Si ¨¦ramos tan malos, ?c¨®mo crecemos tanto?
Hay cosas buenas en nuestra econom¨ªa, pero perdimos autoestima y nos cuesta verlas
Volvamos la vista atr¨¢s. Concretamente a 2010. La econom¨ªa espa?ola comenzaba a salir de la primera recesi¨®n provocada por la crisis financiera internacional de 2008. Pero, de pronto, la implosi¨®n del d¨¦ficit p¨²blico y la crisis de la deuda lo cambi¨® todo. A esos desequilibrios, derivados de la crisis, se sumaban los que ven¨ªan de la etapa de euforia: el fuerte d¨¦ficit comercial y el elevado endeudamiento del sector privado.
Esos desequilibrios dieron lugar a la visi¨®n de Espa?a como ¡°el enfermo de Europa¡±. Desde fuera s¨®lo se ve¨ªa despilfarro, exceso de gastos, falta de esp¨ªritu de trabajo, rigideces estructurales y carencias de productividad. ¡°Se acab¨® la fiesta¡±, titul¨® en portada el influyente The Economist utilizando esa imagen de prodigalidad. Siguiendo una tendencia habitual en la profesi¨®n, los economistas espa?oles se sumaron a esa visi¨®n derrotista: s¨®lo ve¨ªan disfunciones. De pronto, todo parec¨ªa funcionar mal en Espa?a.
De acuerdo con ese diagn¨®stico, la crisis era nacional, no europea. La Comisi¨®n Europea y el BCE impusieron a los gobiernos espa?oles fuertes recortes de gastos sociales (la austeridad) y la deflaci¨®n de salarios. Los efectos fueron dram¨¢ticos. La econom¨ªa entr¨® en una profunda y larga recesi¨®n. El empleo se desplom¨®, afectando m¨¢s a los hogares de menores ingresos. La desigualdad y la pobreza crecieron como en ning¨²n otro pa¨ªs. Pero parec¨ªa inevitable, dada esa visi¨®n derrotista. La autoestima qued¨® por los suelos.
Vengamos ahora a la actualidad. Desde 2015 la econom¨ªa espa?ola crece a ritmos cercanos al 3%, por encima del de las dem¨¢s econom¨ªas de la eurozona. La pregunta es obligada. Si ¨¦ramos tan malos, ?por qu¨¦ ahora crecemos tanto?
Como nos hemos autoflagelado excesivamente, ahora no nos explicamos porque crecemos tanto. No hay misterio. Sencillamente, no era cierto que todo hubiese sido una fiesta. Gran parte del endeudamiento empresarial fue para modernizar las empresas y financiar la internacionalizaci¨®n. Una buena parte del endeudamiento familiar fue a la compra de activos inmobiliarios, no a gastos suntuarios. Aunque hubo despilfarro y corrupci¨®n, las infraestructuras p¨²blicas se construyeron. Esos activos conten¨ªan una productividad durmiente bloqueada por la recesi¨®n.
Como ¡°nunca choveu que non parara¡±, como dicen en Galicia, tarde o temprano toda recesi¨®n toca fondo y la econom¨ªa rebota. La espa?ola lo hizo en la segunda mitad de 2014. No fue el ¡°rebote del gato muerto¡±, inercial y de corto recorrido, sino un rebote sostenido por tres efectos.
En primer lugar, el efecto inversi¨®n. Como los precios de los activos cayeron en exceso ahora hay oportunidades que tiran de la inversi¨®n, especialmente extranjera. En segundo lugar, el efecto riqueza de las familias. Como m¨¢s del 80% de las viviendas de primera residencia son de propiedad y est¨¢s deshipotecadas, a medida que los precios inmobiliarios se recuperan, y el empleo aumenta, las familias se sienten m¨¢s ricas y tiran del consumo. En tercer lugar, el efecto competitividad. El tejido de empresas medianas y grandes espa?olas es mejor de lo que se cree. El buen funcionamiento de las exportaciones de bienes y servicios no tur¨ªsticos no es un milagro, ni tampoco el efecto de la deflaci¨®n de salarios. Es que hay cosas buenas en nuestra econom¨ªa. Pero como antes perdimos la autoestima, ahora nos cuesta verlo.
Y, ?ahora qu¨¦? Hay que mantener el crecimiento. En parte depende de nosotros. No se trata de reformarlo todo. Reformas muy pocas y muy bien pensadas, que no produzcan m¨¢s desigualdad. Lo esencial es restaurar el pegamento social da?ado por los recortes del gasto social y la deflaci¨®n de salarios. El contrato social. Es un factor esencial, aunque poco valorado por los economistas.
Pero, en su mayor parte, la responsabilidad es europea. Se acab¨® el desconcierto. Ahora sabemos que la crisis de 2010 fue una crisis del euro, no una crisis espa?ola, irlandesa, griega o portuguesa. Estas econom¨ªas sufrieron m¨¢s porque el euro fue una camisa de fuerza. Impidi¨® el ajuste a trav¨¦s del tipo de cambio, que era el camino natural, y forz¨® la deflaci¨®n de salarios. Otros pa¨ªses de la eurozona sin desequilibrios financieros, como Finlandia, tambi¨¦n experimentaron esos efectos. De hecho, la eurozona es la ¨²nica regi¨®n econ¨®mica del mundo que en el 2011 volvi¨® a la recesi¨®n. A otros pa¨ªses de la UE pero no del euro les ha ido mejor. Singularmente al Reino Unido. De ah¨ª que los partidarios del Brexit piensen que si les fue mejor sin el euro, a lo mejor tambi¨¦n les va mejor sin la UE.
Necesitamos una nueva visi¨®n de las causas de los problemas de la eurozona y nuevas pol¨ªticas. Pero dentro de las instituciones europeas el ¨²nico que parece ser consciente es Mario Draghi, el presidente del BCE. Esta semana ha dado un paso m¨¢s en su visi¨®n heterodoxa al defender la necesidad de un aumento de salarios en Europa. Pero la Comisi¨®n Europea sigue con la vieja letan¨ªa de que los problemas son nacionales. Tardar¨¢n en cambiar. Pero nosotros ahora tenemos motivos para recuperar la autoestima. No ¨¦ramos antes tan malos como se dijo. De ah¨ª que ahora crezcamos m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.