El turismo como complemento
Los estados deben tomar la iniciativa de desarrollar el sector pero no deben apostar todas sus fichas en ¨¦l
Quiz¨¢ sea el momento de decirlo con claridad: el turismo no es el sector o rama de actividad sobre el que deba sostenerse el crecimiento econ¨®mico de un pa¨ªs. Tampoco es, enti¨¦ndase bien, una fuente de ingresos despreciable, todo lo contrario. Es un mercado que merece ser tenido en cuenta, porque proporciona ingresos considerables a los pa¨ªses que saben explotarlo. Ah¨ª est¨¢ el caso de Estados Unidos, Francia o Espa?a para demostrarlo; o pa¨ªses como Italia, que han hecho del turismo un arte de extracci¨®n eficiente de rentas. El problema es que la producci¨®n tur¨ªstica es incapaz de fundamentar un patr¨®n de crecimiento sostenido en el tiempo y de alto valor a?adido. La experiencia del caso espa?ol demuestra que el turismo captura ingresos muy necesarios para la balanza por cuenta corriente, pero genera negocios de estructura muy d¨¦bil. B¨¢sicamente, una mayor¨ªa de esos negocios (las excepciones son obvias) progresan gracias al uso de empleo precario y no suelen sobrevivir en fases de recesi¨®n, como ha quedado demostrado en la ¨²ltima crisis.
Esta advertencia es necesaria para entender que la opci¨®n de poblar un pa¨ªs de empleo de discutible calidad y, por a?adidura, del sector servicios, no es la mejor opci¨®n de futuro. Es un patr¨®n de crecimiento poco recomendable. Ahora bien, es evidente que Am¨¦rica Latina no ha explotado su capacidad tur¨ªstica potencial; no se ha fabricado un mercado tur¨ªstico a su medida. Ni siquiera Brasil, porque extraer rentas de su litoral (las playas) equivale a quedarse en la superficie del negocio. El turismo requiere una definici¨®n estrat¨¦gica previa (sol y playa, ocio cultural, rural, ocio deportivo); la aparici¨®n de inversiones en infraestructuras privadas (hoteles, alojamientos, redes de transporte) y p¨²blicas (carreteras, redes de ferrocarril); y unas condiciones m¨ªnimas de estabilidad, entre las que destaca la seguridad. Pocas de estas condiciones se han cumplido en los pa¨ªses del ¨¢rea, con muy honrosas excepciones.
Hay un argumento a?adido, aunque epis¨®dico: la recesi¨®n ha provocado descensos en la afluencia tur¨ªstica en el subcontinente. No obstante, es f¨¢cil establecer que no es la recesi¨®n ni la coyuntura econ¨®mica lo que explica la debilidad del turismo en Am¨¦rica Latina (apenas el 3,1% del PIB), sino la mencionada ausencia de infraestructuras y la falta elemental de redes de captaci¨®n de visitantes. Los atractivos locales, que suelen ser el primer cebo para el turista, existen, est¨¢n ah¨ª. Hay materia prima para el turismo de sol y playa, para el monumental y para el cultural. Pero en ausencia de las estructuras necesarias, el esfuerzo final no puede realizarse o no tiene los resultados esperados. As¨ª que puede decirse que las econom¨ªas latinoamericanas no est¨¢n orientadas hacia el negocio tur¨ªstico... en general.
Si el turismo es o debe ser en el futuro un mercado estrat¨¦gico para Am¨¦rica Latina ¡ªaunque no su patr¨®n de crecimiento¡ª es l¨®gico suponer que deben ser los estados quienes tomen la iniciativa para impulsarlo. En consecuencia, es obligado aplicar inversi¨®n p¨²blica a su dise?o y desarrollo; y, por lo tanto, es necesario contar con recursos p¨²blicos excedentes con el fin de conseguir las infraestructuras deseadas. Y es en este punto donde aparece la realidad de fondo en las econom¨ªas latinoamericanas: sufren de una debilidad fiscal cong¨¦nita, porque carecen de instituciones estatales firmes para recaudar y no est¨¢ extendida la cultura tributaria. No hay Estado sin impuestos y, aunque suene heterodoxo, sin represi¨®n del fraude; y si el Estado realmente existente, con una estructura fiscal demediada, no puede actuar en los intersticios de la actividad econ¨®mica privada, como est¨ªmulo o como estratega final, el aprovechamiento de los mercados b¨¢sicos bien desarrollados en otras ¨¢reas econ¨®micas (d¨®lar, euro) es insuficiente.
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