El secreto del lago y los escondites inesperados de aves
Una mina reconvertida en embalse, transformadores el¨¦ctricos que sirven de refugio a los habitantes del bosque y nuevos espacios para el oso pardo. Gas Natural Fenosa recupera espacios en los que desarrolla sus actividades
Una orilla casi geom¨¦trica y las chimeneas de la cercana central t¨¦rmica son las ¨²nicas pistas que revelan el pasado industrial del lago de Meirama, al norte de A Coru?a. Un paraje natural que, hasta hace ocho a?os, era un socav¨®n de 200 metros de profundidad de piedra desnuda, del que se extrajeron, durante 28 a?os, 94 millones de toneladas de lignito, un tipo de carb¨®n en el que a¨²n se distingue la textura de la madera de la que proviene. El agua y m¨¢s de 450.000 ¨¢rboles cubren ahora la superficie de la mina gracias al plan de recuperaci¨®n que Gas Natural Fenosa, la empresa responsable de la cantera y de la planta t¨¦rmica, inici¨® en 2008. Adem¨¢s del acondicionamiento de Meirama, la firma colabora con varias ONG para convertir antiguas casetas de transformadores el¨¦ctricos en refugios para animales y recuperar los h¨¢bitats del oso pardo en el norte de Espa?a. Son dos de los proyectos para rehabilitar los entornos en los que desarrolla sus actividades, que la compa?¨ªa energ¨¦tica ha puesto en marcha en los ¨²ltimos a?os.
¡°Nuestro objetivo es evitar, minimizar, restaurar y compensar nuestro impacto en el medio natural, y sobre todo, potenciar la biodiversidad¡±, explica Iban Chico, subdirector de Medio Ambiente de Gas Natural Fenosa. La compa?¨ªa invirti¨® tres millones de euros en 2016 con este objetivo. Para Meirama, adem¨¢s, contaban con 60 millones que asignaron casi desde el inicio de la explotaci¨®n minera mimetizada con el paisaje.
Mapa interactivo con todas las iniciativas en biodiversidad de Gas Natural Fenosa
Del carb¨®n al H2O
¡°La naturaleza ir¨¢ borrando las formas geom¨¦tricas de la cavidad de la mina¡±, explica Jordi Delgado, del grupo de Enxe?er¨ªa da Agua e do Medio Ambiente (Geama) de la Universidad de A Coru?a. Su equipo ha realizado el seguimiento de la calidad del agua del nuevo embalse. La composici¨®n, y por tanto, la calidad de este fluido fueron los principales interrogantes al comenzar el proceso. ¡°El agua pod¨ªa reaccionar qu¨ªmicamente de muchas maneras con las rocas¡±, apunta Delgado.
El equipo se decant¨® por realizar el llenado de manera paulatina y controlada, "lo m¨¢s parecido a c¨®mo ocurre en la naturaleza", agrega. La mina est¨¢ situada en el centro de un valle por lo que solo hubo que eliminar las barreras creadas para mantener seca la mina. El agua, del subsuelo, de la lluvia y de los arroyos del entorno, empez¨® a ocupar el espacio. Al principio realizaban mediciones semanales que se fueron espaciando. Se evaluaba la presencia de metales pesados, el nivel del ph o la conductividad el¨¦ctrica.
El proceso se extendi¨® a lo largo de ocho a?os, el agua empez¨® a rebosar en abril de 2016. Su composici¨®n en aquel momento distaba mucho del agua oscura del comienzo. "Al principio era ¨¢cida puesto que conten¨ªa gran cantidad de compuestos qu¨ªmicos¡±, a?ade Delgado. Despu¨¦s fue rebajando su acidez hasta convertirse en agua apta para el riego, el mantenimiento de la biodiversidad y, sobre todo, el consumo humano. El embalse cuenta con un sistema de v¨¢lvulas que permitir¨¢ enviar agua al embalse de Cecebre, que abastece a toda la provincia. Pasar¨¢ a ser gestionada por Aguas de Galicia, una vez se compruebe que mantiene la calidad suficiente a lo largo de dos a?os.
Esta monitorizaci¨®n sistem¨¢tica del proceso ha convertido a Meirama en el lago mejor estudiado de Europa. "Hemos asistido a la creaci¨®n de un espacio natural desde cero. Esto nos sirve para entender mejor su formaci¨®n", sostiene Delgado.
Esa construcci¨®n planificada tambi¨¦n ha afectado a la flora y la fauna, que ha pasado por varias fases. "Al principio todo era arbusto bajo, ahora ya hay peque?os bosques de abedules, pino, alisos, fresnos, avellanos, robles y casta?os", enumera ?lvaro Fern¨¢ndez, t¨¦cnico de restauraci¨®n y medio ambiente del proyecto. Esa vegetaci¨®n ha servido de refugio a la fauna local. "Las perdices se reproducen aqu¨ª porque no tienen presiones. No hay cazadores, ni ruidos humanos". En torno al lago tambi¨¦n se han instalado zorros, liebres, ginetas, jabal¨ªes, v¨ªboras, ranas patilargas, salamandras y 16 especies de lib¨¦lula. Bajo el agua, es la trucha el ¨²nico pez que nada. "Es la especie que habita los arroyos que han alimentado el embalse", a?ade Fern¨¢ndez.
Vida silvestre donde hubo chispas
Gas Natural Fenosa traza planes para reducir el impacto de su red de distribuci¨®n el¨¦ctrica. Adem¨¢s de las medidas para evitar que estas l¨ªneas interfieran en la vida de las aves, varias infraestructuras en desuso pueden tener una segunda vida. La chova piquirroja es un ave amenazada que tiene especial predilecci¨®n por las casetas de los transformadores el¨¦ctricos abandonados. Instalan all¨ª sus nidos, entre las ruinas de estos edificios industriales de hasta ocho metros de altura que en algunos casos superan los cien a?os de antig¨¹edad. "Es una manera de recuperar el patrimonio industrial y a la vez favorecer la vida salvaje", apunta Fernando Garc¨¦s, secretario general del Grupo de Rehabilitaci¨®n de la Fauna Aut¨®ctona y su H¨¢bitat (GREFA).
Esta asociaci¨®n ecologista ha rehabilitado tres casetas, dos en Cuenca y una en Segovia, en colaboraci¨®n con Gas Natural Fenosa. La compa?¨ªa cede los espacios y proporciona una ayuda econ¨®mica. "El objetivo es que los animales del entorno las conviertan en su hogar", explica Garc¨¦s. "Adem¨¢s, de chovas, otras especies de p¨¢jaros, reptiles, mam¨ªferos e insectos se refugian en ellas".
Sobre los muros externos de las casetas se van a colocar piedras para que los reptiles se escondan e hibernen y cajas para comadrejas y erizos. Dentro, se colocar¨¢n, en la parte alta, varias cajas para murci¨¦lagos y lechuzas. En el suelo, insectarios para favorecer la reproducci¨®n de los invertebrados completar¨¢n este vivero. Un nutrido laboratorio para los investigadores. ¡°Este proyecto nos va a permitir conocer mejor los h¨¢bitos de multitud de especies en pocos metros cuadrados¡±, afirma Guillermo Blanco, del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, responsable de las investigaciones. ¡°Nos abre posibilidades para instalar c¨¢maras, realizar el seguimiento de la nidificaci¨®n, saber cu¨¢ndo entran y cu¨¢ndo salen, de qu¨¦ se alimentan¡¡±, agrega.
GREFA ya ha experimentado con este tipo de adaptaciones en silos abandonados, acondicionados para el cern¨ªcalo primilla, un ave rapaz que habita rincones de torres, castillos y casas de labranza. ¡°Son peque?os halconcillos que viven en colonias y emigran durante el invierno al norte de ?frica", apunta Garc¨¦s. Para ¨¦l, estas iniciativas, aunque peque?as, pueden provocar un gran impacto en la sociedad. ¡°Son un recurso educativo eficaz para mostrar a los ni?os la diversidad de su entorno y un modelo a seguir para los Ayuntamientos¡±, completa Garc¨¦s.
Frutales para plant¨ªgrados
En Espa?a hay m¨¢s de 250 ejemplares de oso pardo aproximadamente separados en dos n¨²cleos. Puede parecer un n¨²mero bajo, pero es un logro si se tiene en cuenta que hace dos d¨¦cadas tan solo viv¨ªan 60 en los bosques de la cornisa cant¨¢brica. ¡°La especie ha salido de peligro cr¨ªtico de extinci¨®n porque la sociedad est¨¢ m¨¢s concienciada, la caza furtiva casi est¨¢ erradicada y conservamos mejor su h¨¢bitat¡±, explica Guillermo Palomero, presidente de la Fundaci¨®n Oso Pardo. Esta entidad puso en marcha un plan financiado por Gas Natural Fenosa y el programa Life de la Uni¨®n Europea, en 2013, para conectar las dos subpoblaciones. Para ello, y siguiendo las instalaciones de la compa?¨ªa el¨¦ctrica, plantaron mostajos y cerezos, ¨¢rboles frutales que atraen a estos animales, y abedules, que proporcionan cobertura. Gracias a estos peque?os bosques los osos se orientan a trav¨¦s del bosque y siguen rutas que les llevan al encuentro con otros de su especie.
Esos viajes han comenzado a dar sus frutos. ¡°Un an¨¢lisis gen¨¦tico se?ala que han pasado ejemplares macho al otro lado¡±. Las posibilidades, sin embargo, no han sido explotadas por completo. "Habr¨¢ que esperar a que los ¨¢rboles plantados crezcan para que esas rutas se consoliden y la especie contin¨²e creciendo. Es un trabajo de toda la sociedad¡±, concluye Palomero.
Esta noticia patrocinada por Gas Natural Fenosa?ha sido elaborada por un colaborador de EL PA?S.
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