Arde Europa
Europa arde por los cuatro costados. Es un incendio que se va propagando de Sur a Norte (de Grecia, Portugal y Espa?a a Finlandia) y de Este a Oeste (de Islandia a Polonia), con un foco de fuego cada vez m¨¢s intenso en el centro, en Alemania y Austria. Se trata de un fuego alimentado por protestas sociales y rebeliones pol¨ªticas de muy variada naturaleza.
Primero surgieron las protestas sociales de los indignados contra la desigualdad y la pobreza crecientes provocadas por las injustas pol¨ªticas de austeridad que cargaron sobre los m¨¢s d¨¦biles la factura de una crisis que no hab¨ªan provocado. Despu¨¦s vinieron las protestas contra las reformas que buscaron mejoras de competitividad empresarial a trav¨¦s de flexibilidad contractual y bajadas de salarios. Ahora se est¨¢n generalizando en Europa las protestas contra el acuerdo comercial que la Comisi¨®n Europea est¨¢ negociando secretamente con la administraci¨®n norteamericana (TTIP).
Acompa?ando a estas protestas sociales llegaron las rebeliones pol¨ªticas. Su manifestaci¨®n m¨¢s clara es la aparici¨®n de organizaciones de tipo populista que est¨¢n ganando el apoyo de los votantes. En unos casos se trata de populismos de ra¨ªz democr¨¢tica y pro europea (Espa?a) y en otros son claramente fascistas, xen¨®fobos, antidemocr¨¢ticos y antieuropeos (Francia, Holanda, Alemania, Polonia). Adem¨¢s est¨¢n los movimientos soberanistas (Brexit, Escocia, Catalu?a ...).
M¨¢s all¨¢ de los combustibles espec¨ªficos que alimentan ese incendio en cada pa¨ªs, ?tienen algo en com¨²n estas protestas sociales y rebeliones pol¨ªticas? Pienso que s¨ª. Tres cosas. Primera, la reacci¨®n contra la creciente desigualdad y la pobreza. Segunda, la inseguridad de muchas personas ante la incertidumbre de no saber si ma?ana tendr¨¢n empleo, ingresos, salud o educaci¨®n. Tercera, la percepci¨®n de que las pol¨ªticas responden a los intereses de los muy ricos y de las grandes corporaciones, m¨¢s que a los intereses de los trabajadores, consumidores, peque?os ahorradores y empresas.
Esa desigualdad va abriendo un precipicio cada vez m¨¢s ampli¨® y profundo entre las ¨¦lites ricas y cosmopolitas y las clases medias y trabajadoras. Por su parte, la inseguridad lleva a los m¨¢s d¨¦biles a buscar refugio en el estado y en los nacionalismos. Y la percepci¨®n de que la pol¨ªtica est¨¢ secuestrada por las grandes empresas hace que muchos europeos vean la regulaci¨®n del mercado interior como un para¨ªso para el expolio fiscal de las grandes empresas y un terreno abonado para las pr¨¢cticas monopolistas.
El progresismo tiene que buscar en la lucha contra los monopolios el camino para reducir la desigualdad
Pienso que el incendio europeo tiene mucho que ver con esta monopolizaci¨®n de la econom¨ªa. La pol¨ªtica europea de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido business friendly (amigable para los negocios) pero no competition and people friendly (amigable con la competencia y los consumidores). La primera beneficia la econom¨ªa golfa. La segunda a la competencia. El an¨¢lisis econ¨®mico tiene muchos argumentos a favor de la competencia; ninguno a favor de los monopolios y negocios protegidos. Hoy, como a finales del XIX, cuando se promulg¨® la ley Sherman contra los monopolios, el nuevo progresismo tiene que buscar en la lucha contra los monopolios el camino para reducir la desigualdad y para generar oportunidades para todos.
Por otro lado, mientras no se reconozca que la austeridad, las reformas y los acuerdos comerciales tienen ganadores y perdedores ser¨¢ dif¨ªcil que baje el tono de las protestas sociales y que el populismo deje de tener apoyos. ?Por qu¨¦ suponer que los trabajadores perjudicados por la reforma laboral o los consumidores afectados por el TTIP van aceptar pol¨ªticas que les perjudican? Si de verdad esas pol¨ªticas mejoran la productividad, ?por qu¨¦ no utilizar esos beneficios para compensar a los perdedores?
En todo caso, ?de d¨®nde vendr¨¢n las fuerzas que hagan retroceder la desigualdad y la pobreza y pongan coto a los intereses de las grandes corporaciones y de los muy ricos?
En un reciente libro, a la vez sugerente por sus planteamientos e inquietante por sus conclusiones, Global Inequality: A new approach for the age of globaliation, Branko Milanovic, economista serbio norteamericano experto en desarrollo y desigualdad, sostiene que la reducci¨®n de la desigualdad desde de los niveles extremos que alcanz¨® a principios del siglo pasado hasta la relativa igualdad de los setenta fue debida a dos tipos de factores. Por un lado, fuerzas ¡°benignas¡± (la extensi¨®n de la educaci¨®n). Por otro, fuerzas ¡°malignas¡± (las dos guerras mundiales, las revoluciones sociales y pol¨ªticas) impulsadas por la propia desigualdad. Viniendo al tiempo presente, Milanovic cree que tambi¨¦n ahora la extrema desigualdad que estamos viendo traer¨¢ fuerzas ¡°malignas¡± que har¨¢n retroceder de nuevo la desigualdad. ?Ser¨¢ el incendio que estamos viendo en Europa la se?al de que las fuerzas malignas se han puesto en marcha? ?No deber¨ªamos aprender de la experiencia del siglo pasado para poner en marcha fuerzas benignas? Tengo para m¨ª que ha llegado el tiempo para un nuevo progresismo. Pero no soy capaz de ver de qu¨¦ fuerzas vendr¨¢ de la mano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.