El mundo reclama un nuevo orden fiscal
Las innumerables v¨ªas para la evasi¨®n tributaria han aumentado la desigualdad
En un mundo abierto en canal por la fractura de la inequidad, el fraude y el abuso fiscal se ha transformado en un problema planetario. Solo la contabilidad del perjuicio es un descenso a la noche m¨¢s negra. Porque al fin y al cabo, detr¨¢s de bancos y corporaciones hay personas que deciden. Aunque sea en quebranto de todos los dem¨¢s. Los para¨ªsos fiscales esconden entre 15 y 30 billones de d¨®lares, las estrategias de las multinacionales para reducir su tributaci¨®n suponen una p¨¦rdida de ingresos globales que representa entre el 4% y el 10% de la recaudaci¨®n del impuesto de sociedades. Es decir, un lastre para el erario p¨²blico que oscila ¡ªseg¨²n las ¡°estimaciones m¨¢s conservadoras¡± de la OCDE, el organismo que integra a las naciones con mayor nivel de industrializaci¨®n del planeta¡ª entre 100.000 y 240.000 millones de d¨®lares anuales (de 90.000 a 216.000 millones de euros). Reflejados en el espejo, los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo pierden 120.000 millones (108.000 millones de euros) por los mecanismos insolidarios. Una aritm¨¦tica de la injusticia que exigir¨ªa un nuevo orden fiscal.
El da?o que produce ese vaciamiento de las arcas es profundo en la educaci¨®n, la asistencia sanitaria y el Estado del bienestar, y puede rastrearse a trav¨¦s del tri¨¢ngulo, nada equil¨¢tero, que dibujan la inequidad en el reparto de la riqueza, los para¨ªsos fiscales y la elusi¨®n de las grandes corporaciones. Una geometr¨ªa en la que los de siempre son quienes salen peor parados. ¡°Con las pol¨ªticas de austeridad golpeando con mayor dureza a los m¨¢s pobres, la repercusi¨®n del abuso fiscal en la desigualdad es directa¡±, observa George Turner, investigador de Tax Justice Network, un grupo de activistas que denuncian los abusos sistem¨¢ticos del sistema impositivo internacional.
En este mundo interconectado, incluso el Reino Unido, una tierra que ha hecho bandera del laissez faire, laissez passer, ha dicho basta a al expolio fiscal. Eso s¨ª, ha necesitado saber que la filial inglesa de Facebook pag¨® solo 4.327 libras (5.580 euros al cambio actual) en impuestos en el pa¨ªs durante 2014. Injustificable cuando ese territorio representa el 10% del mercado mundial de la compa?¨ªa y sus altos directivos se llevaron ese mismo a?o a casa un salario medio de 210.000 libras (270.000 euros).
Flema brit¨¢nica
Estos n¨²meros martilleaban la memoria de Meg Hillier, presidente de la comisi¨®n parlamentaria de Cuentas P¨²blicas del Reino Unido, cuando interrog¨® hace unos d¨ªas, con evidente enfado, a Matt Brittin, jefe de Google en Europa. ¡°?Entiende¡±, espet¨® al responsable de la tecnol¨®gica, ¡°la ira y la frustraci¨®n de la gente, cuando, ante esas enormes cifras, se zafan con 130 millones de libras?¡± Esa fue la compensaci¨®n que el buscador acord¨® con el Gobierno brit¨¢nico. M¨¢s tranquila, y por correo electr¨®nico, la parlamentaria del Partido Laborista valora la importancia que ha tenido ¡°el enfado de la sociedad con el comportamiento de algunas corporaciones para que este tema se haya trasladado a la agenda p¨²blica¡±.
Porque toda sociedad tiene un l¨ªmite de ruptura y de hartazgo. Aunque tarde, el G20 y la OCDE se han dado cuenta de que ese abuso fiscal de las grandes empresas ¡ªque cuesta al a?o entre 50.000 y 70.000 millones de euros a la Uni¨®n Europea en impuestos evadidos¡ª es un problema socioecon¨®mico profundo. Su repuesta ha sido un proyecto contra la erosi¨®n de la base imponible y el traslado de beneficios, BEPS, en sus siglas en ingl¨¦s, cuyo borrador m¨¢s avanzado se conocer¨¢ el 12 de abril. Un empe?o de 15 propuestas (llamadas acciones) y miles de folios que ¡°representa¡± ¡ªseg¨²n Pascal Saint-Amans, director de asuntos tributarios de la OCDE¡ª ¡°la primera renovaci¨®n sustancial de los est¨¢ndares fiscales internacionales en casi cien a?os¡±. Un cambio, eso s¨ª, con letra peque?a. Porque ¡°las BEPS no son vinculantes y su aplicaci¨®n depende de la voluntad de cada pa¨ªs¡±, aclara Jos¨¦ Luis Groba, presidente de los Inspectores de Hacienda del Estado (IHE).
Todos vamos a pagar la gran recesi¨®n
Vamos a pagar m¨¢s impuestos. Todos. De ese adjetivo indefinido se escapar¨¢n otra vez los insolidarios (para¨ªsos fiscales y territorios de baja tributaci¨®n) y los defraudadores. Un mayor esfuerzo que se sostiene, sobre todo, por dos razones: hay que pagar la deuda generada durante la Gran Recesi¨®n y cada vez resulta m¨¢s costoso mantener el Estado de bienestar.
En este paisaje de fondos menguantes, los gobiernos aprietan las turcas. Por eso plantean una pol¨ªtica que ¡°busca ampliar la base imponible aumentando la variedad de bienes, servicios y actividades sujetas a impuestos con el prop¨®sito de recaudar m¨¢s¡±, analiza un estudio de fiscalidad internacional de KPMG. Y al mismo tiempo que la tributaci¨®n se expande tambi¨¦n se contrae. De ah¨ª que ¡°se est¨¦n eliminando deducciones y bonificaciones introducidas durante la recesi¨®n dirigidas a respaldar ciertos sectores y fomentar el gasto privado¡±, apunta la consultora. A nadie le sorprender¨¢ entonces que en este ambiente resulte imposible extraer poemas de las noticias. En t¨¦rminos relativos, la presi¨®n fiscal en Espa?a ha pasado del 29% sobre el PIB en 2009 al 33,2% durante 2014. O sea, subi¨® en los peores a?os de la crisis. Esa cifra ronda la media europea pero tambi¨¦n es cierto que repercute en un pa¨ªs muy castigado, y en un continente donde algunos juegan con cartas marcadas. Irlanda ha hecho de su territorio un Ed¨¦n tributario (pese a eliminar el r¨¦gimen de patent box, que aportaba generosas exenciones a la I+D y a la propiedad intelectual) para las multinacionales extranjeras. Con una presi¨®n fiscal sobre la riqueza del pa¨ªs tres puntos inferior a la espa?ola y uno de los impuestos de sociedades m¨¢s bajos (12,5%) de Europa su econom¨ªa ha crecido el a?o pasado el 7,8%.
Mientras se dirime o no el valor ¨¦tico y la inequidad que supone utilizar pol¨ªticas fiscales muy agresivas en una Europa de millones de parados, serias carencias p¨²blicas y una crisis migratoria sin resolver, el mundo de los impuestos se enfrenta al reto de gravar la econom¨ªa digital. El nuevo escenario en el que se alza el tel¨®n del consumo colaborativo. El desaf¨ªo resulta tan profundo que el primer cap¨ªtulo (Acci¨®n 1) del programa BEPS ¡ªimpulsado por la OCDE y el G20 persigue evitar el abuso fiscal de las multinacionales a trav¨¦s de la erosi¨®n de la base imposible¡ª aborda este espacio 2.0. ¡°La econom¨ªa de intercambio entre particulares siempre ha planteado problemas de control. La dificultad se incrementa cuando el particular act¨²a como empresario o profesional, cuando, utilizando plataformas colaborativas, la recurrencia de la participaci¨®n revela una aut¨¦ntica pr¨¢ctica empresarial que, adem¨¢s, podr¨ªa llegar a competir de forma desleal con actividades productivas que utilizan v¨ªas m¨¢s tradicionales o m¨¢s controladas¡±, desgrana por correo electr¨®nico, con ese lenguaje tan de leyes, Rafael Garc¨ªa, abogado del bufete Ur¨ªa Men¨¦ndez. Y remata: ¡°Me temo que la soluci¨®n vendr¨¢ de los controles de pagos y los intercambios de informaci¨®n¡±.
M¨¢s vigilancia, m¨¢s impuestos y m¨¢s transparencia. Sobre estos tres v¨¦rtices el mundo de la hacienda y los tributos entonar¨¢ sus propios salmos. ¡°El escenario al que vamos nos lleva hacia una relaci¨®n m¨¢s transparente entre las empresas y las administraciones fiscales. Esto es bueno para el empresario honesto¡±, valora Antonio Barba, socio del despacho Cuatrecasas Gon?alves Pereira.
Sin embargo, el organismo europeo estaba obligado a reaccionar pues desde que trascendi¨® en 2014 el llamado caso LuxLeaks los ciudadanos europeos se sent¨ªan estafados. Varias filtraciones revelaron que cientos de multinacionales como Ikea, Pepsi y FedEx hab¨ªan llegado a acuerdos secretos con Luxemburgo para eludir el pago de millones de euros en impuestos. La Uni¨®n Europea sinti¨® el topetazo de la deslealtad y Margrethe Vestager, comisaria de Competencia, se?al¨® con el dedo. Por ahora ha exigido a Fiat en Luxemburgo y a Starbucks (Holanda) el abono de 30 millones de euros cada uno en tributos pendientes. En su lista de investigados tambi¨¦n andan Amazon (Luxemburgo) y Apple (Irlanda). Adem¨¢s en enero pasado exigi¨® el pago de 700 millones a 35 multinacionales en B¨¦lgica por eludir impuestos, seg¨²n The Guardian. De esta sangr¨ªa ha tomado buena nota el Gobierno franc¨¦s quien acusa a Google de escamotear a sus arcas 1.600 millones de euros.
Pero todas estas cantidades son disparos a bulto. Porque ¡°el mayor problema con el abuso de las multinacionales es que no podemos conocer el verdadero alcance de los da?os. No est¨¢n obligadas a hacer p¨²blicos sus ingresos pa¨ªs por pa¨ªs, por lo que averiguar la aut¨¦ntica dimensi¨®n de la elusi¨®n resulta casi imposible¡±, alerta Koen Roovers, asesor de la Uni¨®n Europea en la Coalici¨®n de Transparencia Financiera, un grupo de organizaciones no gubernamentales que vigila las grandes tendencias econ¨®micas. Para evitarlo, la normativa de la OCDE quiere que las multinacionales publiquen sus ingresos, n¨²mero de trabajadores, fondos propios e impuestos que pagan en cada naci¨®n. La v¨ªa de agua en este reto es que esa obligaci¨®n solo afectar¨ªa a las compa?¨ªas que facturan m¨¢s de 750 millones de euros. Con este rasero, el 85% de las grandes corporaciones del planeta seguir¨¢n en la oscuridad.
Desde luego resulta complicado iluminar el mundo de los impuestos cuando afecta a compa?¨ªas de gran dimensi¨®n y a enormes flujos de dinero. Dan igual las esperanzas y las intenciones. ¡°El proyecto BEPS marcar¨¢ las diferencias a la hora de reducir la elusi¨®n fiscal¡±, relata Pascal Saint-Amans. Pero el optimismo en fiscalidad resulta un apunte escaso. Michael P. Devereux, director del centro fiscal de la Universidad de Oxford y una de las voces m¨¢s poderosas en esta disciplina, cree que ¡°a largo plazo esta propuesta no tendr¨¢ ¨¦xito porque los contribuyentes seguir¨¢n organizando a su modo estos temas, independientemente de la normativa que haya¡±. ¡°Por el contario¡±, aventura, ¡°complica a¨²n m¨¢s el sistema. Y no aborda la distorsi¨®n entre el comportamiento empresarial y la competencia fiscal¡±.
En esas ¨²ltimas seis palabras se esconde un problema de billones de euros: los para¨ªsos fiscales y los territorios de m¨ªnima tributaci¨®n. Buena parte de los beneficios desaparecidos de las grandes compa?¨ªas terminan en jurisdicciones con una fiscalidad pr¨®xima a cero. Luxemburgo, Bermuda y los Pa¨ªses Bajos son de largo los m¨¢s importantes. Aunque cada uno posee su propia operativa todos tienen en com¨²n que son utilizados con frecuencia en las estructuras fiscales de las grandes corporaciones.
Una dura batalla
El problema es que ¡°aunque formalmente se ha terminado con la opacidad de muchos para¨ªsos su fiscalidad sigue siendo nula o casi nula¡±, advierte Jos¨¦ Mar¨ªa Mollinedo, secretario general del sindicato de los T¨¦cnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha). Adem¨¢s la legislaci¨®n tampoco lo pone f¨¢cil. Contin¨²an prohibidas las fishing expeditions. Es decir que la autoridad fiscal de un pa¨ªs pueda dirigirse a un banco domiciliado en uno de esos territorios para pedir informaci¨®n gen¨¦rica de algunos de sus clientes. Solo se permiten solicitudes detalladas. Un tr¨¢mite que obliga a cursar un master en paciencia y a resignarse a dar por perdida la batalla. ¡°La eliminaci¨®n a corto plazo de los para¨ªsos resulta imposible, aunque m¨¢s adelante se restringir¨¢n mucho¡±, prev¨¦ Jos¨¦ Mar¨ªa Remacha, profesor de fiscalidad internacional de Esade.
De momento, la inversi¨®n desde Espa?a hacia estos territorios aument¨®, seg¨²n un informe de la ONG Oxfam, un 2.000% en 2014. En el detalle se cuenta, por ejemplo, que este flujo de dinero espa?ol dirigido a las islas Caim¨¢n es 64 veces superior al que se destina a Alemania. En esos espacios off-shore, que mezclan el fraude y la insolidaridad, el economista Gabriel Zucman estima que podr¨ªa haber unos 7 billones de d¨®lares en patrimonio personal sin declarar. Esto supone una p¨¦rdida en impuestos de 200.000 millones de d¨®lares (180.000 millones de euros).
Cuentas opacas
Y partiendo de la idea de que los gobiernos no pueden gravar lo que no ven, ese dinero oculto se malbarata como aliado para corregir la inequidad que producen los mercados financieros. ¡°Los para¨ªsos fiscales permiten a los ricos eludir los impuestos y socavan las pol¨ªticas gubernamentales destinadas a mejor las condiciones de los pobres¡±, reflexiona Jeffrey Winters, profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Northwestern (Inglaterra), quien estudia las ¨¦lites econ¨®micas. ¡°La ¨²nica opci¨®n que le queda a la Administraci¨®n es bajar en la escala social y comenzar a gravar con m¨¢s tributos a las clases medias altas para pagar los servicios b¨¢sicos de los excluidos. Esto es lo que hacen los pa¨ªses escandinavos¡±.
Resulta evidente que esas tierras fiscalmente oscuras tambi¨¦n ceban la desigualdad. Un problema muy retratado pero que contin¨²a generando sorprendentes im¨¢genes. Oxfam calcula que este a?o las 62 personas m¨¢s ricas del planeta acumular¨¢n tanto dinero como los 3.500 millones de seres humanos m¨¢s pobres. En este descenso al coraz¨®n de la injusticia, Winters se traslada a la Roma de hace 2.000 a?os para interpretar el presente. ¡°El nivel de concentraci¨®n de la riqueza actual no tiene precedentes en la historia¡±, advierte. ¡°Pensemos en el Imperio Romano y los Estados Unidos. Si comparamos la riqueza media de las 500 personas m¨¢s adineradas de cada sociedad vemos que en los tiempos romanos esos cinco centenares de oligarcas eran 10.000 veces m¨¢s ricos que un ciudadano corriente. O sea, un esclavo o un campesino sin tierras. En Estados Unidos el mismo ratio es de 58.000 a uno¡±. Una desigualdad parecida se siente tambi¨¦n en Espa?a. La fortuna del 5% m¨¢s rico supera ya la riqueza en manos del 90% m¨¢s pobre. O sea, hay 2,3 millones de personas en Espa?a que poseen un patrimonio superior al de 42 millones.
Y estos oligarcas del dinero han levantado muros para proteger sus privilegios: enormes fortunas y bajos impuestos. Para ello han construido una verdadera industria de defensa de la riqueza. Un sector vigilado por una legi¨®n de abogados, contables, lobistas, consultores, activistas antiimpuestos y otros profesionales cuyo ¨²nico objetivo es explotar todos los huecos legales del sistema para preservar el dinero y el statu quo de los insolidarios. Tretas inalcanzables para un contribuyente normal. Es m¨¢s, cuando se plantean ideas redistributivas como la tasa Tobin ¡ªdestinada a gravar las transacciones financieras¡ª ese ej¨¦rcito poco a poco logra descafeinarlas, mientras la industria y sus defensores amenazan con el Armaged¨®n. Este gravamen ¡°puede generar un coste significativo de implantaci¨®n en las entidades financieras y un impacto de sostenibilidad en algunas ¨¢reas de negocio. Adem¨¢s tampoco descartamos que su pl¨¢cet produzca efectos negativos en la econom¨ªa real¡±, valora Ignacio Garc¨ªa, socio de Deloitte Abogados.
Goliats financieros
Sin embargo, esa tasa, que en la pr¨¢ctica supone echar arena en vez de aceite al engranaje de las finanzas, radiograf¨ªa un hast¨ªo. ¡°El sector financiero es muy grande, tiene demasiada influencia y acapara mucho talento¡±, censura Miguel Otero Iglesias, investigador principal de econom¨ªa pol¨ªtica internacional del Real Instituto Elcano. ¡°Adem¨¢s, cada vez m¨¢s gente piensa que no ofrece un gran servicio a la econom¨ªa general ni a la sociedad¡±.
Todo este horizonte borroso de desconfianza, corporaciones que eluden los impuestos, defraudadores y para¨ªsos fiscales testimonia que no funciona el sistema tributario del mundo. Hace falta un nuevo orden. Esta renovaci¨®n fiscal ser¨ªa bien recibida porque beneficia a casi todas las naciones del planeta, pues ¡°la mayor¨ªa tienen ciudadanos ricos que sacan su dinero fuera del pa¨ªs por seguridad¡±, asume Jeffrey Winters. Desde luego una de las caracter¨ªsticas b¨¢sicas de esta fiscalidad ser¨ªa la obligaci¨®n de ser transparente. Este espacio de mayor justicia y equidad ¡°debe tener una relaci¨®n m¨¢s equilibrada entre tributar donde se genera el valor y donde se consume el producto o el servicio, pero a la fuerza ha de ser un sistema impositivo m¨¢s simple, muy f¨¢cil de entender, digitalmente trazable y, dentro de lo posible, homog¨¦neo¡±, detalla Ignacio Longarte, socio de fiscalidad internacional de KPMG. ?El empe?o de una ilusi¨®n? Tyler Cowen, economista en la Universidad George Mason (Virginia, Estados Unidos) y columnista en The New York Times, enfrenta este desaf¨ªo fiscal con el mismo pesimismo que emiten los d¨ªas que vivimos. ¡°No veo cooperaci¨®n en la eurozona en la crisis de los refugiados, ni en el cambio clim¨¢tico ni en otros muchos temas. ?Por qu¨¦ iba a ser distinto con el sistema impositivo? Si algo percibo es un movimiento en el que cada pa¨ªs va a lo suyo¡±, apostilla.
Un ego¨ªsmo al que el economista Branko Milanovic, una de las miradas m¨¢s l¨²cidas en la denuncia de la inequidad, le saca los colores: ¡°Sin ninguna duda hace falta una mayor coordinaci¨®n entre la Uni¨®n Europa y la OCDE¡±. Algo que tiene que suceder pronto porque cada hora que pasa hiere. ¡°Europa necesitar¨¢ en breve est¨ªmulos fiscales y el Banco Central Europeo (BCE) ya est¨¢ agotando su caja de herramientas. Esto supone que hacen falta pol¨ªticas que incentiven la inversi¨®n p¨²blica, y todo lo que sea afinar al m¨¢ximo la recaudaci¨®n fiscal es una ayuda valiosa¡±, argumenta Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI).
Sin duda se van a necesitar los 30 billones de d¨®lares escondidos en para¨ªsos fiscales, los 700.000 millones desviados ¡ªacorde con Tax Justice Network¡ª por las multinacionales estadounidenses hacia territorios de baja tributaci¨®n y los, al menos, 120.000 millones de d¨®lares escamoteados a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo por las grandes corporaciones. Har¨¢n falta para las escuelas, los hospitales, las infraestructuras, la educaci¨®n; el bienestar de todos los ciudadanos.
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Efectos en los pa¨ªses pobres
Ni las palabras ni los tratados fiscales son inocentes. En el mundo hay en vigor 3.000 convenios impositivos. La mitad de ellos regulan las transacciones entre los pa¨ªses desarrollados y en v¨ªas de desarrollo. Este enjambre fiscal no es casualidad. En demasiadas ocasiones est¨¢ tejido para extraer el m¨¢ximo de esos territorios y dejar, a cambio, el m¨ªnimo o la nada. Bangladesh pierde al a?o 85 millones de d¨®lares solo por una excepci¨®n en sus acuerdos impositivos que restringe sus beneficios fiscales. Con una renta per c¨¢pita de 25 d¨®lares esos ingresos podr¨ªan pagar la sanidad de 3,4 millones de personas de una de las naciones m¨¢s pobres. Aunque frente al pesimismo algunas cosas van mejorando. ¡°La conciencia de todos los sectores de la sociedad de que esto no puede seguir as¨ª cada vez es mayor¡±, sostiene Jos¨¦ Luis Groba, presidente de los Inspectores de Hacienda del Estado (IHE). Habla tambi¨¦n del fraude, la evasi¨®n y la insolidaridad. Lastres que se reflejan en los n¨²meros. Entre 63.000 a 108.000 millones de euros eluden al a?o las grandes corporaciones en impuestos en detrimento de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. La cifra procede de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), y a nadie se le escapa que esos fondos aliviar¨ªan un sufrimiento profundo. Tanto es as¨ª que en el periodo 2008-2012 ¡ªseg¨²n Oxfam¡ª m¨¢s de la mitad de esas naciones a la b¨²squeda de la prosperidad tuvieron que reducir su gasto p¨²blico en educaci¨®n y dos tercios lo hicieron en sanidad.
Esa fragilidad evidencia el valor sustancial que tiene para los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo esos ingresos escamoteados por las multinacionales, pues son fondos b¨¢sicos para luchar contra la pobreza e impulsar el desarrollo financiero. Sobre todo cuando cada a?o 100 millones de seres humanos son empujados a la miseria al no poder costearse la atenci¨®n m¨¦dica.
Ajenos a esa urgencia, los 34 pa¨ªses m¨¢s desarrollados del mundo agrupados en la OCDE marcan sus propios intereses. En su proyecto BEPS, que persigue desmontar el abuso fiscal de las multinacionales a trav¨¦s del desplazamiento de beneficios, las naciones en v¨ªas de desarrollo son convidados de piedra. ¡°En vez de incluir a estos pa¨ªses, que sufren una gran elusi¨®n fiscal y flujos financieros il¨ªcitos, esas 34 naciones han decidido ir por su cuenta¡±, critica Koen Roovers, asesor de la Uni¨®n Europea en la Coalici¨®n de Transparencia Financiera, un grupo de ONG que analiza grandes tendencias econ¨®micas. ¡°Una vez que la normas estuvieron establecidas entonces se abri¨® la entrada a otros pa¨ªses. Pero esto plantea una pregunta sencilla. ?Por qu¨¦ querr¨ªa el 80% de las naciones del mundo firmar unas reglas nuevas que apenas les tienen en cuenta?¡±, apostilla Roovers.
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