La ira de los estafados
El 'establishment' republicano fracasa porque Trump ofrece a sus electores lo que quieren
Puede que necesitemos un nuevo t¨®pico: la ¨®pera no se acaba hasta que canta Carly Fiorina. En cualquier caso, se ha acabado de verdad (definitivamente en el bando dem¨®crata y muy probablemente en el republicano). Y los resultados no podr¨ªan ser m¨¢s dispares.
Piensen en d¨®nde est¨¢bamos hace un a?o. En aquella ¨¦poca, todo el mundo pensaba que Hillary Clinton y Jeb Bush eran los que m¨¢s opciones ten¨ªan de llevarse el gato al agua en sus respectivos partidos. Si hab¨ªa alguien que disintiera con los analistas oficiales, era solo para se?alar que a Bush podr¨ªa sustituirlo una cara nueva, pero siempre respaldada por la c¨²pula, como Marco Rubio.
Y aqu¨ª nos tienen ahora. Pero, ?por qu¨¦ Clinton, a pesar de haber sido objeto de la cobertura informativa m¨¢s negativa que ha tenido cualquier candidato en este ciclo electoral ¡ªs¨ª, peor que la de Donald Trump¡ª, ha llegado a la meta, mientras que el sistema del Partido Republicano se ha precipitado hacia una derrota humillante? Sin duda las personalidades han tenido algo que ver; digan lo que digan (bueno o malo) de Clinton, lo cierto es que aguanta la presi¨®n, un rasgo que brilla por su ausencia en el otro bando. Pero, en esencia, todo se reduce a diferencias fundamentales entre los partidos y el modo en que velan por los intereses de sus seguidores.
Ambos les hacen promesas a las bases. Pero, mientras que los dirigentes dem¨®cratas intentan, m¨¢s o menos, cumplir esas promesas, los republicanos, en el fondo, llevan d¨¦cadas tom¨¢ndoles el pelo a sus votantes. Y, al final, estos se han rebelado contra la estafa.
Hablemos primero de los dem¨®cratas: su partido se define a s¨ª mismo como el protector de los pobres y la clase media, y especialmente de los votantes no blancos. ?Se queda corto en el cumplimiento de esa misi¨®n la mayor¨ªa de las veces? ?Est¨¢n sus dirigentes en ocasiones demasiado pr¨®ximos a los donantes de grandes sumas de dinero? Desde luego. Aun as¨ª, si se fijan en lo que Obama ha hecho durante estos a?os, ver¨¢n medidas reales en pos de los objetivos del partido.
Por encima de todo, tenemos la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible, que ha proporcionado cobertura sanitaria a 20 millones de estadounidenses, beneficiando sobre todo a los pobres, las minor¨ªas y los trabajadores con salarios bajos. Eso es prestar un servicio a las bases; y, sin duda, es uno de los motivos por los que los votantes no blancos se han decantado mayoritariamente por Clinton, y no por un rival que a menudo parec¨ªa desde?ar ese logro.
¡°Quiz¨¢s piensen que los dem¨®cratas podr¨ªan y deber¨ªan haber hecho m¨¢s, pero al menos lo que la c¨²pula del partido dice y lo que hace est¨¢n aproximadamente en la misma l¨ªnea.¡±
Y ese programa se ha pagado, en gran medida, con una subida de impuestos a los ricos, ya que los tipos impositivos medios sobre las rentas m¨¢s altas han subido unos seis puntos porcentuales desde 2008.
Quiz¨¢s piensen que los dem¨®cratas podr¨ªan y deber¨ªan haber hecho m¨¢s, pero al menos lo que la c¨²pula del partido dice y lo que hace est¨¢n aproximadamente en la misma l¨ªnea.
Las cosas son muy distintas entre los republicanos. Por regla general, el partido ha ganado elecciones apelando a la animadversi¨®n racial y a la ansiedad cultural, pero su verdadero programa pol¨ªtico consiste en velar por los intereses del 1% m¨¢s rico, sobre todo mediante rebajas fiscales para las grandes fortunas (algo que ni siquiera los votantes republicanos apoyan, y detestan por completo ideas como privatizar la Seguridad Social y la asistencia sanitaria a los mayores de 65 a?os).
Lo que Donald Trump ha hecho es decirles a las bases que pueden escoger lo que quieran del men¨². En la pr¨¢ctica, les ha estado diciendo a los blancos ofendidos que pueden alimentar su ira sin verse obligados a tragarse tambi¨¦n la econom¨ªa de la oferta. S¨ª, sus propuestas pol¨ªticas reales siguen contemplando grandes rebajas fiscales para los ricos, pero esto no lo saben sus seguidores (y puede que ¨¦l tampoco). Los detalles no son lo suyo.
La c¨²pula republicana ha intentado contrarrestar el tir¨®n de Trump gritando, de forma cada vez m¨¢s hist¨¦rica, que no es un verdadero conservador. Y tiene raz¨®n, al menos seg¨²n su definici¨®n de conservadurismo. Pero a sus votantes les da igual.
Aqu¨ª el ¨²nico misterio es por qu¨¦ no ha ocurrido antes. Una posible explicaci¨®n es la decadencia de la c¨²pula republicana, que se ha anquilosado y desconectado de la realidad. Los bur¨®cratas que se han pasado toda su carrera profesional dentro de la burbuja de los comit¨¦s asesores y los medios de comunicaci¨®n de derechas albergar¨ªan la falsa ilusi¨®n de que su ideolog¨ªa gozaba de popularidad entre la gente de verdad. Y esa creencia les ha dejado inermes ante el desaf¨ªo de Trump.
Sin embargo, es probable que sea m¨¢s importante el choque entre la demograf¨ªa y la locura relacionada con Obama. La ¨¦lite sabe que el partido debe atraer a una mayor variedad de votantes a medida que el electorado se vuelve m¨¢s diverso (de hecho, esa fue la conclusi¨®n de la autopsia del Partido Republicano en 2013). Pero las bases, cuya hostilidad se ha disparado tras siete a?os con un presidente afroamericano (al que la c¨²pula republicana ha hecho todo lo posible por demonizar) van por otro camino.
La cuesti¨®n, en cualquier caso, es que los dispares resultados de las primarias de 2016 no son algo accidental. El establishment dem¨®crata ha ganado porque, aunque sea de forma imperfecta, ha intentado velar por los intereses de sus seguidores. La c¨²pula republicana ha sufrido una derrota aplastante porque lleva mucho tiempo estafando a sus votantes, y estos al final se han hartado.
Y s¨ª, Trump tambi¨¦n les est¨¢ estafando a su manera, y con el tiempo tambi¨¦n se dar¨¢n cuenta de ello. Pero no suceder¨¢ de inmediato y, en cualquier caso, al sistema oficial no le servir¨¢ de nada. ?Una pena!
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2016.
Traducci¨®n de News Clips.
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