L¨ªder inconveniente en el G20
En Estados Unidos los anuncios de decisiones controvertidas se ir¨¢n materializando
El G20 cumple su mayor¨ªa de edad herido de creciente irrelevancia. Su utilidad parece quedar ya en la manifestaci¨®n de s¨ªntomas m¨¢s que en su capacidad propositiva. Una Alemania que puede terminar el a?o como ¨²ltima referencia internacional de ortodoxia y responsabilidad ha asumido la presidencia del grupo en 2017. La reuni¨®n de ministros de finanzas de Baden Baden pretend¨ªa ser el revulsivo que desde hace bastante tiempo no ofrece esta instituci¨®n ¡ªsi acaso lo hizo alguna vez¡ª, y, sin embargo, culmin¨® con la en¨¦sima decepci¨®n. Nos cuentan que se pretend¨ªa articular un ¡°aqu¨ª estamos y no hay lugar para las vueltas atr¨¢s que propone Trump¡± pero la administraci¨®n estadounidense acab¨® consiguiendo que ni la condena al proteccionismo ni la ratificaci¨®n de los acuerdos del clima aparecieran en la declaraci¨®n final. Doble regusto amargo. Si alguien esperaba el resurgimiento de la pol¨ªtica de liderazgos inspiradores, lo que se ha conseguido es reafirmar al inquilino m¨¢s inconveniente de la Casa Blanca en un momento en el que el barco global navega salvaje. Trump ha asaltado el G20 sin asistir siquiera. Y muy probablemente llegar¨¢ a la esperada cumbre de Hamburgo de este verano como la referencia, fortalecido por la incapacidad del resto para afearle su irresponsabilidad.
Este regresivo episodio sucede en un momento en el que crece la disensi¨®n entre los analistas. En el corto plazo, se aprecia un c¨ªrculo virtuoso que muchos, sin embargo, prefieren llamar estabilidad fr¨¢gil o falso normal. Aunque la situaci¨®n monetaria es muy distinta a ambos lados del Atl¨¢ntico, el crecimiento econ¨®mico parece haberse generalizado y algunos de los grandes temores permanecen anestesiados. El ¡°virtuosismo¡± se explica, al menos en parte, porque varios riesgos permanecen en un aparente letargo. El yuan chino ha dejado de convulsionar, las tensiones energ¨¦ticas se han frenado y la abundancia monetaria europea se ha convertido en una inmensa alfombra para barrer los escombros de situaciones delicadas como la crisis bancaria italiana. Pero ni los desequilibrios de China est¨¢n resueltos, ni los mercados energ¨¦ticos est¨¢n equilibrados, ni Europa ha ganado en coordinaci¨®n o resiliencia.
La lectura del gol que Trump ha marcado al G20 puede ser otra. Para preservar este inusitado momento de aparente estabilidad, se quiere evitar cualquier colisi¨®n y, por eso, no se ha buscado el conflicto con una administraci¨®n estadounidense a la que el G20 le importa seguramente poco. Lo que parece ocurrir es que este momento de falsa estabilidad se romper¨¢ m¨¢s pronto que tarde, cuando las amenazas comiencen a ser una realidad. En Estados Unidos los anuncios de decisiones controvertidas se ir¨¢n materializando. El Brexit llegar¨¢ con mayor disensi¨®n de la esperada entre las partes (y bastante improvisaci¨®n). Y las fr¨¢giles costuras de la recuperaci¨®n se resentir¨¢n sin que haya un entramado institucional protector. Lo que se espera es un episodio m¨¢s del ¡°s¨¢lvese quien pueda¡±. Desde luego, el G20 no parece que vaya a ofrecer la respuesta.
El nuevo ¨ªndice del miedo es el oro, que comienza a revalorizarse como ha hecho cada vez que las cosas se han puesto feas. Y las expectativas de resultados empresariales en Estados Unidos tambi¨¦n caen. Todo empieza por all¨ª, para bien y para mal. Hoy por hoy, un liderazgo inconveniente.
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