La independ¨¨ncia per fer qu¨¨? Respuesta a Luis Garicano
Querido Luis,
Te escribo en respuesta a tu carta abierta, publicada por El Pa¨ªs (10/9/2017). En ella te refieres a un art¨ªculo que escrib¨ª hace casi cinco a?os (La Vanguardia, 14 de octubre de 2012) en el cual apuntaba la oportunidad que ofrece la creaci¨®n de un nuevo estado para hacer tabla rasa, y donde propon¨ªa una lista de elementos ¨Cde matriz liberal y que t¨² dices compartir- que consideraba deseables en un eventual futuro estado catal¨¢n. Me ruegas, en primer lugar, que reflexione sobre si es razonable pensar que la independencia es el camino para alcanzar aquellos objetivos y a continuaci¨®n compartes unas reflexiones sobre los logros alcanzados y la situaci¨®n actual en Catalu?a sobre las que me invitas a pensar ¡°de forma racional y desapasionada.¡± Lo intentar¨¦.
En respuesta a tu primera pregunta voy a empezar por reconocer que, efectivamente, la independencia de Catalu?a no garantiza que se implementen los ¡°principios de buen gobierno econ¨®mico¡± que compartimos. Pero en mi art¨ªculo no hablaba en ning¨²n caso de garant¨ªas, sino de las oportunidades y posibilidades que ofrece la tabla rasa. Oportunidades y posibilidades que, por cierto, van mucho m¨¢s all¨¢ de la econom¨ªa. Repensar el papel y tama?o del ej¨¦rcito, o democratizar la jefatura del estado, por citar dos ejemplos. Pero el atractivo de una nueva rep¨²blica, pese a sus incertidumbres, tambi¨¦n depende de cu¨¢l es la opci¨®n alternativa. En el caso catal¨¢n, la alternativa es la de permanecer en Espa?a, estado que ya tuvo una oportunidad de hacer tabla rasa hace cincuenta a?os y que desaprovech¨®, por lo menos en lo que se refiere a la lista de ¡°desiderata¡± que propon¨ªa en mi art¨ªculo. Si crees que es una exageraci¨®n, repasa los puntos uno a uno, ponles nota, y juzga por ti mismo. ?Si son los mismos que t¨², hasta tu entrada en Ciudadanos, hab¨ªas denunciado repetidamente desde Nada es Gratis! Y lo que es peor: no se atisba en el horizonte ninguna perspectiva de hacer tabla rasa, ni en las cuestiones econ¨®micas objeto de mi art¨ªculo, ni en otras tanto o m¨¢s importantes para muchos catalanes. ?Puede ser que ¡°lo nuevo,¡± aunque incierto, sea peor que ¡°lo viejo¡±? En un campo que te preocupa especialmente, el del ¡°contencioso catal¨¢n,¡± el Estatuto de Catalunya de 2006 ofrec¨ªa una modesta posibilidad de encauzamiento ¡°a la vasca¡± ¨Cpor cierto, como considerabas deseable en tu libro ¡°El Dilema de Espa?a¡± (p. 171). Pero tu partido vot¨® en contra del Estatut y despu¨¦s aup¨® la campa?a para declarar su inconstitucionalidad, liderada por el PP. Os pronunciasteis contra el pacto fiscal, pero a la vista de los resultados obtenidos en las ¨²ltimas elecciones en el Pa¨ªs Vasco ahora call¨¢is y otorg¨¢is con la renovaci¨®n del cupo.
En tu carta comentas que Catalu?a goza de un grado de autogobierno muy elevado. Pero esto es enga?oso y t¨² lo sabes. Las comunidades aut¨®nomas gestionan pol¨ªticas, Madrid las decide. Lo hace directamente o mediante leyes b¨¢sicas que limitan enormemente la libertad de acci¨®n de los gobiernos auton¨®micos, por mucho que se alardee de elevadas cifras de gasto descentralizado y por muchos s¨ªmbolos auton¨®micos que se exhiban.
La diferencia entre gestionar y decidir es fundamental, en mi opini¨®n, para entender el sentido del proyecto independentista. Los beneficios de la capacidad de decisi¨®n dependen del grado en que las pol¨ªticas elegidas aumenten el bienestar de la poblaci¨®n a la que un gobernante sirve, sin que para ello sea necesario ser o creerse m¨¢s competente. Dicho de otro modo, la clave est¨¢ en tener los objetivos correctos. Pues bien, la opini¨®n compartida por un amplio espectro de la sociedad catalana --incluyendo entidades empresariales poco afines al catalanismo-- es que muchas de las decisiones econ¨®micas estrat¨¦gicas de los sucesivos Gobiernos de Espa?a han despreciado en gran manera los intereses de los catalanes y de su econom¨ªa. En Ciudadanos a esto lo llam¨¢is victimismo. Pero las cifras est¨¢n ah¨ª (d¨¦ficit fiscal, porcentaje de inversi¨®n p¨²blica), y algunas de las prioridades a la vista de todos (AVE vs. corredor mediterr¨¢neo, cercan¨ªas). Gran parte de los intentos modestos de la Generalitat de hacer pol¨ªtica (y no solo gesti¨®n) han sido abortados sistem¨¢ticamente por el gobierno central mediantes recursos de inconstitucionalidad (v¨¦ase figuras tributarias diversas, pobreza energ¨¦tica, modelo de comercio, etc.). Y todo ello en base al argumento, repetido ad nauseam, de que su adopci¨®n en Catalu?a atentar¨ªa contra el principio sacrosanto de la igualdad entre todos los espa?oles. ?Pero si este principio de igualdad tiene que prevalecer en cualquier ¨¢mbito, qu¨¦ espacio puede existir para decidir pol¨ªticas propias diferenciadas y, por lo tanto, para una efectiva autonom¨ªa pol¨ªtica?
El Reino Unido tuvo la valent¨ªa e inteligencia de hacer frente a la voluntad de poder decidir su v¨ªnculo con el Reino Unido, manifestada repetidamente por el pueblo escoc¨¦s, con una actitud impecablemente democr¨¢tica
Perm¨ªteme compartir dos experiencias personales. Durante unos a?os tuve el honor de ser miembro del CAREC, un consejo asesor en cuestiones de econom¨ªa creado por el gobierno de Artur Mas y presidido por Salvador Alemany. Nuestra misi¨®n principal era la de hacer propuestas de pol¨ªtica econ¨®mica al Govern. A pesar del muy elevado capital humano del consejo y de los estimulantes debates que tuvimos en su seno, mi sensaci¨®n a los pocos meses de funcionamiento era la de una cierta frustraci¨®n: la mayor parte, sino la totalidad, de las pol¨ªticas que discut¨ªamos y propon¨ªamos sobre temas de calado (relaciones laborales, regulaci¨®n financiera, fiscalidad, etc.) nunca podr¨ªan ser implementadas por el Govern, al carecer de competencias sobre las mismas. En cualquier caso los informes est¨¢n disponibles y, quien sabe, quiz¨¢s ser¨¢n ¨²tiles en el futuro. Mi experiencia reciente como director del CREI, un centro de investigaci¨®n en econom¨ªa que conoces bien, me ha llevado a una conclusi¨®n parecida: la autonom¨ªa que cre¨ªamos gozar, y que ha sido sin duda la clave del ¨¦xito de los centros de investigaci¨®n impulsados por la Generalitat, ha topado con las limitaciones impuestas por la normativa del sector p¨²blico espa?ol, reflejada en leyes b¨¢sicas del Estado, jer¨¢rquicamente superiores a cualquier normativa catalana. Y como t¨² bien sabes la normativa espa?ola no es precisamente la ideal para construir centros de investigaci¨®n (o universidades) que puedan competir en condiciones razonables con los centros m¨¢s punteros del mundo. Por cierto, me consta que Ciudadanos vot¨® en contra de varias enmiendas al Presupuesto del 2017 que hubieran flexibilizado algunas de estas normas para los centros de investigaci¨®n.
En la ¨²ltima parte de tu carta me preguntas qu¨¦ me hace pensar que una eventual rep¨²blica catalana nacida a partir del refer¨¦ndum del 1-O puede volverse repentinamente respetuosa con la ley y el Estado de derecho. Una vez m¨¢s tengo que reconocer que no existe ninguna garant¨ªa de que sea as¨ª y que, como dec¨ªa en mi art¨ªculo, todo depende del uso que se haga de las oportunidades que ofrece el poder empezar desde cero. Pero reconocer¨¢s que las bases del proceso catal¨¢n son mucho menos rupturistas, por no decir desgarradoras, que las de otros precedentes hist¨®ricos que dif¨ªcilmente pueden calificarse de fracasos. A Estados Unidos, por citar un ejemplo que conoces bien, no le han ido las cosas tan mal. Ni a Irlanda o Noruega. Ni les va mal a muchos de los peque?os pa¨ªses que se han creado tras la ca¨ªda del muro.
Adem¨¢s, uno constata que la mayor¨ªa de los pa¨ªses que en su d¨ªa surgieron de un proceso de independencia mantienen una relaci¨®n especial de amistad con los Estados a los que pertenec¨ªan, relaci¨®n reconocida y apreciada por ambas partes. El caso de las provincias espa?olas en Am¨¦rica, cuya espa?olidad se presentaba como incuestionable desde la metr¨®poli y cuya independencia se alcanz¨® solo tras guerras sangrientas, es un ejemplo paradigm¨¢tico. Como sabes algunos de estos pa¨ªses han estado celebrando estos a?os el bicentenario de sus respectivas independencias. Las representaciones diplom¨¢ticas espa?olas en estos pa¨ªses han participado en las conmemoraciones, con Felipe Gonz¨¢lez (who else?) ejerciendo de embajador plenipotenciario. ?Qu¨¦ lejos quedan los tiempos en que los Miranda, San Mart¨ªn, Bol¨ªvar y tantos otros l¨ªderes de las independencias de Hispanoam¨¦rica eran despreciados desde la metr¨®poli como traidores antiespa?oles para quienes se ped¨ªa la cabeza! Una relaci¨®n de igual a igual, respetando la identidad y legitimidad del pueblo que se siente como naci¨®n y con derecho a ser sujeto pol¨ªtico, es la mejor garant¨ªa y una condici¨®n necesaria para una buena relaci¨®n. El Reino Unido tuvo la valent¨ªa e inteligencia de hacer frente a la voluntad de poder decidir su v¨ªnculo con el Reino Unido, manifestada repetidamente por el pueblo escoc¨¦s, con una actitud impecablemente democr¨¢tica. ?Por qu¨¦ el Estado espa?ol no ha podido hacer frente de forma similar a una demanda parecida de la poblaci¨®n catalana? ?Es que Catalu?a es menos naci¨®n que Escocia? ?O que alguno de los trece estados europeos que han alcanzado la independencia en los ¨²ltimos 30 a?os? ?C¨®mo es posible que la principal raz¨®n que el Estado espa?ol pueda esgrimir contra un refer¨¦ndum en Catalu?a sea un art¨ªculo de la Constituci¨®n que --como explica Sol¨¦ Tura en sus escritos sobre el proceso de su redacci¨®n-- no es m¨¢s que una transcripci¨®n de una nota escrita a mano, no negociable, acordada con ¡°los sectores consultados¡±?
Es dif¨ªcil no compartir la idea de que las condiciones y bases del refer¨¦ndum del 1-O no son las ideales. El mismo President Puigdemont lo reconoce abiertamente. ?Pero qu¨¦ alternativas quedaban despu¨¦s de la masacre del Estatut (que Ciudadanos aplaudi¨®), la negativa tajante del Gobierno espa?ol a negociar un pacto fiscal y una relaci¨®n confederal (como las que suger¨ªas en tu libro), as¨ª como la negativa sistem¨¢tica a negociar por parte del Estado un mecanismo que permitiera dar una salida digna a la demanda del derecho a decidir ¨Cque no necesariamente de independencia-- expresada mayoritariamente en urnas y encuestas por la poblaci¨®n catalana? ?Qu¨¦ tipo de adjetivos se deben usar, de entre todos los que ofrece la rica lengua espa?ola, para describir las cr¨ªticas al 1-O por su falta de garant¨ªas formales por parte de poderes p¨²blicos y partidos pol¨ªticos que han hecho y har¨¢n lo imposible para impedir que se pueda hacer una consulta con todas las garant¨ªas deseables, como se hizo en Escocia?
La inmediatez del 1-O ha motivado tu carta, que se refiere a un art¨ªculo que escrib¨ª hace cinco a?os. Aunque ocasionalmente doy mi apoyo p¨²blico a causas que considero meritorias, hace tiempo que no escribo art¨ªculos en la prensa. Pero por el respeto que te tengo como acad¨¦mico no he querido dejar sin respuesta las preguntas que me formulabas en tu carta.
Recibe un fuerte abrazo,
Jordi Gal¨ª, Director del CREI y Catedr¨¢tico de la Universitat Pompeu Fabra
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