, lo que nos condiciona a la hora de alcanzar mayores niveles de productividad es que se crean m¨¢s empresas muy peque?as y, adem¨¢s, un porcentaje mayor que en otros pa¨ªses de las creadas cierra pronto. Obviamente, si la supervivencia es menor, el crecimiento del empleo aportado por las nuevas empresas ser¨¢ m¨¢s reducido.
Los datos hablan por s¨ª solos: cuanto m¨¢s grande es la empresa, mayor su supervivencia. En Espa?a, el 61% de las empresas sin asalariados no llegan a los cinco a?os de vida, frente al 48% en Francia, el 54% en Italia o 58% en Reino Unido. En las empresas de 10 o m¨¢s empleados, las tasas de supervivencia son superiores (20 pp m¨¢s), pero desgraciadamente en Espa?a vuelven a ser menores que en otros pa¨ªses. Hasta el 31% cierran en su primer a?o de funcionamiento, disminuyendo esa tasa al 10% en las de 10 o m¨¢s empleados.
Esta menor supervivencia de las empresas m¨¢s peque?as se debe, en parte, a que muchas carecen de los recursos humanos y financieros adecuados para asegurar la viabilidad de los proyectos que inician. Ello contribuye a la elevada destrucci¨®n de empleo reciente en la econom¨ªa espa?ola, pues la crisis ha obligado a muchos trabajadores despedidos a convertirse en aut¨®nomos, asumiendo riesgos mal valorados. Desgraciadamente, muchos desempleados se lanzan a la aventura en proyectos escasamente viables, impulsados por la necesidad de conseguir ingresos y por pol¨ªticas que lanzan mensajes a favor del emprendimiento pero no van acompa?adas del apoyo formativo necesario para evitar la p¨¦rdida de recursos, con frecuencia los ahorros de toda una vida.
Un problema asociado a la menor productividad de muchas empresas espa?olas es su menor potencial de creaci¨®n de empleo en los a?os de crisis, pues su capacidad de resistir y recuperarse, su resiliencia, es menor. Incluso entre las empresas que han sobrevivido, la destrucci¨®n neta de empleo ha sido mayor en Espa?a que en otros pa¨ªses. De cada 100 empleos creados en Espa?a por las empresas nacidas en 2002, tras cinco a?os de expansi¨®n, en 2007 se manten¨ªan 94, de los que 58,5 eran empleos iniciales y 35,5 hab¨ªan sido creados posteriormente. En cambio, en el siguiente quinquenio, ya de crisis, la tasa de destrucci¨®n de empleo neta de las empresas creadas en 2008 alcanza el 42% en 2013. De cada 100 empleos creados en 2008, en 2013 sobreviven 44, y dichas empresas han creado 14 nuevos puestos m¨¢s. La tasa neta de destrucci¨®n de empleo en Espa?a supera en 14 pp a Italia, 12 pp al Reino Unido y 7 pp a Alemania. Nuestro hecho diferencial no est¨¢ tanto en que las empresas que sobreviven hayan destruido m¨¢s empleo del inicial, sino en que apenas son capaces de crear nuevos puestos de trabajo.
El elevado predominio de empresas tan peque?as contribuye a explicar nuestra baja productividad ¨Ces un 20% inferior a la de la UE-28¨C por dos v¨ªas. En primer lugar, porque pesan m¨¢s en el empleo esas empresas que son menos productivas. Y, adem¨¢s, porque la brecha que nos separa con Europa es m¨¢s abultada en las microempresas: su productividad es un 29% menor que la media europea, mientras que la distancia en el caso de las empresas grandes es del 13%, menos de la mitad.
El aumento del peso de los aut¨®nomos durante la crisis como respuesta a las dificultades de encontrar empleo no es por tanto una buena noticia para las posibilidades de resolver nuestros problemas de productividad. Al reducido nivel de capital humano de muchos de estos nuevos emprendedores se une en ocasiones una escasa formaci¨®n financiera, lo que representa una r¨¦mora para la viabilidad y supervivencia de sus proyectos.
Si queremos que aumente la productividad y sobrevivan m¨¢s proyectos para que se cree m¨¢s empleo, es necesario mejorar la preparaci¨®n de los emprendedores, invirtiendo recursos en su formaci¨®n. Incomprensiblemente, el gasto p¨²blico en formaci¨®n ocupacional ha ca¨ªdo un 35% entre 2008 y 2013. Tambi¨¦n es necesario incentivar el emprendimiento entre los titulados superiores, un terreno en el que se pueden observar en muchas universidades avances interesantes, a trav¨¦s de iniciativas diversas, como las c¨¢tedras de cultura empresarial. En paralelo, hay que eliminar las barreras que desincentivan el crecimiento de las empresas, entre las que se encuentran las regulaciones administrativas, laborales y fiscales que imponen costes asociados al tama?o.
Joaqu¨ªn Maudos, Catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Valencia, Director Adjunto del Ivie y colaborador del CUNEF.
Francisco P¨¦rez, Catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Valencia y Director de Investigaci¨®n del Ivie.
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