Etapa de transici¨®n
La ¨¦poca del dinero f¨¢cil y barato se ha acabado. Pero todav¨ªa no ha empezado la consiguiente era del dinero dif¨ªcil y caro. O sea que atravesamos una etapa de transici¨®n, con las consiguientes inc¨®gnitas sobre el ritmo m¨¢s conveniente de los cambios; el temor a abandonar un terreno conocido que ha consolidado la situaci¨®n y evitado la reiteraci¨®n de la crisis; y el desconcierto hacia los signos m¨¢s sorprendentes del tratamiento operado: sobre todo, el demasiado t¨ªmido arranque de la inflaci¨®n; y el desigual repunte de la inversi¨®n productiva pese a las inmejorables condiciones financieras.
As¨ª que los Estados Unidos (EE UU) y la Uni¨®n Europea (UE) ¡ªaquellos, con un cierto adelanto temporal¡ª viven una ¨¦poca de aterrizaje desde el m¨¢s alto expansionismo monetario registrado en mucho tiempo hasta un ciclo de pol¨ªtica monetaria m¨¢s normalizado. Al comp¨¢s de la recuperaci¨®n econ¨®mica, la Reserva Federal de Janet Yellen ha aumentado el precio del dinero en cuatro momentos a lo largo dos a?os, hasta el 1,25%; ha dejado de comprar deuda; y ha empezado a reducir su balance. M¨¢s pausadamente, el Banco Central Europeo (BCE) de Mario Draghi va a bajar el nivel de sus compras mensuales de activos, pero no muestra ninguna prisa por operar alzas en los tipos de inter¨¦s. El designio del suave cambio de pol¨ªtica estriba en abrir espacio para la eventualidad (te¨®rica, pero que siempre acaba llegando, y de forma siempre sorprendente) del advenimiento de una nueva crisis. Si una nueva recesi¨®n se cierne sobre las econom¨ªas m¨¢s adelantadas, ?con qu¨¦ instrumentos combatirla, cuando ya se ha extra¨ªdo todo el potencial de las medidas ordinarias de pol¨ªtica monetaria, y tambi¨¦n de las m¨¢s extraordinarias?
La idea, intuitiva, es tambi¨¦n simple: si los tipos est¨¢n ya muy bajos ?c¨®mo podr¨ªan subirse para activar el ciclo crediticio, el endeudamiento empresarial y la inversi¨®n?; si las compras de bonos son muy amplias ?c¨®mo aumentarlas? De forma que el cambio prudente de pol¨ªtica no se debe por una vez a que la estrategia cuestionada haya fracasado, sino a que ha triunfado. La expansi¨®n cuantitativa de los principales bancos centrales (incluidos el de Inglaterra y Jap¨®n) ha salvado la crisis; ha contribuido a salvar los bancos al rescatar a su clientela; ha salvado la confianza en el sistema; ha evitado que la econom¨ªa recaiga en la recesi¨®n y que se deslice al estancamiento; ha evitado, en el caso europeo, la fragmentaci¨®n del euro; y ha cauterizado muchas fisuras geogr¨¢ficas en la financiaci¨®n empresarial. No es poco.
Sin embargo, ha exhibido aspectos menos gloriosos. La inflaci¨®n ha resucitado, finalmente, aunque a niveles modestos, por debajo del 2%. Los ritmos de crecimiento del PIB son ya notorios y sostenidos en EE UU y la eurozona, pero siempre tributarios de eventuales asechanzas que los ralenticen, sean derivadas de las tentaciones proteccionistas, del enquistamiento del Brexit o de cualesquiera otra circunstancia susceptible de reinstaurar la incertidumbre. Las pol¨ªticas fiscales apenas han reemplazado o complementado las monetarias. Por todo ello se reinstala la duda de si la pol¨ªtica monetaria pudiera volver a tener ¨¦xito en caso de que no se le abra margen para el mismo. Precisamente por eso, la ¡°vuelta a la normalidad¡± se est¨¢ trazando de forma prudente, cautelosa, muy medida en el tiempo. Los grandes banqueros centrales se asemejan a personajes et¨¦reos que danzan encima de alfombras repletas de objetos de cristal fino con el designio de no explosionar ninguno de ellos.
M¨¢s vale as¨ª. En tiempos de turbaci¨®n, las mudanzas deben realizarse con sigilo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.