?Qu¨¦ hay detr¨¢s de los misteriosos tanques gigantes del Oktoberfest?
Tres carpas del festival de la cerveza han instalado un nuevo sistema de distribuci¨®n
![Manuel Viejo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F33bc3f46-9beb-43d4-ad39-bd92f8b108cc.jpg?auth=ac3cf2f900e1bc3bb8e5ffdf1e9c1189a4f3ef6ca6bc2cb96b702bbf4c9364ea&width=100&height=100&smart=true)
Antes de que termine de leer esta l¨ªnea, ya est¨¢n tiradas y listas para servir dos jarras de cerveza de cristal bien fr¨ªas de un litro. Un. Dos. Tres. Y otra m¨¢s. Tres segundos, una jarra; un minuto, 15; una hora, 900. No para. De diez de la ma?ana, a diez de la noche. Rapidez, eficacia, dinero. Oktoberfest.
"Hace nueve a?os todo cambi¨®¡±, dice Ullrich Stief, maestro cervecero de la marca Paulaner. ¡°Decidimos establecer un sistema autom¨¢tico e innovador que digitalizara todo el proceso que hay detr¨¢s a la hora de servir una cerveza¡±. Desde entonces, las gargantas de los clientes esperan menos tiempo en la mesa y los trabajadores se olvidan de cargar con los barriles al hombro. Los responsables del avance son tres tanques blancos con forma de pepino gigante, abarrotados con 28.000 litros cada uno.
Se esconden en la segunda planta de la carpa. Hay doce?en el recinto, pero solo tres tienen instalado este sistema. Y no, no se ven ni aunque alguno de los cientos de borrachos se ponga de pie en las interminables mesas e intente mirar de reojo. De cada tanque sale una tuber¨ªa plateada, que a su vez se conecta con otra, y juntas van zigzagueando formando un minilaberinto de ca?er¨ªas hasta llegar a un cuarto donde no caben m¨¢s de siete personas en fila.?
La feria da trabajo a m¨¢s de 13.000 personas. En esta quincena la ciudad recibir¨¢ de golpe m¨¢s de 1.000 millones de euros
Aqu¨ª hace fr¨ªo, mucho fr¨ªo. Es una especie de cabina blanca de laboratorio, decorada con un par de p¨®sters de la marca y una silla de Ikea. Stief, con su bigote al estilo de Schuster en el Madrid, es el patr¨®n y aparenta tener todo bajo control¡ de su dedo ¨ªndice. Los chorros de cerveza reciben ¨®rdenes. Si Stief quiere, se para. Si Stief quiere, avanza. M¨¢s fr¨ªo, m¨¢s calor, m¨¢s cerveza.?
El cerebro que ha logrado interconectar y automatizar este sistema de tuber¨ªas se llama Simatic. Un miniordenador con forma de radiocasete de coche fabricado por Siemens, previo pago, en este caso, de 500.000 euros. Dice el dedo ¨ªndice de la mano derecha de Stief que no ha fallado ni una sola vez en los ¨²ltimos tres a?os. Stief puede entrar en la carpa, pedirse una cerveza, sacar su iPad y controlarlo todo con su dedo. Es el producto estrella de la multinacional alemana que, pese a la leyenda urbana, nunca en su historia ha fabricado electrodom¨¦sticos.
![Vista general de los visitantes del festival tradicional de cerveza Oktoberfest](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/A2VYPAVNI3QBELNWYOSXNCHLRQ.jpg?auth=3d7540f1eaa665f3d8f03f3edf2e1a3aaa466fc5b9b169a0b33fa2d63227205d&width=414)
Del cuarto de mandos brotan otras ca?er¨ªas que, ocultas bajo estructuras de madera, van a dar a la barra del bar donde dos camareros cincuenta?eros sirven jarras como si no hubiera un ma?ana. Todo este meticuloso y preciso desarrollo se mantiene con muy poca energ¨ªa el¨¦ctrica. De hecho, solo la presi¨®n necesita luz. Con esto evitan que la cerveza salga con mucha espuma o que sepa muy fuerte o que, incluso, se pique.?
La temperatura del zumo de la cebada apenas var¨ªa. Al paladar tiene que llegar entre dos y tres grados. Cada noche vienen los camiones reponedores con cisternas a cinco grados bajo cero. As¨ª aguanta 25 horas, pero seguramente ni llegue porque ya habr¨¢ sido evacuada por las ca?er¨ªas de los m¨¢s de 1.500 v¨¢teres de los que dispone la fiesta. Si en el exterior de la carpa hiciera 24 grados, la temperatura de los tanques aut¨®matas podr¨ªa aumentar como mucho uno. Pero es M¨²nich, es septiembre, y los trajes tradicionales, que no bajan de 500 euros tanto para hombres como para mujeres, est¨¢n hechos para el invierno.?
Un maestro cervecero puede controlar 28.000 litros de cerveza con su iPad?
¡°Este es mi cuarto a?o¡±, dice Thomas Gaggenmeier, camarero, 24 primaveras. ¡°Desde las cuatro de la tarde hasta las diez?de la noche no paramos ni un segundo¡±. Cuando haya terminado la Oktoberfest, Gaggenmeier tendr¨¢ en su cuenta m¨¢s de 7.000 euros por haber trabajado estos 14 d¨ªas. 6.000 fijos, m¨¢s mil en propinas que, seg¨²n cuentan, debe ser como m¨ªnimo de un euro: el litro de cerveza vale 10. El codillo, 25. El plato de salchichas, 19.?
La feria da trabajo a m¨¢s de 13.000 personas. En esta quincena la ciudad recibir¨¢ de golpe m¨¢s de 1.000 millones de euros. Este a?o se calcula que vendr¨¢n menos de seis millones de visitantes, un dato similar al 2015. Los empresarios creen que el miedo reciente de los atentados del mes de julio podr¨ªa hacer mella.?
Los que s¨ª cruzan la gigantesca puerta principal son recibidos con un intenso olor a almendras garrapi?adas, con avenidas limp¨ªsimas, con la mentalidad de que se dejar¨¢n de media en torno a 50 y 60 euros, con c¨¢nticos b¨¢varos tradicionales y con cientos de manos perfectamente descoordinadas pidiendo rondas o brindando al grito de "Prosit!, Prosit!, Prosit!" ("?Salud!, ?salud!, ?salud!").
![Varios asistentes brindan en una de las carpas del festival.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CPJLAQWZR4NANLJNP4EQO6OOLI.jpg?auth=bd63664b89605bb5d511ca74027de240dfe42ea414c946e8f5c8136377dad8e3&width=414)
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