Impuestos a la fuga
Los Estados ya no pueden controlar la fiscalidad de los grandes grupos: Europa debe tomar las riendas
La crisis financiera y la recesi¨®n han hecho aflorar graves problemas estructurales en el funcionamiento de las sociedades avanzadas. El del empleo ¡ªmejor dicho, el de la escasez de ¨¦l¡ª es uno de ellos y no el menor. La sociedad con abundancia de empleo fijo pertenece al pasado; la depresi¨®n ha servido para ampliar un r¨¦gimen de precariedad laboral latente en los a?os anteriores a la crisis. Ninguna avance en el crecimiento econ¨®mico resucitar¨¢ el empleo estable como forma laboral dominante. Pero hay m¨¢s. En los ¨²ltimos diez a?os las grandes empresas ¡ªlas llamadas grandes tecnol¨®gicas en primer lugar¡ª han conseguido perfeccionar sistemas de evasi¨®n o elusi¨®n fiscal tan beneficiosos para sus intereses (?que ser¨ªa de los beneficios de los grandes conglomerados de Internet si tuvieran que pagar la tributaci¨®n de cada pa¨ªs en el que operan?) como perjudiciales para los ciudadanos, que soportan una hemorragia permanente de los ingresos p¨²blicos fatal para los estados de bienestar correspondientes en cada pa¨ªs de Europa.
Ha llegado el momento del aceptarlo: los Estados son incapaces de controlar la fiscalidad de los Facebook, Google o Apple. El poder ya no est¨¢ en los Estados: ?si apenas puedan asegurar la fiscalidad de las empresas nacionales! Esto es especialmente cierto en el caso de Espa?a. Si la legislaci¨®n ha permitido (o favorecido) que las empresas del Ibex dispongan de unos 100.000 millones en cr¨¦ditos fiscales es evidente que ni esa legislaci¨®n ni otra que cubra los estrechos l¨ªmites nacionales podr¨¢ evitar que se esfume la tributaci¨®n de las grandes tecnol¨®gicas, nov¨ªsimas trasnacionales que operan en todo el mundo y pagan donde les conviene. Y lo que les conviene es dejar de pagar unos 500.000 millones de d¨®lares al a?o gracias a la ingenier¨ªa fiscal.
El ¨¢mbito de acci¨®n tributaria tiene que ser forzosamente, como m¨ªnimo, zonal o por grandes ¨¢reas econ¨®micas. En el caso de Espa?a, europeo. As¨ª se clausurar¨ªan destinos paradis¨ªacos para el dinero. Carece de toda l¨®gica que en la Uni¨®n Europea existan (?y se consientan!) legislaciones tributarias que se aproximan a la fiscalidad cero. La tributaci¨®n en Europa tiene que homogeneizarse, es decir, establecer unos niveles m¨ªnimos que no perjudiquen a los pa¨ªses que sufren con mayor intensidad la elusi¨®n fiscal. Y, por a?adidura, deber¨ªa considerarse someter a investigaci¨®n peri¨®dica a los grupos de asesor¨ªa (como Goldman Sachs, Price o Deloitte) que tienen a bien dise?ar estrategias fiscales para soslayar los impuestos.
A estas alturas de la poscrisis est¨¢ clara la estrecha relaci¨®n entre la precariedad econ¨®mica y laboral, agudizada hasta el malestar por las pol¨ªticas de ajuste aplicadas a contrapelo para superar la recesi¨®n, y la debilidad fiscal de las Estados. La debilidad no es general ni uniforme, pero llega a ser alarmante en pa¨ªses como Espa?a. No hay forma de combatir la desigualdad social ni las amenazas de pobreza con ingresos fiscales precarios. Desde esta perspectiva, son incomprensibles las pol¨ªticas de desarme impositivo que patrocinan gobiernos (como el espa?ol, de nuevo) y partidos pol¨ªticos. A veces parecen a veces pol¨ªticas de apaciguamiento fiscal; si no eres capaz de exigir impuestos a alguien que puede m¨¢s que t¨², intenta engatusarle con rebajas tributarias.
En el nuevo orden fiscal que necesita Europa habr¨ªa que incluir adem¨¢s una variada panoplia de tasas de nuevo cu?o, desde las ecol¨®gicas a las tur¨ªsticas. Desde finales de siglo han aparecido fen¨®menos que desbordan las infraestructuras nacionales y es inevitable asignarles un coste p¨²blico. Pero, de nuevo, es obligado que el ¨¢mbito sea europeo. ?Tanto cuesta construir sobre m¨ªnimos una estructura fiscal europea homogeneizada? Ser¨ªa de gran utilidad saber quien se opone y por qu¨¦; y promover un debate sobre el nuevo modelo tributario europeo.
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