La factura el¨¦ctrica
Hay muchas reformas pendientes para que Espa?a deje de tener la energ¨ªa m¨¢s cara de la zona euro
La electricidad es cara en Espa?a, tanto para las familias como para las empresas. Durante los ¨²ltimos meses, el precio medio del kilovatio ha experimentado incrementos muy por encima del ¨ªndice general de precios al consumo. S¨®lo en el mes de octubre, la electricidad se encareci¨® un 7,25%, una tendencia confirmada por los datos de precios industriales que se acaban de conocer.
De no contenerse, el encarecimiento de la electricidad podr¨ªa provocar una desaceleraci¨®n del crecimiento a¨²n m¨¢s significativa de lo previsto. La electricidad, el agua y la vivienda representan cerca del 32% del gasto medio por hogar. Este porcentaje es a¨²n superior para las personas con niveles de renta m¨¢s bajos, de ah¨ª la importancia del bono social, que reduce la tarifa de luz para los consumidores vulnerables. Conviene recordar que durante el tercer trimestre, el consumo de las familias se mantuvo como el principal motor del crecimiento econ¨®mico.
Tambi¨¦n las empresas soportan un aumento significativo del coste de la electricidad. El kilovatio se ha encarecido de tal forma que acaba por erosionar la competitividad y obliga a reducir otros costes. En el tercer trimestre, la inversi¨®n en productos de la propiedad intelectual cay¨® un 0,7%. Y es incomprensible que las empresas gasten un 50% m¨¢s en electricidad que en investigaci¨®n y desarrollo.
Espa?a tiene la electricidad m¨¢s cara de la zona euro, si se excluyen tasas e impuestos. Seg¨²n los datos de Eurostat para el primer semestre del 2016, el kilovatio cuesta un 24% m¨¢s que en Alemania. Y el diferencial de precios con Francia alcanza nada menos que el 58%. La imposici¨®n que pesa sobre el sector es ligera en Espa?a, lo que aten¨²a el impacto del diferencial de costes. A¨²n as¨ª, el precio final de la electricidad, teniendo en cuenta todas las tasas e impuestos, sigue siendo uno de los m¨¢s altos de Europa.
El Estado debe cerca de 25.000 millones de euros a las compa?¨ªas el¨¦ctricas, y eso pesa sobre el recibo de la luz. Esta deuda es fruto de subvenciones, a la vez cuantiosas y mal dise?adas, que se concedieron hasta hace poco a las energ¨ªas renovables (por lo dem¨¢s necesarias para reducir la dependencia del petr¨®leo). La deuda tambi¨¦n se explica por toda una serie de decisiones err¨®neas en materia de fijaci¨®n de precios, que desde principios de los a?os 2000 ha propiciado la realizaci¨®n de jugosos beneficios por parte de las compa?¨ªas.
Una cl¨¢usula en vigor desde el 2014 obliga a que los usuarios se hagan cargo del coste de la deuda hasta su completa extinci¨®n. As¨ª pues, la parte regulada del recibo de la luz (la mitad del total) no puede disminuir, incluso en el supuesto de una reducci¨®n de los costes de producci¨®n como ha ocurrido estos ¨²ltimos a?os. S¨®lo en 2015, los usuarios asumieron una carga financiera de m¨¢s de 2.500 millones de euros y se espera que los pagos contin¨²en al mismo ritmo al menos durante los pr¨®ximos 10 a?os.
Desde el 2015 se aplican tarifas distintas en cada hora, lo que sin duda puede ayudar a contener los precios para algunos consumidores. Pero el beneficio para las peque?as empresas es m¨¢s incierto. Sobre todo, las evoluciones recientes, las comparaciones internacionales y la aparici¨®n de turbulencias externas que podr¨ªan frenar la recuperaci¨®n obligan a repensar el sistema. Una reconsideraci¨®n del mecanismo de fijaci¨®n de precios, en funci¨®n de criterios m¨¢s transparentes y racionales, as¨ª como una mayor apertura a nuevas operadoras mejorar¨ªan la eficiencia del sector. Todo ello llevar¨¢ tiempo. A corto plazo, es imprescindible mantener las ayudas concedidas por las compa?¨ªas a los usuarios en riesgo de exclusi¨®n.
Raymond Torres (@RaymondTorres_) es director de Coyuntura de FUNCAS.
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