P¨¢jaros, profetas del cambio clim¨¢tico
La Fundaci¨®n Migres estudia en el estrecho de Gibraltar las migraciones de las aves, un fen¨®meno que habla de los cambios que experimentan los ecosistemas
La isla de Tarifa tiene muchas historias. Esta peque?a pen¨ªnsula, ubicada en el punto m¨¢s meridional de Espa?a, fue ocupada sucesivamente por fenicios, romanos y ¨¢rabes, pueblos que fueron dejando su huella cultural en la regi¨®n. Su faro, una antigua torre almenara ahora pintada de blanco, serv¨ªa de centinela para alertar de la llegada de piratas berberiscos. Y sus cielos eran surcados por millones de p¨¢jaros que, con la llegada del invierno, buscaban tierras m¨¢s c¨¢lidas donde encontrar alimento. Aves que con su vuelo, ya entonces, hablaban del estado de la Tierra.
Lo cuenta Alejandro Onrubia, bi¨®logo titular de la Fundaci¨®n Migres, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que se dedica a la conservaci¨®n de la avifauna y al estudio de las migraciones desde hace 20 a?os. Su misi¨®n: identificar c¨®mo est¨¢n cambiando los ecosistemas observando el vuelo de los p¨¢jaros. "Las aves est¨¢n en la cumbre de las cadenas tr¨®ficas. Nos dan informaci¨®n de todo lo que sucede por debajo. Son un term¨®metro del planeta", explica.
Las aves son un term¨®metro del planeta
Onrubia y su equipo de la Fundaci¨®n, presidida por el bi¨®logo del CSIC Miguel Ferrer, tienen su cuartel general en Tarifa, un punto geogr¨¢fico id¨®neo para el avistamiento de p¨¢jaros. El centro, al que se llega descendiendo hasta un sinuoso valle lleno de vegetaci¨®n, es una antigua base militar, ahora restaurada, que sirvi¨® de casa al octavo batall¨®n de artiller¨ªa de costa. Por aqu¨ª pasan entre 10.000 y 15.000 aficionados a la ornitolog¨ªa al a?o, atra¨ªdos por la danza de la migraci¨®n que se prolonga entre los meses de abril y septiembre.
"La historia es que en los ¨²ltimos dos siglos la actividad humana se ha incrementado much¨ªsimo. La poblaci¨®n se ha disparado y eso est¨¢ alterando los ecosistemas", estima Onrubia, que pone como ejemplo a la pardela balear, un ave marina end¨¦mica de las Baleares en peligro de extinci¨®n. Una de las especies que ha visto alteradas sus costumbres a causa del calentamiento de los oc¨¦anos, la gran consecuencia del cambio clim¨¢tico.
"Los bancos de peces se est¨¢n moviendo hacia el norte siguiendo ese calentamiento de las aguas", desarrolla el bi¨®logo. "Animales como la pardela, que se alimentan del mar, tienen que ir cada vez m¨¢s arriba a buscar alimento". Con los riesgos que eso entra?a: m¨¢s tiempo de migraci¨®n y menos tiempo para criar. A ello se suma el peligro del enmallamiento en las artes de pesca, una amenaza muy real para aves que cruzan a millares las aguas tarife?as y se sumergen m¨¢s de 20 metros de profundidad para capturar peces.
Los bi¨®logos de la Fundaci¨®n estudian las variaciones en la conducta de las aves con un m¨¦todo simple: cont¨¢ndolas. "Hoy hemos visto unas 600 pardelas en una hora", dice Cristina Gonz¨¢lez, una de las observadoras del puesto de control, a ras de mar, desde el que se aprecia ?frica pese al d¨ªa brumoso. Con el ojo puesto en el catalejo, ella y sus compa?eros toman nota visualmente de las criaturas que van pasando y lo registran en una tablet. Despu¨¦s, analizan los datos y establecen patrones y tendencias.
"Durante los ¨²ltimos 20 a?os hemos observado que est¨¢n cambiando las especies que migran, su n¨²mero y tambi¨¦n los calendarios de paso", resume Onrubia. "En general, la primavera se ha adelantado. Aves como la cig¨¹e?a pasan por aqu¨ª casi un mes antes que hace 40 a?os. Aunque no lo parezca, son periodos muy cortitos de tiempo".
Otro indicador de que las condiciones est¨¢n alter¨¢ndose es la llegada de especies nuevas a la Pen¨ªnsula. "Tenemos ya unas 20-30 aves de filiaci¨®n africana que est¨¢n colonizando el continente europeo", avisa Onrubia. ?Por qu¨¦? "Porque nuestras condiciones ecol¨®gicas se parecen cada vez m¨¢s a las del norte de ?frica. Y esto est¨¢ sucediendo muy r¨¢pido".
?guilas imperiales y aerogeneradores
La organizaci¨®n tambi¨¦n lleva a cabo programas de reintroducci¨®n de aves en peligro de extinci¨®n. Una de ellas es el ¨¢guila imperial, una majestuosa especie amenazada en todo el mundo. A pocos kil¨®metros de la isla de Tarifa, en un coto tranquilo y amplio, dos pollos crecen vigilados por expertos de la Fundaci¨®n y la Junta de Andaluc¨ªa, impulsora principal del proyecto. Es la semilla de lo que, si hay suerte, ser¨¢ una nueva poblaci¨®n que servir¨¢ de conexi¨®n con las comunidades del norte de ?frica y Sierra Morena.
"Lo hacemos con una t¨¦cnica de cr¨ªa silvestre conocida como hacking", explica el bi¨®logo. "Consiste en simular un nido artificial para que la cr¨ªa genere una relaci¨®n con este entorno, que es en el que queremos que se instale y reproduzca". Los pollos de ¨¢guila imperial son alimentados y supervisados diariamente y se espera que hagan sus primeros vuelos aqu¨ª, algo que, seg¨²n el experto, vincular¨¢ definitivamente al animal con el territorio.
Otro problema que la Fundaci¨®n trata de solucionar es la convivencia entre aves y aerogeneradores. En la regi¨®n del Campo de Gibraltar se alzan m¨¢s de 500 de estos aparatos. El a?o pasado ocasionaron la muerte por colisi¨®n de 200 buitres leonados. "La visi¨®n de las aves es eminentemente lateral. Aunque parezca que no, es muy dif¨ªcil para estos animales esquivar la pala de un aerogenerador", afirma Onrubia.
Para paliar el n¨²mero de siniestros se estudian varios mecanismos. Uno de ellos es la figura del vigilante ambiental, ornit¨®logos que tienen potestad para detener las m¨¢quinas cuando se dan situaciones de riesgo. "Hemos reducido la mortalidad en los parques e¨®licos y adem¨¢s se ha generado empleo", se?ala Onrubia. "Ahora mismo en la zona de Tarifa hay entre 60 y 100 personas parando m¨¢quinas. Es un tipo de trabajo que no exist¨ªa antes".
Otro sistema son los puntos de alimentaci¨®n suplementaria, es decir, ¨¢reas en las que las aves pueden alimentarse sin riesgo de atravesar una zona de concentraci¨®n de aerogeneradores. El alimoche, una peque?a rapaz tambi¨¦n amenazada, es uno los animales que se sirve de estos comederos alternativos. Lograrlo tiene su arte: primero se distribuye la comida (bajo la mirada atenta de decenas de buitres) y despu¨¦s hay que simular que se abandona el territorio. Pasado un tiempo, los alimoches, ya confiados, descienden y se dan el fest¨ªn con la seguridad de no toparse con alg¨²n armatoste. Otro efectivo truco de los guardianes que velan por las aves.
Educaci¨®n y el fil¨®n del turismo
Bartolo, un b¨²ho real con un ala rota, recibe a un grupo de invitados. Son aficionados a las aves que vienen a contemplar los misterios de la migraci¨®n. Y a aprender cosas de sus protagonistas, los p¨¢jaros. La Fundaci¨®n Migres organiza campa?as escolares de educaci¨®n ambiental y visitas guiadas por el entorno de la isla de Tarifa, tambi¨¦n un lugar de paso para estudiantes que encuentran aqu¨ª material de primera mano para sus investigaciones. Como aquel gal¨¦s que estudiaba las mariposas nocturnas y se qued¨®, recuerda Lola Cano, directora de la organizaci¨®n, tres meses.
"Ense?amos a identificar aves y a conocer los valores naturales de la zona", explica Cano, que opina que las actividades y el negocio relacionado con las aves est¨¢n creciendo. "Estamos viendo c¨®mo proliferan las empresas de turismo ornitol¨®gico, compa?¨ªas que gu¨ªan a grupos de gente que viene a ver la naturaleza y los p¨¢jaros del estrecho". El a?o pasado el centro acogi¨® a miles de visitantes de todo el mundo, principalmente italianos, ingleses, estadounidenses y n¨®rdicos.
La Fundaci¨®n, que celebrar¨¢ el pr¨®ximo septiembre un congreso internacional de aves, tiene convenios con universidades como la de Sevilla o la de M¨¢laga y hospeda a estudiantes que vienen a hacer pr¨¢cticas o a terminar sus proyectos de fin de carrera. Tambi¨¦n ofrece voluntariados, periodos de formaci¨®n de los que, dice Cano, han salido varios de sus actuales miembros.
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