Detroit se arma de recursos para convivir con Trump
La industria de EE?UU evita ser el objetivo de la nueva Casa Blanca porque depende de los componentes procedentes de M¨¦xico
Aunque no estuviera invitado, el lema de Am¨¦rica por delante de Donald Trump marc¨® el tono en el Sal¨®n de Detroit un a?o despu¨¦s de que Barack Obama se acercara por la muestra para vender su logro. Obama rescat¨® a una industria en bancarrota para proteger el empleo. Trump pretende ahora que cambie la manera de fabricar para evitar que esos puestos de trabajo escapen a zonas de bajo coste. El efecto pol¨ªtico del mensaje del empresario es innegable y no solo porque su victoria se apoyara en el electorado de clase obrera en las regiones m¨¢s afectadas por la deslocalizaci¨®n, como Ohio y Michigan. El baile de presentaciones de los nuevos modelos fue acompa?ado por un coro de datos que puso de relieve el compromiso de las marcas en materia de inversiones, con la aparente intenci¨®n de no centrar los ataques populistas del presidente electo.
La ic¨®nica industria de la automoci¨®n sigue generando cerca del 10% del empleo manufacturero en EE UU, seg¨²n datos del Economic Policy Institute. Trump, como se?alan desde ese think tank, est¨¢ evocando una gloria pasada. Pero, como coinciden los diferentes analistas del sector, la nostalgia del magnate tiene un l¨ªmite. El fen¨®meno de la globalizaci¨®n hace casi imposible renacionalizar toda la producci¨®n necesaria para atender la demanda interna.
El sector de la automoci¨®n representa una sexta parte de las importaciones de EE UU, con intercambios por valor de 321.420 millones de d¨®lares entre enero y noviembre de 2016. Si se excluyera, ser¨ªa suficiente para borrar el d¨¦ficit comercial. M¨¦xico lidera esta categor¨ªa con 98.930 millones. Es casi el doble que Canad¨¢ y Jap¨®n. Se explica porque durante los ¨²ltimos a?os los fabricantes trataron de capitalizar la mano de obra barata para ensamblar coches m¨¢s peque?os, donde el margen de beneficio es menor que el de las camionetas y todocaminos.
En total llegan al a?o dos millones de coches desde M¨¦xico, m¨¢s de la mitad de la producci¨®n del pa¨ªs. General Motors es el mayor importador, con 438.000 unidades ensambladas al otro lado de la frontera sur. Le sigue Fiat Chrysler, con 386.000 unidades. En su caso equivale al 90% de la producci¨®n mexicana. La alianza Renault Nissan exporta desde all¨ª 361.000 coches y Ford Motor unos 334.000 veh¨ªculos. Volkswagen es el quinto, con 192.000 unidades.
El acuerdo comercial del ?NAFTA permite que los productos circulen sin aranceles, lo que se traduce en un importante ahorro. Pero aunque la narrativa de Trump se concentra en los veh¨ªculos ensamblados, el sector se pregunta qu¨¦ pasar¨¢ con los componentes, que con 136.500 millones representan la mitad de las importaciones de productos de automoci¨®n. Se duplicaron en cinco a?os. El peso de M¨¦xico es enorme, con 51.615 millones en intercambios. Tanto como Canad¨¢, China y Jap¨®n juntas.
Hay otro atractivo aparte de la mano de obra, que es un 80% m¨¢s barata que en EE UU. Los fabricantes necesitan a M¨¦xico como plataforma de producci¨®n porque cuenta con 44 acuerdos comerciales que les dan acceso a otros pa¨ªses sin aranceles. EE UU cubre solo el 9% de las ventas globales, seg¨²n el Center for Automotive Research. ¡°Es ir¨®nico que el ¨¦xito de M¨¦xico sea el libre comercio¡±, opinan, ¡°no tiene sentido cargarse el ?NAFTA porque M¨¦xico mantendr¨¢ sus acuerdos¡±.
Los consumidores, sin embargo, se interesan cada vez m¨¢s por coches el¨¦ctricos y equipados con tecnolog¨ªa aut¨®noma. Eso requiere de una mano de obra especializada que no encuentran en M¨¦xico, como indican desde Brookings Institution, por eso los fabricantes tienen que invertir en casa, para tener cerca a los ingenieros y poder controlar los sistemas, al menos en la primera generaci¨®n de veh¨ªculos.
Abrir el paraguas
Los ejecutivos de los grandes fabricantes aseguran que los recientes anuncios de inversiones en EE UU son una coincidencia y que sus decisiones estrat¨¦gicas se pactaron con los sindicatos antes de las elecciones. ¡°Los fabricantes quieren asegurarse de que el presidente los escucha¡±, reconocen desde AutoTrader. Porque, como admiti¨® el consejero delegado de Fiat Chrysler, Sergio Marchionne, el momento es incierto.
Trump prometi¨® durante la campa?a imponer un arancel del 35% a los veh¨ªculos importados desde M¨¦xico y China. Pero, al mismo tiempo, su plan econ¨®mico incluye medidas que pueden ser muy beneficiosas para la industria bajo la forma de incentivos fiscales e inversiones en el ¨¢mbito de las infraestructuras. Los economistas de Cox Automotive advierten que la repercusi¨®n del arancel ser¨¢ ¡°tremenda¡±. Ford Motor apunta en este sentido que se eliminaran los ahorros que consiguen produciendo en M¨¦xico. Barclays cree, en embargo, que el margen que tienen los fabricantes de pasarlos a sus clientes es peque?o, porque es un producto muy sensible al precio.
Por eso Marchionne, como otros ejecutivos, pide reglas claras a la nueva Administraci¨®n para ¡°determinar c¨®mo responder a los cambios de pol¨ªtica en EE UU¡±. Bill Ford, presidente de Ford Motor, coincide en que es importante en este momento ¡°entender¡± las pol¨ªticas que tiene en mente el nuevo presidente para saber ¡°hacia d¨®nde quiere ir¡±. Lo dijo poco despu¨¦s de que Trump aplaudiera la decisi¨®n de su compa?¨ªa de abandonar su plan de expansi¨®n en M¨¦xico y la de Chrysler de invertir 1.000 millones en Michigan y Ohio.
Estos ajustes en la estrategia, explican, buscan dar flexibilidad a las plantas y tener opciones para adaptarse si finalmente Trump decide imponer aranceles a lo que llegue de M¨¦xico. ¡°Queremos estabilidad para poder ejecutar nuestros planes de negocio¡±, a?adi¨® Scott Keogh, presidente de Audi para Am¨¦rica, ¡°la industria va bien¡±. Se fija en los 17,5 millones de coches vendidos en 2016.
Pero como dej¨® claro John Mendel, responsable de Honda para el mercado norteamericano, las decisiones que se est¨¢n adoptando se basan en la capacidad global y todo lo dem¨¢s es ¡°pura especulaci¨®n¡±. El ejecutivo rechaza de lleno que se quiera dar una visi¨®n ¡°parroquial¡± del sector de la automoci¨®n. ¡°Es una idiotez decir que esta es una industria de EE UU y que no somos jugadores globales¡±, lament¨®.
Mary Barra explica que el principio que sigue General Motors es ensamblar los veh¨ªculos donde se venden. La ejecutiva forma parte del grupo de actores del sector privado que asesorar¨¢ a Donald Trump. El prop¨®sito ¨²ltimo tanto de la industria como del presidente electo es fortalecer el crecimiento. ¡°Pero al mismo tiempo se tiene que reconocer que somos compa?¨ªas globales¡±, apunt¨®.
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