Pap¨¢ cu¨¦ntame otra vez¡
La econom¨ªa crece con fuerza pero sus efectos no llegan a la ciudadan¨ªa. Parece una noria
Qu¨¦ hay de lo m¨ªo; por qu¨¦ no recupero el puesto de trabajo perdido durante la crisis; por qu¨¦ no dispongo de un empleo decente, no esta mierda, con una cierta seguridad laboral y que tenga que ver con aquello que he estudiado o para lo que me he formado; por qu¨¦ si trabajo tantas horas no disfruto de un nivel salarial al menos similar al que ten¨ªa antes o un poco superior, como es l¨®gico; por qu¨¦ me ha disminuido la protecci¨®n social ya que perd¨ª el derecho al seguro de desempleo porque llevo mucho tiempo en paro, no puedo cotizar lo suficiente para que ¡ªen el futuro¡ª tenga derecho a una pensi¨®n p¨²blica, o he de soportar largas listas de espera ahora que he ca¨ªdo enfermo de importancia. En definitiva, por qu¨¦ mi nivel de bienestar no se corresponde con el hecho de que Espa?a est¨¦ a punto de recuperar los niveles precrisis de Producto Interior Bruto (PIB), y est¨¦ creciendo con fortaleza (datos oficiales).
Estas son algunos de los interrogantes que leg¨ªtimamente pueden hacerse hoy muchos de los trabajadores convocados por los sindicatos con motivo del 1 de mayo. Una econom¨ªa que se acelera con cierta fuerza y que sin embargo no revierte las consecuencias de la recesi¨®n y el estancamiento de una d¨¦cada con la misma intensidad y rapidez. Tampoco los niveles de desigualdad generados. Cuando comenz¨® la Gran Recesi¨®n en Espa?a, finales del a?o 2007, la tasa de paro era del 7,9%. Hoy, despu¨¦s de 14 trimestres seguidos de crecimiento, es del 18,75%, y en el a?o 2020, seg¨²n el Programa de Estabilidad 2017-2020 presentado a Bruselas, ser¨¢ del 11,2%, m¨¢s de tres puntos superior al inicio de los problemas, 13 a?os despu¨¦s. He ah¨ª un posicionamiento circular: volver una y otra vez al punto de partida (en esta ocasi¨®n ni siquiera eso) sin haber resuelto nada, mientras la sociedad cambia y cambia.
Los estragos de estos a?os se pueden medir tambi¨¦n comparando las Encuestas de Condiciones de Vida de los a?os 2008 (con los datos de 2007), y de 2016, la ¨²ltima publicada. En este periodo de ocho a?os los ingresos medios anuales son pr¨¢cticamente los mismos (de 26.010 euros a 26.730); la tasa de riesgo de pobreza (indicador relativo que mide desigualdad, no pobreza absoluta) ha ascendido y afecta a casi una cuarta parte de la poblaci¨®n (22,3%); y los hogares que manifiestan llegar a fin de mes con mucha dificultad, los que no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos y los que no pueden irse de vacaciones fuera de su casa al menos una semana al a?o, han seguido creciendo. Si a ello le a?adimos lo que han aumentado los trabajos temporales (casi el 26% del total), los hogares sin ning¨²n tipo de ingreso (648.000) y los hogares con todos sus miembros en paro (1.394.700) se comprender¨¢ el malestar de una parte importante de la poblaci¨®n.
De todos estos asuntos, el partido en el Gobierno s¨®lo dice algo tan t¨®pico como que han mejorado las cosas desde el c¨¦nit de la crisis pero que a¨²n queda mucho que hacer. No se puede contar a los ciudadanos el mismo rollo una y otra vez. Les corresponde a los dem¨¢s ¡ªsobre todo a las formaciones de izquierdas que son las que colocaron la desigualdad en el frontispicio de sus pol¨ªticas desde su fundaci¨®n¡ª dar respuesta a esta hiriente dualidad. No en vano la aparici¨®n de nuevas fuerzas en Europa, en ambos extremos del espectro ideol¨®gico, ha sido posible en buena parte gracias a una austeridad mal repartida, y a la negligencia e indiferencia hacia los ciudadanos en apuros.
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