Lagarde, de ruta por Am¨¦rica Latina: una cara amable para el antip¨¢tico FMI
Con un discurso centrado en la pobreza y la desigualdad, la directora gerente del Fondo intenta reducir el rechazo hist¨®rico al Fondo en Latinoam¨¦rica
Rodrigo Rato, el ¨²ltimo director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) que hab¨ªa pisado Buenos Aires hasta ahora, fue recibido en 2004 con enormes disturbios que acabaron con 10 heridos y 100 detenidos. Un grupo incluso entr¨® al hotel Sheraton, donde se hospedaba, con intenci¨®n de agredirlo. La llegada de Christine Lagarde el pasado jueves a la capital de uno de los pa¨ªses donde peor imagen tiene el FMI result¨® bien distinta. Un grupo de adolescentes que esperaban a la entrada del hotel Hyatt a las estrellas del festival Lollapalooza confundieron el coche de la directora del Fondo y exministra francesa de Econom¨ªa con el de sus ¨ªdolos. Gritaron desatadas ¡°?Welcome! ?I love you!¡±. Cuando Lagarde sali¨® del veh¨ªculo blindado con su inconfundible figura alta, siempre elegante, de pelo blanco, la decepci¨®n fue enorme. ¡°Nah, nada que ver, no son ellos¡±, se frustraban las chicas.
La buena noticia para Lagarde es que nadie la esperaba para protestar. Pudo incluso pasear tranquila por la ciudad y hacer turismo con su marido, Xavier Giocanti, en las cataratas de Iguaz¨² antes de participar en la reuni¨®n del G-20. ¡°Tenemos un Fondo Monetario Internacional muy diferente¡±, insist¨ªa Lagarde en Asunci¨®n y en Buenos Aires. Quiere cambiar esa imagen de maletines negros y condiciones dur¨ªsimas de ajuste. Sabe que en Latinoam¨¦rica, y especialmente en Argentina, el recuerdo de los a?os noventa no se ha ido. Muchos culpan al FMI de las pol¨ªticas que llevaron al desastre a varios pa¨ªses latinoamericanos a principios de este siglo, como pocos a?os antes en Asia.
Poco a poco esa idea est¨¢ cambiando. Una reciente encuesta de Ipsos en Latinoam¨¦rica concluye que el FMI sigue siendo uno de los organismos internacionales peor vistos en la regi¨®n, pero por primera vez de media la imagen es m¨¢s positiva ¡ª50%¡ª que negativa ¡ª39%¡ª. Sin embargo, en Argentina el resultado resulta demoledor: 19% de imagen positiva frente a 67% de respuestas en contra.
Fuentes del FMI bromean con la idea de que Argentina es el ¨²nico pa¨ªs donde sus funcionarios siguen prefiriendo que sus hijos no cuenten d¨®nde trabajan sus padres. Pero las cosas est¨¢n cambiando. Rato fue despreciado por el entonces presidente N¨¦stor Kirchner. Lagarde ha sido acogida con entusiasmo por el Gobierno de Mauricio Macri. Su ministro de Econom¨ªa, Nicol¨¢s Dujovne, se la llev¨® a comer a su casa con varios economistas. Ella correspondi¨® con un apoyo cerrado a las pol¨ªticas de Macri.
Lagarde ha cambiado la cara al FMI por completo. Basta viajar con ella a Paraguay, donde viaj¨® antes de llegar a Argentina, para comprobarlo. No llegan a dos decenas quienes protestan frente al Banco Central por la visita. Y ella, lejos de dar lecciones y pedir ajustes como sus antecesores, habla de pobreza, de desigualdad, de la necesidad de incluir a las mujeres para generar m¨¢s crecimiento, de infraestructuras... ¡°Tienen que reducir las desigualdades. Las inequidades excesivas no permiten un crecimiento sostenido. Todos nuestros estudios avalan esa idea. Y la inclusi¨®n de las mujeres mejora el crecimiento. No es solo una obligaci¨®n moral; tambi¨¦n econ¨®mica¡±, les dice a los pol¨ªticos paraguayos en un enorme auditorio que la aplaude como a una estrella de rock.
Lagarde es un personaje mundial. Lo sabe y lo utiliza para cambiar la imagen del antip¨¢tico FMI. En Asunci¨®n, la capital paraguaya, adem¨¢s de las obligadas reuniones pol¨ªticas, se busca dos citas especiales: primero visita el barrio San Francisco, lugar de realojo de 1.000 familias que viv¨ªan en la gran favela de Chacarita, a escasos metros del Parlamento. Esas chabolas son una imagen dura para un pa¨ªs que lleva a?os de crecimiento ininterrumpido y se pone como ejemplo de ¨¦xito con su nueva clase media, pero a¨²n sufre un 28% de pobreza. Lagarde no habla espa?ol, pero conecta enseguida con las mujeres reci¨¦n realojadas. ¡°Gracias a la ministra¡±, le dice una, creyendo que financi¨® el proyecto, ¡°al presidente Cart¨¦s y al Papa que me construyeron esta casa¡±, se?ala mientras le muestra su nuevo hogar. Lagarde sonr¨ªe. Ni rastro de protestas.
Poco despu¨¦s, acude a Ciudad Mujer, lugar que acoge a 200 mujeres con problemas de todo tipo en un pa¨ªs muy machista donde la violencia intrafamiliar es un gran problema y los jueces proh¨ªben el aborto incluso de ni?as violadas. Lagarde proh¨ªbe acceder a los hombres de su comitiva, funcionarios internacionales de alto nivel, entre ellos un escoc¨¦s, un alem¨¢n, un banglades¨ª, un brasile?o, un paraguayo y una espa?ola, la ¨²nica que puede acompa?arla. All¨ª solo entran y trabajan mujeres. Hasta la mascota, una perrita, es hembra.
La acompa?a Lea Gim¨¦nez, la joven ministra de Hacienda, que estudi¨® en EE UU con becas y los ingresos que obten¨ªa limpiando la cafeter¨ªa de la facultad, un s¨ªmbolo de que Paraguay cambia. ¡°Lagarde tiene una visi¨®n menos ortodoxa del FMI; trae a la agenda la equidad, la lucha contra la pobreza y la igualdad de g¨¦nero, un asunto fundamental en pa¨ªses en desarrollo¡±, dice Gim¨¦nez.
Otros enfoques
¡°Para Paraguay el FMI marca un periodo positivo. En 2003, cuando est¨¢bamos hundidos con un 50% de pobreza, hicimos un acuerdo precautorio por 10 a?os [una garant¨ªa de pr¨¦stamo que no hizo falta ejecutar]. Y desde entonces no paramos de crecer y redujimos la pobreza a la mitad. Hay mucha mitolog¨ªa, pero a nosotros el FMI nos ayud¨® mucho¡±, remata el gobernador del Banco Central, Carlos Fern¨¢ndez Baldovinos.
Lagarde lleg¨® al Fondo en 2011 con la fuerza de haber sido la primera ministra de Econom¨ªa del G-7. Enseguida se dio cuenta de que hab¨ªa que cambiar la imagen. Explica que la primavera ¨¢rabe, que hab¨ªa estallado unos meses antes, le hizo pensar. Seg¨²n las cifras del FMI, T¨²nez estaba muy bien, pero explot¨® todo. As¨ª que cambiaron el enfoque. Ahora ya no tienen modelos que aplican a rajatabla, como en los noventa. Antes de aconsejar algo se preguntan c¨®mo afecta a la poblaci¨®n en t¨¦rminos de redistribuci¨®n y est¨¢n m¨¢s atentos a las cr¨ªticas de organizaciones sociales. Aunque tambi¨¦n en su mandato ha habido situaciones cr¨ªticas y protestas contra las exigencias del Fondo, especialmente en Grecia, donde formaba parte de la odiada troika.
En algunos lugares est¨¢ funcionando el cambio. Acaban de volver de Indonesia. A finales del siglo XX, el odio al FMI era all¨ª enorme. En 1998, la foto de Michel Camdessus, uno de los antecesores de Lagarde, de pie y con los brazos cruzados, mirando c¨®mo el presidente Suharto, sentado, firmaba las condiciones, supuso una humillaci¨®n. Hace dos semanas Lagarde fue recibida all¨ª como una estrella.
Indonesia organiza en Bali la reuni¨®n anual del FMI. Los indonesios, dicen fuentes internas, parecen haber olvidado esa foto. A los latinoamericanos, sobre todo a los argentinos, les costar¨¢ m¨¢s. Pero Lagarde est¨¢ empe?ada en lograrlo y, de momento, ha conseguido algo impensable hace unos a?os: una visita tranquila a Buenos Aires.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.