C¨®mo sobrevivir a la era Trump
En apenas un mes, y a un ritmo vertiginoso, el presidente de EE UU, Donald Trump, ha logrado propagar caos e incertidumbre. No es de extra?ar que tanto ciudadanos como l¨ªderes empresariales, as¨ª como la sociedad civil y el Gobierno, realicen esfuerzos por responder apropiada y eficazmente. Ning¨²n punto de vista sobre el camino a seguir es necesariamente provisional, ya que Trump a¨²n no ha propuesto legislaci¨®n detallada y el Congreso y los tribunales no han respondido plenamente a su chorrera de decretos. Sin embargo, el reconocimiento de la incertidumbre no es justificaci¨®n para la negaci¨®n.
Por el contrario, ahora est¨¢ claro que lo que dice Trump y los tuits que escribe deben ser tomados en serio. Tras las elecciones del mes de noviembre, exist¨ªa una esperanza casi universal sobre que ¨¦l abandonar¨ªa el extremismo que caracteriz¨® a su campa?a electoral. Ciertamente, se pensaba, este maestro de la irrealidad ir¨ªa a adoptar una forma de ser distinta al momento de asumir la maravillosa responsabilidad de lo que a menudo se llama el cargo m¨¢s poderoso en el mundo.
Algo similar ocurre con cada nuevo presidente de Estados Unidos: independientemente de si votamos a favor del nuevo titular del cargo, proyectamos en ¨¦l la imagen que nosotros tenemos en mente de lo que queremos que dicha persona sea. Pero, si bien la mayor¨ªa de los funcionarios electos aceptan ser todo lo que las personas quieren que sea, Trump no ha dejado entrever ninguna duda sobre que ¨¦l tiene la intenci¨®n de hacer lo que ¨¦l dijo que har¨ªa: una prohibici¨®n de la inmigraci¨®n musulmana, un muro en la frontera con M¨¦xico, una renegociaci¨®n del Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte, la derogaci¨®n de las reformas financieras Dodd-Frank de 2010, y mucho m¨¢s, incluso Trump har¨¢ lo que sus propios partidarios pensaron que no llegar¨ªa a hacer.
En algunas oportunidades he criticado aspectos y pol¨ªticas espec¨ªficas del orden econ¨®mico y de seguridad, el mismo que fue creado tras la II Guerra Mundial sobre la base de las Naciones Unidas, la OTAN, la Uni¨®n Europea y una red de otras instituciones y relaciones. Sin embargo, existe una enorme diferencia entre los intentos por reformar estas instituciones y sus relaciones para que puedan servir mejor al mundo y una agenda que busca destruirlas de manera categ¨®rica.
Uno de los desaf¨ªos durante esta nueva ¨¦poca ser¨¢ permanecer vigilantes y, siempre y cuando sea necesario, resistir
Trump ve el mundo en t¨¦rminos de un juego de suma cero. En realidad, la globalizaci¨®n, si es bien administrada, es una fuerza de suma positiva: EE UU gana si sus amigos y aliados ¡ªya sea Australia, la Uni¨®n Europea o M¨¦xico¡ª son m¨¢s fuertes. Pero el enfoque de Trump amenaza con convertir la globalizaci¨®n en un juego de suma negativa: EE UU tambi¨¦n perder¨¢. Ese enfoque qued¨® claro desde su discurso inaugural, en el cual su repetido conjuro ¡°Primero, Estados Unidos¡±, con sus connotaciones hist¨®ricamente fascistas, confirm¨® el compromiso que Trump tiene con sus estrategias m¨¢s feas. Las Administraciones anteriores siempre han tomado en serio su responsabilidad de promover los intereses de EE UU. Pero las pol¨ªticas que persegu¨ªan, por lo general, se enmarcaban en t¨¦rminos de una comprensi¨®n ilustrada de lo que significa el inter¨¦s nacional. Los estadounidenses, seg¨²n ellos, se benefician de una econom¨ªa mundial m¨¢s pr¨®spera y una red de alianzas entre pa¨ªses comprometidos con la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho.
Si hay una luz de esperanza en el nubarr¨®n Trump es un nuevo sentido de solidaridad con respecto a los valores fundamentales, tales como la tolerancia y la igualdad, que ahora se sustentan por la toma de conciencia del fanatismo y misoginia ¡ªya sean manifiestos o encubiertos ¡ª que encarnan Trump y su equipo. Y dicha solidaridad se ha tornado mundial, y Trump y sus aliados enfrentan protestas y rechazo a lo largo y ancho del mundo democr¨¢tico.
En EE UU, la Uni¨®n Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), que hab¨ªa previsto que Trump pisotear¨ªa los derechos de las personas individuales, ha demostrado que est¨¢ tan preparada como siempre para defender los principios constitucionales fundamentales, tales como el debido proceso, la igualdad de protecci¨®n y la neutralidad oficial con respecto a la religi¨®n. Y durante el mes pasado los estadounidenses han apoyado a la ACLU con millones de d¨®lares en donaciones.
El presidente amenaza con convertir la globalizaci¨®n en un juego de suma negativa donde EE UU tambi¨¦n perder¨¢
Del mismo modo, a lo largo y ancho de EE UU, los empleados y clientes de las empresas han expresado su preocupaci¨®n respecto al apoyo que algunos directores ejecutivos y miembros de las juntas directivas brindan a Trump. De hecho, como grupo, los l¨ªderes e inversionistas corporativos estadounidenses se han convertido en los facilitadores de Trump. En la Reuni¨®n Anual del Foro Econ¨®mico Mundial de este a?o en Davos, muchos ya empezaron a salivar s¨®lo con pensar en las promesas de recortes de impuestos y desregulaci¨®n, mientras ignoraban el fanatismo de Trump ¡ªsin mencionarlo ni siquiera en una sola de las reuniones a las que asist¨ª¡ª, as¨ª como ignorando tambi¨¦n su proteccionismo.
La falta de coraje fue a¨²n m¨¢s preocupante: estaba claro que muchos de los que estaban preocupados por Trump ten¨ªan miedo de elevar sus voces, ya que podr¨ªa ocurrir que ellos (y el precio de las acciones de sus empresas) se vayan a convertir en el blanco de un tuit. El miedo omnipresente es un sello caracter¨ªstico de los reg¨ªmenes autoritarios, y ahora lo estamos viendo en EE UU por primera vez en mi vida adulta.
Como resultado, la importancia del Estado de derecho, que otrora fue un concepto abstracto para muchos estadounidenses, se ha convertido en algo muy concreto. Bajo el Estado de derecho, si el Gobierno quiere evitar que las empresas contraten a terceros y subcontraten internacionalmente, tiene que promulgar leyes y adoptar regulaciones para crear los incentivos adecuados y desalentar el comportamiento que le es indeseable. El Gobierno no intimida ni amenaza a empresas en particular, ni tampoco retrata a los traumatizados refugiados como una amenaza a la seguridad.
Los principales medios de comunicaci¨®n de Estados Unidos, como The New York Times y The Washington Post, se han negado, hasta ahora, a ver como normal el sacrificio de los valores estadounidenses que lleva a cabo Trump. No es normal que EE UU tenga un presidente que rechace la independencia judicial; no es normal sustituir a los oficiales militares y de inteligencia del m¨¢s alto rango e importancia, quienes se encuentran en el n¨²cleo de la formulaci¨®n de pol¨ªticas de seguridad nacional, con un fan¨¢tico ac¨¦rrimo de los medios de comunicaci¨®n que es de extrema derecha; y no es normal que Trump, en el momento que se encontr¨® frente a la m¨¢s reciente prueba de misiles bal¨ªsticos de Corea del Norte, se dedique a promocionar los negocios de su hija.
Sin embargo, cuando nos vemos constantemente bombardeados por acontecimientos y decisiones completamente inaceptables y que se pasan de la raya, es f¨¢cil empezar a adormecerse y comenzar a mirar m¨¢s all¨¢ de los grandes abusos ya ocurridos, fijando la mirada en las a¨²n m¨¢s grandes parodias que vendr¨¢n. Uno de los principales desaf¨ªos durante esta nueva ¨¦poca ser¨¢ permanecer vigilantes y, siempre y cuando sea necesario, resistir.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es profesor universitario de la Universidad de Columbia y economista en jefe de la Instituci¨®n Roosevelt. Su libro m¨¢s reciente es ¡®The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe¡¯.
Copyright: Project Syndicate, 2017.
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