Corea del Sur quiere poner coto al poder de sus grandes conglomerados
Los clanes familiares han dominado la econom¨ªa del pa¨ªs durante d¨¦cadas con la connivencia del poder pol¨ªtico
Seg¨²n los preceptos confucianos que reinaban en la antigua Corea, los comerciantes eran el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la sociedad. Antes que ellos se situaban, por este orden, los acad¨¦micos, los campesinos y los artesanos. Nada queda de esta particular separaci¨®n de clases en la actual Corea del Sur, donde los grandes conglomerados controlados por dinast¨ªas familiares son los due?os de la econom¨ªa nacional. Sus privilegios adquiridos durante d¨¦cadas han dejado una sociedad atribulada por la desigualdad, el resentimiento y la sensaci¨®n de injusticia. Para curar estos males, la nueva administraci¨®n liderada por el progresista Moon Jae-in se ha propuesto algo que muchos han prometido y que nadie ha conseguido: reducir la influencia de estos Goliats.

Grupos como Samsung, Hyundai o LG son la espina dorsal de la potente econom¨ªa exportadora surcoreana, un pa¨ªs que termin¨® la guerra con el Norte como el segundo m¨¢s pobre del planeta y cuarenta a?os despu¨¦s ingres¨® en la OCDE como un pa¨ªs desarrollado. El entonces dictador Park Chung-hee se?al¨® a varios empresarios, a los que pidi¨® levantar el pa¨ªs a cambio del apoyo del Estado. Se antepuso el crecimiento econ¨®mico a la competencia o la redistribuci¨®n de los beneficios. As¨ª se logr¨® el que se conoce como 'milagro del r¨ªo Han'.
La estrategia cumpli¨® su objetivo, pero trajo graves desequilibrios. Operando sin rivales y equipados permanentemente con un salvavidas, estas empresas se convirtieron en grandes conglomerados empresariales, con decenas de filiales que operan en pr¨¢cticamente todos los sectores y con un poder pol¨ªtico inmenso. En coreano se les llama chaebol, palabra que procede de la uni¨®n de "riqueza" y "clan". Literalmente, un clan de ricos. Ricos, porque ya no hay nadie que les pueda hacer sombra; clanes, porque su control se concentra en muy pocas y siempre las mismas manos.
La necesidad de reformar estos gigantes ha sobrevolado la pol¨ªtica surcoreana durante d¨¦cadas, pero la connivencia entre la clase pol¨ªtica y la ¨¦lite empresarial ha parado cualquier intento de cambio. De hecho, estos conglomerados son en la actualidad m¨¢s fuertes que nunca. "Los chaebol buscan beneficios haciendo lobby con pol¨ªticos, a menudo a expensas del bienestar de la ciudadan¨ªa, y los pol¨ªticos necesitan fondos para mantener su influencia. Es un c¨ªrculo vicioso, una simbiosis entre las ¨¦lites empresariales y pol¨ªticas. La reforma de los chaebol ha estado en manos de quienes eran el propio objeto de la reforma", explica Hwa-ryung Lee, investigadora asociada del Instituto de Desarrollo de Corea.
Estos tejemanejes eran sobradamente conocidos por la opini¨®n p¨²blica, que optaba por hacer la vista gorda porque los chaebol han sido parte esencial del ¨¦xito econ¨®mico del pa¨ªs. Pero la ciudadan¨ªa dijo basta a finales del a?o pasado al destaparse un macro esc¨¢ndalo de corrupci¨®n que acab¨® llev¨¢ndose por delante a la expresidenta del pa¨ªs, Park Geun-hye. Seg¨²n la Fiscal¨ªa, una amiga y confidente de la presidenta -que no ostentaba ning¨²n cargo p¨²blico-, se vali¨® de su amistad con Park y prometi¨® a los conglomerados un trato de favor por parte del Gobierno. A cambio, estos ingresaron fondos en fundaciones indirectamente controladas por ella. Fue la evidencia de que las corruptelas exist¨ªan y que se ejerc¨ªan al m¨¢s alto nivel. Park, su amiga Choi soon-sil y hasta el heredero del imperio Samsung, Lee Jae-yong, est¨¢n ahora entre rejas y rindiendo cuentas ante los tribunales en lo que los surcoreanos han calificado como "el juicio del siglo".

En paralelo, el nuevo presidente, Moon Jae-in, logr¨® una victoria abrumadora en las urnas con la promesa de hacer limpieza, lo que pasa inexorablemente por reformar los chaebol. Una de las prioridades es acabar con la ingenier¨ªa financiera que usan esas familias (a trav¨¦s de la creaci¨®n de fundaciones o complejas estructuras de participaciones cruzadas entre empresas filiales) para beneficiar a los miembros de su clan frente a los peque?os accionistas o para librarse de pagar el alt¨ªsimo impuesto de sucesiones. Las transacciones entre filiales ser¨¢n objeto de escrutinio para evitar adem¨¢s que estos grandes grupos creen nuevas empresas con el objetivo de entrar en sectores dominados por pymes y, gracias a sus enormes recursos y conexiones, adue?arse de gran parte del mercado.

Moon tambi¨¦n se plantea dar m¨¢s independencia a los jueces y reducir los poderes del presidente a la hora de amnistiar a los condenados por delitos fiscales. El padre del actual heredero de Samsung, Lee Kun-hee, fue condenado dos veces por soborno y evasi¨®n fiscal, pero en ambos casos obtuvo el perd¨®n presidencial y volvi¨® a ocupar su cargo como si nada hubiera ocurrido. "Creo que los presidentes se han dado cuenta de que otorgar ese trato especial a estos magnates es algo que los ciudadanos ya no aceptar¨¢n f¨¢cilmente. Dada la voluntad de reforma expresada por Moon, se prev¨¦ que este perd¨®n oficial no ocurra con la nueva administraci¨®n", dice Lee.
Terminar con estas pr¨¢cticas tan arraigadas, sin embargo, no se antoja nada f¨¢cil. "Cada administraci¨®n intenta demostrar que est¨¢ muy enfocada a la reforma de los chaebol porque a corto plazo es algo pol¨ªticamente popular, pero debido a la enorme contribuci¨®n de estos grupos a la econom¨ªa coreana, gradualmente se rebaja el tono porque se dan cuenta de que necesitan su apoyo para mantener cierto nivel de crecimiento econ¨®mico", sostiene Rhyu Sang-young, profesor de Econom¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Yonsei durante un viaje organizado por Korea Foundation, organismo vinculado al Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Sur.
Por esta raz¨®n, los expertos descartan una intervenci¨®n pol¨ªtica directa o una reforma dr¨¢stica. "[Un cambio estructural] va a tardar mucho tiempo, quiz¨¢s hablamos de una generaci¨®n. Hasta el propio Moon sabe que esto es as¨ª, pero hasta entonces el Gobierno debe mostrarse lo suficientemente firme como para disciplinar a estos conglomerados y hacer cumplir la ley", apunta Rhyu.
Las expectativas generadas por Moon son alt¨ªsimas, igual que su popularidad. Muchos conf¨ªan en que el nuevo presidente no se conforme con meros retoques y lidere un cambio de paradigma en la sociedad surcoreana. B¨¢sicamente -y sin llegar al extremo que marca el confucianismo-, que ponga los ciudadanos por delante de las grandes corporaciones.
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